Prat-Gay: “La teoría del derrame no funcionó ni en los 90 ni ahora”

Recién incorporado al proyecto político de Elisa Carrió, el ex presidente del Banco Central dice que no es tiempo de pensar en candidaturas sino de construir un espacio amplio para defender las instituciones. Le reconoce a Kirchner una gran capacidad de gestión económica, pero le reprocha que la brecha entre ricos y pobres no se haya achicado en los últimos cinco años.

Por Daniel Casas

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Alfonso de Prat-Gay -así, con de, el apellido es de origen catalán y significa pradera alegre- apareció repentinamente en los diarios en diciembre de 2002, cuando asumió la presidencia del Banco Central de la República Argentina, con sólo 37 años, en los momentos más duros de la crisis que se había desatado un año antes.

Cuando dejó el cargo, en septiembre de 2004, los bonos que llegaron a reemplazar más del 38 por ciento del dinero circulante habían desaparecido y el ciclo positivo de la economía había permitido incrementar las reservas del país en un 80 por ciento. Le ofrecieron quedarse, pero puso condiciones y se fue. A pesar de eso, en la Casa Rosada lo imaginaron como un potencial canciller económico, pero la idea no cuajó. Por estos días su nombre volvió a sonar, ahora en boca de Elisa Carrió, quien lo sumó a su Coalición Cívica, y parece tenerlo presente en todas sus oraciones. El habla de una “coincidencia de principios” y de una “visión compartida”, y prefiere dejar las especulaciones electorales a un lado, al menos por ahora. “Este es un proyecto de largo alcance y creo que las candidaturas necesariamente tienen que ser una discusión secundaria”, dijo.

Aunque con una verba menos inflamada, De Prat-Gay comulga con los augurios de Carrió, aún los apocalípticos. Keinesiano confeso, plantea que el país está frente a una encrucijada que definirá el crecimiento de los próximos 50 años, cuestiona al Gobierno porque “no respeta las instituciones” y afirma que las evidentes mejoras económicas de los últimos años, que tienen mucho que ver con el ciclo positivo, no se reflejan en la distribución del ingreso, que se mantiene en el orden del 28 a 1 desde hace cinco años.

Desde hace un tiempo preside la fundación Andares, que asesora a ONG de la Argentina que trabajan con los sectores más carenciados. “Lo que hacemos es capacitar a las ONG a nivel individual, trabajar con ellas para el armado de redes, resolver algunas cuestiones regulatorias con el gobierno, que incluso tiene una cantidad de recursos para invertir en el sector y no tiene todavía el vehículo apropiado para hacerlo”.

-Llama la atención que alguien que trabajó varios años en JP Morgan y que luego manejó y reorganizó el sistema monetario del país de pronto pase a trabajar con microemprendimientos, ¿cómo dió ese paso?

-Sorprende, pero la escala no es el móvil sino tratar, desde el lugar que uno tiene, a través de una vocación pública a la que ya no puedo darle la espalda, de encontrar la manera de construir o de contribuir a una nación más integrada, más incluida y más proyectada.

-¿Llegó a la función pública con Roberto Lavagna como ministro de Economía y se fue por Lavagna?

-No, no llegué con Lavagna ni me fui por Lavagna. A mí el primero que me contactó fue Alfredo Atanasoff y el cargo me lo ofreció el presidente Eduardo Duhalde, a quien conocí en ese momento. Lavagna no tuvo ninguna participación en ese proceso.

-¿Y cómo se llevó con Lavagna?

-Con Lavagna me llevé muy bien al principio y no me llevé nada bien al final; pero no me fui por Lavagna, como dijeron los medios.

-¿Y por qué se fue?

-Me fui porque tenía un proyecto de Banco Central como institución, de estabilidad de la moneda como política de Estado, que no fue debidamente compartido por el Gobierno.

-La salida se produce cuando se estaba culminando la renegociación de la deuda…

-El compromiso que asumí en su momento era tratar de llevar a buen puerto la gestión de ese mandato, lo cual en ese momento parecía muy ambicioso. Llegar al final del mandato era de por sí una meta, y lo hicimos habiendo cumplido todas las cosas que nos habíamos propuesto al empezar, en diciembre de 2002. El Presidente me ofreció seguir, yo le dije cuáles eran mis condiciones, no las aceptó y entonces dije muchas gracias y me fui.

-¿Qué cambio notó con el cambio de Duhalde a Kirchner?

-Con Duhalde estuve poco tiempo. Era claramente un gobierno en retroceso que estaba cuidando la cosa para el próximo presidente. Era, sí, mucho más colegiado en la toma de decisiones. Duhalde tiene poco interés por lo económico, tiene mucho más interés por lo político. Kirchner tiene muchísimo interés por lo económico -lo entiende muy bien-, toma decisiones de una manera mucho más personal y está en todos los detalles. Lo cual puede hacer bien en algunas circunstancias y durante algún tiempo, pero no es un esquema de gestión sustentable en el largo plazo.

-¿Es verdad que después de que se fue, el Gobierno lo sondeó para que fuera una suerte de canciller económico?

-Sí, hubo un sondeo, pero no me interesó. Yo acepto el desafío de la función pública en tanto y en cuanto estén dadas las condiciones políticas y técnicas para que yo crea que hay un espacio a partir del cuál agregar valor.

-¿Las condiciones que no le fueron aceptadas tenían que ver con lo técnico o con lo político?

