Queremos ser Nación en el Bicentenario

Se trata del editorial del programa radial «Sábado 100» por Mitre Rafaela (FM 91,9) que conduce Emilio Grande (h.). Estamos en el bicentenario y podemos atenuar el impacto social de las contradicciones que nos dividen por los egoísmos y celos. Como decía Ortega y Gasset: “Argentinos, a las cosas”.

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El próximo martes se conmemora el Bicentenario del 25 de Mayo de 1810 con manifestaciones culturales en Rafaela y en distintos lugares de la Argentina, debiendo ser un día para reflexión del pasado, el presente y el futuro. Si buceamos en la historia nuestra de hace dos siglos, el hecho que desencadenó la revolución de mayo y aglutinó a todos los actores fue el triunfo final de la invasión napoleónica a España. El 20 de mayo de 1810 Cornelio Saavedra y Mariano Moreno solicitaron un cabildo abierto que se realizó dos días más tarde: el día 22. Los ilustres hombres de mayo discutieron firmemente porque querían un gobierno patrio que representara a todos. Los miembros de la Junta eran liberales y por el momento no podían mostrar sus intenciones independentistas y de cambio social. Mayo supuso un importante perjuicio económico para las provincias y por eso no lo vivieron con el mismo entusiasmo que los porteños. El 25 de Mayo fue el puntapié inicial de la incipiente nación, luego vinieron la creación de la bandera patria, la asamblea de 1813 con importantes reformas sociales, el Himno nacional, el escudo hasta el 9 de Julio de 1816 donde se declaró la independencia en Tucumán y la Constitución en 1853. A decir verdad, los ideales de Mayo todavía están lejos de convertirse en realidad tangible, los revolucionarios de hace 200 años decidieron romper con las cadenas que lo unían al imperio español de aquella época. En 1910 el país era una de los países emergentes del mundo. En 2010 una materia pendiente es mejorar la distribución equitativa de las riquezas ya que genera consecuencias de desigualdad entre lo mucho que tienen unos pocos y lo poco que tiene la mayoría de los argentinos. La coyuntura actual encuentra al país en una división con consecuencias impredecibles: la presidenta no va al acto de reinauguración del Teatro Colón porque no soporta la críticas de Macri a Néstor Kirchner, un gobierno nacional autista y con rasgos autoritarios y una oposición que peca de divisionismo y falta de líderes con vocación de grandeza. En la crisis 2001-2002 los obispos argentinos redactaron la “Oración por la patria”: “Jesucristo, Señor de la Historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser Nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del dialogo y la alegría de la esperanza que no defrauda”. Hay que volver al espíritu de los hombres de Mayo: vocación de libertad, el sentido de responsabilidad y la lección de no idealizar el pasado son las enseñanzas. Estamos en el bicentenario y podemos atenuar el impacto social de las contradicciones que nos dividen por los egoísmos y celos. Como decía Ortega y Gasset: “Argentinos, a las cosas”.

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