Respeto a la vida humana: preámbulo de la fe

En su habitual espacio de los sábados en el programa de televisión “Claves para un Mundo Mejor”, Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, se refirió al derecho a la vida como un capítulo fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia.

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En su habitual espacio de los sábados en el programa de televisión “Claves para un Mundo Mejor”, Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, se refirió al derecho a la vida como un capítulo fundamental de la Doctrina Social de la Iglesia. “Cuando la Iglesia defiende los derechos de los trabajadores, la necesidad de un salario justo o de un auténtico desarrollo para los pueblos lo hace basándose en una idea correcta de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos, de su dimensión social. Este es el mismo principio que funda su defensa de la vida desde el instante de la concepción”. “Me parece importante que recordemos esto: si la Iglesia insiste tanto actualmente en la defensa de la vida es porque considera que aquí se juega un valor fundamental en el orden ético”

Y concluyó: “Se trata de una cuestión humana fundamental, de una cuestión básica. Casi podríamos decir que es como un preámbulo para la fe, porque es a ese hombre que debe vivir en plenitud a quien la Iglesia le debe el Evangelio de Cristo, la verdad y la gracia que conducen a la salvación”.

A continuación el texto completo de la alocución de Mons. Aguer:

“Seguramente ustedes habrán notado, como lo he notado yo, que cuando la Iglesia habla acerca de cuestiones sociales, cuando se refiere a los problemas del desarrollo o de la justicia, a los valores éticos que deben presidir la actividad política y económica, en general, su enseñanza es bien recibida”.

“Cuando digo en general, me refiero a la opinión pública, a los medios de comunicación. Y digo que es bien recibida porque se reconoce que la Doctrina Social de la Iglesia constituye un aporte importante para mejorar las cosas en nuestra sociedad”.

“En cambio, cuando la Iglesia recuerda la importancia de defender la vida desde el instante de la concepción hasta su muerte natural, cuando se pronuncia sobre la malicia del aborto, sobre la manipulación genética y otros atentados al orden bioético que ocurren por el avance de la tecnología sobre la dignidad de la persona, entonces la reacción general no es la misma. Más bien la reacción es de desaprobación, de crítica, de agresividad y se procura sofocar este mensaje sobre cuestiones esenciales para el futuro de la humanidad”.

“Ahora bien, no se trata de dos sectores totalmente desvinculados entre sí. La defensa de la vida, la opción por la vida, constituye un capítulo fundamental de nuestra enseñanza social. Cuando la Iglesia defiende los derechos de los trabajadores, la necesidad de un salario justo o de un auténtico desarrollo para los pueblos lo hace basándose en una idea correcta de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos, de su dimensión social. Este es el mismo principio que funda su defensa de la vida desde el instante de la concepción”.

“Cuando expresamos nuestra opción por la vida no solamente estamos en contra del aborto, sino que nos manifestamos a favor de una plenitud de la vida para todos los seres humanos, que tienen derecho a ver la luz del sol. No sólo auspiciamos que el niño por nacer nazca efectivamente, sino que nos interesa también que pueda ser criado y educado dignamente por su familia”.

“Por eso, con el mismo énfasis la Iglesia insiste, en la necesidad de asegurar que todos los niños puedan alimentarse debidamente en los primeros tramos de su vida, puedan tener una crianza adecuada en el seno de su familia, y se reconozcan sus derechos a ser educados como corresponde, para que lleguen a ser hombres y mujeres de bien”.

“Nuestra opción por la vida se refiere a todas las etapas de la existencia. Y en esta opción se incluye también la convivencia en la sociedad según un orden pleno de justicia, animado por la solidaridad”.

“El punto clave es este: la dignidad de la persona humana y de sus derechos. Desgraciadamente, circula con frecuencia una concepción estrecha, ideologizada, de los derechos humanos que intenta soslayar el derecho humano fundamental, que es el derecho a la vida, el derecho a nacer del niño que ha comenzado a existir como persona en el momento mismo de la concepción. Este derecho está protegido por el ordenamiento jurídico vigente en la Argentina, aunque algunos políticos -y lo que es peor, algunos jueces- no se den por enterados”.

“Me parece importante que recordemos esto: si la Iglesia insiste tanto actualmente en la defensa de la vida es porque considera que aquí se juega un valor fundamental en el orden ético, que es, además, clave para el futuro de nuestro pueblo”.

“El panorama completo del desarrollo de la vida es objeto de la preocupación pastoral de la Iglesia. Se trata de una cuestión humana fundamental, de una cuestión básica. Casi podríamos decir que es como un preámbulo para la fe, porque es a ese hombre que debe vivir en plenitud a quien la Iglesia le debe el Evangelio de Cristo, la verdad y la gracia que conducen a la salvación”.

Fuente: Notivida, año VI, nº 389, 17 de septiembre de 2006.

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