Protagonistas y lugares de la colonia y el pueblo Rafaela

Hacia 1895 el 65% de los compradores ya se había convertido en propietario. Los colonos conservaron el dialecto propio de la región de procedencia –especialmente el piamontés- como lengua de uso familiar. En la década del noventa, Rafaela se terminó de consolidar a nivel regional y se posicionó entre los centros urbanos más importantes de la provincia de Santa Fe: del 19º lugar en 1887 había pasado al 6º en 1895.

Por Emilio Grande (h.)

Compartir:

La estrategia comercial de empresas colonizadoras, como la de Guillermo Lehmann, de ofrecer en venta concesiones con el fruto de las cosechas, tentó principalmente a medieros y arrendatarios de las colonias viejas del centro de la provincia de Santa Fe, que vieron así la posibilidad de acceder a la propiedad de la tierra y ascender en la escala social. En el caso de la colonia Rafaela, la oferta que realizó la empresa de Lehmann encontró una rápida y activa demanda: en 1881, en los primeros ocho meses siguientes a las primeras operaciones se vendió el 53% de las concesiones disponibles; el resto se completó durante el año siguiente. Si bien estas ventas no significaron la posesión definitiva de la tierra (en los años posteriores continuaron las operaciones por transferencias, abandono, falta de pago), hacia 1895 el 65% de los compradores ya se había convertido en propietario. En tan solo dos años (de 1882 a 1884) la superficie sembrada se incrementó en 12,8 veces y las cabezas de ganado en 2,3. La población se multiplicó por 8,13 y los 15 ranchos de los comienzos dieron paso a 150 edificaciones. Las actividades comerciales pasaron de un almacén al menudeo a contar con 13 casas y resulta significativo la instalación en la parte urbana –en 1884- de un molino harinero, hecho que colocaba a Rafaela en situación de privilegio frente a otras colonias vecinas. El nuevo espacio productivo definido por los pueblos y las chacras del oeste aparecía hacia 1887 como un activo mercado de trabajo, como lo reflejan algunos indicadores del primer censo provincial sobre Rafaela y colonias vecinas. Si bien los porcentajes correspondientes a la relación entre población absoluta y población económicamente activa (PEA) eran muy significativos en las colonias seleccionadas, en Rafaela alcanzaban los valores más altos por encima de Susana-Aurelia (fueron censadas juntas) y Lehmann. Sin embargo, en relación con las actividades agrícolas en Rafaela se registraba la más baja participación de los agricultores en la PEA, pero también se trata de la colonia con menor extensión y, al mismo tiempo, presentaba ya la mayor concentración urbana. Esta situación diferencial para Rafaela se reforzó con el trazado del sistema ferroviario, que la privilegió con una alta accesibilidad al convertirla en un centro nodal con enlaces regional, provincial y nacional. En la década del noventa se terminó de consolidar a nivel regional y se posicionó entre los centros urbanos más importantes de la provincia de Santa Fe: del 19º lugar en 1887 había pasado al 6º en 1895. Su atracción queda evidenciada por registros, como el de los 9.609 inmigrantes que ingresaron a la provincia en 1892, de los cuales 570 se dirigieron hacia Rafaela, 137 a Lehmann, 131 a Aurelia y ninguno a Susana. A fines del siglo XIX, cuando no habían transcurrido dos décadas desde su formación, Rafaela ofrecía los servicios de médicos, parteras, boticarios, procuradores, escribanos, rematadores, contadores, un ingeniero, un agente consular, junto a una variedad de comercios que no era posible encontrar en las otras colonias de la zona. El trabajo agrícola tuvo como ámbito exclusivo la unidad productiva denominada “chacra” y como protagonistas al colono y su familia. Dado el imperativo del ahorro que le era impuesto por la necesidad de saldar la deuda pactada en estrictos términos comerciales con la empresa colonizadora, para las distintas tareas recurrió al uso intensivo de sus propias fuerzas y de las que le podía aportar el grupo familiar. De allí también las pautas de subconsumo y la precariedad de las condiciones materiales que caracterizaron la vida de las primeras familias chacareras. La rápida expansión de los cultivos hizo que no alcanzara con la mano de obra que aportaban la familia y los vecinos, entonces hubo que recurrir a los trabajadores “golondrinas”. El desplazamiento de estos generaba en los meses de cosecha un panorama de activo movimiento en las chacras y en los pueblos. Pese a las características estacionales de la demanda laboral y la inestabilidad no faltaron quienes vieron la posibilidad de un pronto arraigo, definiendo un espacio propio en el pueblo. Sin embargo, esta mano de obra flotante estuvo sujeta a todo tipo de maniobras especulativas, como la falta de contratos escritos, los abusos de las agencias de conchabo (contrato de servicio), la publicidad engañosa que sobredimensionaba la oferta que, al igual que las duras condiciones de trabajo que imperaban, originaron una serie de denuncias. Terminada la cosecha, le tocaba al colono enfrentarse con los intereses de los intermediarios, los acopiadores y las empresas ferroviarias, de lo que la literatura de la época no escatimó tampoco sus críticas.

