Puede peligrar el Estado de Derecho en Venezuela

Alerta el episcopado del país en su mensaje al término de la 84ª Asamblea Plenaria

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CARACAS, viernes, 15 julio 2005 (ZENIT.org).- Ante la actual actividad legislativa de Venezuela, en marcha con «disensos importantes», y una «creciente partidización de la justicia», el episcopado alerta del riesgo de que se acabe con el Estado de Derecho en el país. El documento final de la 84ª Asamblea de los prelados católicos, fechado el martes, es vehículo de un análisis de la situación que atraviesa la sociedad venezolana, en la que se registra «una polarización y un malestar interior persistentes que condicionan las percepciones y juicios sobre toda la realidad social, y que dificultan el diálogo, el consenso y la colaboración para el bien común». «Hay quien pretende -añaden- que el criterio de solución de las divergencias sea la imposición de la fuerza, bien sea la de las mayorías, o la del manejo arbitrario del poder, o la de las armas». Entre los «hechos que, en la actualidad, alimentan conflictos y desavenencias» citan los prelados la situación de «la labor legislativa y la administración de la justicia». «La Asamblea Nacional está elaborando un conjunto de leyes en torno a las cuales se dan disensos importantes, y está aprobando no pocas de ellas dejando de lado la opinión de las minorías -explican-. La misma Constitución es interpretada con frecuencia desde posiciones polarizadas, lo cual impide una acción legislativa justa y equitativa». «Hay leyes que, por desarrollar principios constitucionales, deberían tener un tratamiento prioritario y ser fruto de un amplio consenso, respetando el espíritu de la Constitución; sin embargo han sido privilegiadas otras que parecieran estar al servicio de una parcialidad política determinada. No debemos permitir que se imponga una legalidad injusta y que sea utilizada para castigar la disidencia», puntualizan. Pero también «aumentan las denuncias de una creciente “partidización” de la justicia y de actuaciones que no reflejan la imparcialidad que deberían tener. Muchos hechos las avalan y nos señalan la urgencia de poner remedios efectivos», denuncian los obispos. Y es que -añaden- «si llegáramos a poner como objeto de fidelidad, no el derecho y la ley, sino un determinado proyecto político, habríamos acabado con el estado de derecho. Queremos alertar sobre este peligro». Considerando que la vida «constituye un derecho fundamental», «una atención especial merece la propuesta de modificación del Código Penal para la despenalización del aborto en determinados casos», apuntan además los obispos venezolanos. «Como Iglesia reafirmamos nuestra posición de defensa de la vida. Nos hacemos solidarios de tantas mujeres que han sufrido atropellos y tienen que enfrentar un embarazo indeseado -recuerdan-. Pero no es aceptable que se castigue con la muerte al más indefenso, el recién concebido». Piden en cambio «una atención adecuada, en los diferentes ámbitos, a las mujeres que sufren las consecuencias de estos atropellos» y exigen «la aplicación estricta de la justicia en los casos que la ameriten». Capítulo prioritario dedica el episcopado a la situación de los derechos humanos en Venezuela, reiterando un llamamiento a «reforzar la seguridad ciudadana, a proscribir la impunidad, a no tolerar los abusos de los cuerpos de seguridad, a no permitir que la justicia se partidice, y a dar plena vigencia al mandato constitucional que establece claramente la primacía de lo civil en un estado democrático de derecho». Y es que una realidad cotidiana violenta -recuerdan los prelados a los «detenidos por supuestos delitos políticos» o denuncias que apuntan a un «castigo de la disidencia»-, unida a «un discurso belicista y a una militarización creciente del conjunto de la vida social, generan y alimentan una atmósfera y actitudes de temor e inseguridad». Igualmente se hacen portavoces del «clamor de tantas personas que se ven privadas del goce de los derechos más elementales de alimentación, salud, vivienda, trabajo, servicios públicos». Y aunque reconoce el episcopado «los esfuerzos que están haciendo las autoridades en campos tan variados y exigentes», alertan de «la necesidad de superar sus limitaciones y deficiencias». «Diferentes programas pueden redundar en un beneficio inmediato para muchas personas -aclaran-, pero pueden ser realizados de modo tal que no signifiquen un aporte a la solución de los problemas, sino un refuerzo de viejos vicios de clientelismo político, de malversación de recursos y de paternalismo cultural». Frente a la polarización, «nuestra sociedad necesita un clima diferente» -escriben los prelados de Venezuela-; «nos estamos empobreciendo social y moralmente». «Se hace indispensable la urgencia de “buscar juntos la verdad concreta” de cada día, en las muchas situaciones apremiantes que debemos enfrentar como personas y como país. Pero esto exige que nadie se considere el “dueño absoluto de la verdad”. El único absoluto es Dios», recuerdan, aludiendo al título de su mensaje, «Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás» (Mt 4,13; Dt 6,13). En este contexto, «en una perspectiva cristiana, no debe aceptarse pretensión alguna de imponer un proyecto hegemónico de sociedad, porque erige a individualidades, o al Estado, o a otras realidades (sistema, partidos, capital, etc.) en sujeto supremo, incuestionable, definitivo. En la misma línea hay que rechazar el relativismo ético- moral, ya que los intereses individuales o grupales se convierten en norma absoluta de acción», recuerdan.

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