-Con los dos. Una incomprensión de lo técnico y una visión de la política que no respeta las instituciones. Me parece que este es el mal que nos tiene atrapados en la Argentina desde hace mucho tiempo, la memoria selectiva y muy corta que tenemos. Siempre hay alguien en el pasado muy reciente a quien echarle la culpa, y creo que este gobierno hace mucho de eso. Pero mientras no nos demos cuenta de que nuestra decadencia, nuestro deterioro moral y social es una cuestión estructural, no vamos a resolver el problema. Y así es como vamos cada vez degradándonos más. Cada cinco años tenemos una crisis, y ahí los que más tienen aprovechan para llevarse todavía más. En 1975 la tasa de pobreza era del seis por ciento, hoy es del 27 por ciento, y con dudas acerca de cómo se mide.

-De todos modos, tomando en cuenta que hubo una significativa mejora desde la crisis, ¿nota que hubo un cambio de actitud?

-Creo que hay un empujón cíclico muy fuerte, y cuando sube la marea suben todos los botes. Pero está demostrado que suben más los botes grandes que los botes chicos, por lo menos en términos absolutos. El 10 por ciento más rico de la población se lleva un pedazo de la torta 28 veces más grande que el 10 por ciento más pobre. Eso en los últimos cinco años no se ha modificado. Ese número hace 30 años era menos de la mitad. Con el ciclo no alcanza, eso quedó bastante demostrado en los 90. La teoría del derrame no funcionó y tampoco está funcionando ahora.

-Pero a la vez hubo 20 puntos de mejora…

-Es cierto que hay gente que ha ido mejorando, pero todavía la mejora sigue siendo precaria en sectores muy amplios. Además, hay que ver la intensidad de la pobreza, que es un concepto técnico pero socialmente muy importante y que no ha mejorado en los últimos tres años.

-¿Por qué integra la Coalición Cívica que lanzó Elisa Carrió?

-Porque todo lo que propone encuadra perfectamente dentro de mis principios y tenemos una visión compartida sobre muchas cosas.

-Ella lo ha elogiado mucho, ¿aceptaría ir a un cargo electivo?

-No tengo dudas de que es lo que quiero apoyar. Ahora, desde qué lugar… me parece temprano para saberlo. Lo importante es que hay una confianza mutua muy grande y hay además en estos momentos, por su parte, una vocación de armar algo más amplio, que también comparto plenamente. Creo que es el momento para acercar gente de todo tipo para construir a partir de la diversidad.

-¿Que esta construcción se haya planteado en un año electoral no la condiciona al resultado de octubre?

-Sí, coincido en que es inconveniente que esto surja en un año electoral, pero es un proyecto de largo alcance. Por eso es que creo que las candidaturas necesariamente tienen que ser una discusión secundaria. Creo que como país vamos a tener que enfrentar una prueba muy importante durante el próximo mandato, que es la de la misma política, la mismas reglas del poder, pero con condiciones económicas que son muy diferentes.

-Hace pocos días el presidente del Observatorio Francés de Condiciones Económicas, Jean-Paul Fitoussi, elogió el rumbo económico del país y predijo que el crecimiento puede ser sostenido, ¿no coincide con él?

-Sí, leí lo que dijo Jean-Paul y coincido en que puede haber variables de crecimiento, pero que requerirán una lógica política distinta a la que se aplicó hasta ahora. Si se crece al 9 por ciento sin consolidar ese crecimiento en infraestructura en algún momento la lógica indica que habrá una desaceleración del crecimiento, pero la sensación será la de una recesión, aunque en los hechos no lo sea. Por eso es preferible un crecimiento menor, menos efectista en lo político inmediato, pero más acompasado y por lo tanto más duradero.

-Esta es la ecuación que habrá que resolver en poco tiempo…

-Sí. Aun cuando las condiciones no sean directamente adversas, van a tener un signo contrario al que han tenido hasta ahora. Y creo que ahí va a haber un test muy importante, que hay que ver cómo reacciona quien esté en el gobierno en ese entonces y la oposición, que se hace un flaco favor a sí misma y a la población si no está pensando en cómo costruir, ya sea desde una gestión o desde la alternativa opositora, para que ese botín que está dando vuelta en los próximos 50 años lo podamos abrazar todos, y no un gobierno, o una clase social o una clase política.

-Una de las críticas que se le hacen a Carrió es el tono apocalíptico, como cuando habla del riesgo de la República y califica al Gobierno de “dictadura”, ¿comparte esas apreciaciones?

-… Hay que ver cuál es la definición. Si por dictadura se interpreta la no independencia de los poderes… es lamentable lo que está sucediendo. No hay más que ver lo que es la obediencia debida en el Congreso, donde no se debate absolutamente nada. Por supuesto que las connotaciones que surgen naturalmente en una dictadura por lo menos no están visibles… pero no me parece que sea un momento para cruzarse de brazos. La urgencia es mucho más grande de lo que indica la economía.

El perfil

Trayectoria académica

De 41 años, en 1989 se graduó con honores como licenciado en Ciencias Económicas en la Universidad Católica Argentina. Luego hizo un máster en Economía en la Universidad de Pensilvania, donde es candidato al grado de doctor en Economía.

Macro y micro finanzas

Trabajó varios años en el JP Morgan, donde fue director de investigaciones monetarias, y entre 2002 y 2004 presidió el BCRA. Dirige ahora la fundación Andares, que asesora a ONG de ayuda a sectores carenciados y microemprendimientos.

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