Espacio urbano

En cuanto a la evolución del espacio urbano, el plano de edificación del pueblo de Rafaela correspondiente a 1907 muestra como las construcciones se concentraban en torno al gran cuadrilátero de la plaza, extendiéndose a lo largo de los cuatro bulevares, disminuyendo la densificación a medida que nos alejamos hacia la zona rural. El impacto del ferrocarril se refleja a su vez en la disposición oblicua que adoptó el sector noreste de la traza urbana, organizada junto a las estaciones ferroviarias, en cuyas inmediaciones se encontraban molinos, fondas y hoteles. Sin embargo, la plaza conservó su carácter de verdadero centro nuclear, ya que a su alrededor se levantaron los comercios más importantes y el templo de la Iglesia Católica (sobre el sector sureste, luego se construyó el actual edificio). Para la construcción del templo cristiano se había contado con el apoyo de los comerciantes, quienes junto a los colonos clamaban desde 1886 por la presencia de un sacerdote (el 4 de agosto de 1901 asumió el cura párroco Dimas Mateo). Fieles a su mentalidad, entre las argumentaciones de los comerciantes no dejaban de incluir cálculos con respecto a las ventajas que traería la construcción de un templo, teniendo en cuenta la ubicación de Rafaela y el posible número de colonos que acudirían. Sin embargo, el financiamiento de las obras no estuvo exento de una serie de problemas que debieron afrontar los responsables de la comisión que se había constituido a tal efecto. El asesor Alfonso Raffaelli (sacerdote de Pilar) insistía en la necesidad de cuidar la forma del edificio, recordando que “se trata de hacer una buena iglesia y aunque no se pueda acabar del todo se hará la mitad, más siempre en forma de iglesia”. No caben dudas de que una vez construido, el templo vino a llenar a una sentida necesidad religiosa para los pobladores de Rafaela y de las colonias vecinas. Las prácticas religiosas –especialmente el cumplimiento del precepto dominical- alcanzaban una dimensión social que parecía confirmar las expectativas de los que habían impulsado la construcción del templo. Por su parte, la Iglesia como institución se fue asegurando un espacio en un medio donde si bien los católicos serán mayoría, no tardarían en hacerse presentes también en las manifestaciones de los sectores anticlericales (en particular la constitución de la logia “La Antorcha” a fines del siglo XIX). El templo, las fondas, los boliches, los comercios actuaron como los principales espacios de contacto, en los que los chacareros y pueblerinos solían encontrarse.

Ramos generales

Los comercio de ramos generales aparecieron como el exponente lugareño de esos enormes centros para el consumo que en las ciudades más importantes representaban los grandes almacenes. Junto a la variedad de bienes y servicios que proveían (alimentos, ropa, muebles, maquinarias agrícolas y crédito), además cumplían una importante función social, tal es el caso de los Grandes Almacenes Ripamonti. “(…) En un edificio que prácticamente ocupaba una manzana y parte de otra (…) allí se podía encontrar desde un botón hasta un traje de novia, de un tornillo hasta un automóvil, de una botella de vino hasta una bordalesa, de un espejo hasta un juego de muebles, de una chafalonía hasta una preciosa alhaja (…) Escenas típicas y tiernas se producían cuando mensualmente el colono llegaba con su familia para realizar las compras”, según precisa Salvador García (“La ciudad allá lejos”, 1991). Los comerciantes junto a los sectores de la producción y los prestadores de servicios profesionales constituyeron un activo grupo que dinamizó la vida en el pueblo, no sólo a través de sus profesiones y oficios sino mediante su actuación a través de los espacios institucionales que fueron creando en ese tiempo. Las instituciones del gobierno local (Comisión de Progreso Local en 1885, luego Comisión de Fomento de 1886 a 1913) contaron con los hombres de este grupo para las principales funciones, pero los agricultores tuvieron una reducida participación, reservada a los más prósperos. La prédica, la defensa de los intereses de la comunidad y las luchas domésticas con las autoridades locales encontraron su espacio en el periodismo. En algunos casos con una clara identificación partidaria: “El Liberal sostiene los principios de la Unión Cívica Radical”, “El Radical”, ambos fundados en 1891, y otros como “El Obrero”, de 1900, se definía como “periódico independiente, comercial, noticioso y de defensa de los intereses generales”. Los empresarios y comerciantes predominaron entre los fundadores de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Víctor Manuel II” y la Sociedad Suiza; en tanto, los obreros y artesanos calificados o semicalificados lo hicieron en la Sociedad Recreativa Centro Obrero. En tanto, en las chacras los colonos conservaron el dialecto propio de la región de procedencia –especialmente el piamontés- como lengua de uso familiar y así fue transmitido a las generaciones siguientes, aún cuando los hijos debieron aprender a expresarse en castellano a partir de la asistencia a la escuela. Las formas de socialización se mantuvieron estructuradas en torno a la familia y las relaciones con parientes y vecinos. La vivienda –tanto urbana como rural, ostentosa como modesta- era el ámbito exclusivo de la familia. Concebida como unidad básica no presentaba diferencias sustanciales entre los chacareros y los pobladores urbanos. Conforme al aumento demográfico y a la diversificación de las actividades, la sociedad se fue haciendo más compleja y con nuevos protagonismos. No faltaron tampoco desde muy temprano los intentos por asignar un espacio en la trama urbana a los más pobres, como lo anunciaba el rematador Carlos Puddicomb ante el ensanche del pueblo de Rafaela. Por otra parte, la marginalidad no dejaba de preocupar sobre todo cuando se manifestaba bajo la forma del bandidaje rural, donde parecían borrarse incluso las diferencias entre nativos y extranjeros. Los actos de pillaje fueron durante mucho tiempo toda una preocupación para los chacareros, sus principales víctimas, y para la autoridad política del Departamento. Iniciativa, esfuerzo individual y progreso cimentaban las bases del presente y adelantaban en estos hombres las más optimistas imágenes del futuro, que desde su particular visión conformarían un mandato de destino colectivo.^

Fuentes: Imfeld, Daniel, “Sujetos y espacios en una colonia agrícola. Rafaela (1881 Ca. 1910)”, Centro de Estudios e Investigaciones Históricas de Rafaela, 2001; La Opinión, “Hechos y sucesos”, 1999; La Opinión, “75 años en el corazón de la ciudad”, 1996.

Este artículo fue publicado en la revista de La Opinión, Rafaela, 85 años.

Compartir:

1 thought on “Protagonistas y lugares de la colonia y el pueblo Rafaela

  1. Deso saber si alguien recuerda por comentarios de mi bisabuelo Bretta…casado con Mariana Giraudo, ella fallecida en Egusquiza ,eran sus hijos Luis , Francisco,,Juana,Maria, José,etc.quisiera saber si el nombre de él era José y si vino tambien a argentina, o si ya había fallecido en Italia, y inmigró ella sola con sus hijos, agradecería cualquier información al respecto.Muchas gracias ,espero respuestas de alguien si es posible.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *