Pragmatismo y politica exterior: el caso de Cuba-EE.UU.

Por Virgilio Jiménez Grotter.- El año 2014 culmina con un hecho que puede interpretarse como el último episodio de la Guerra Fría, y que a la vez es suma importancia para las relaciones internacionales: el anuncio por parte del presidente de los Estados Unidos de la apertura de negociaciones tendientes a un próximo restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos, que se encontraban rotas desde 1961. Un año más tarde, el Congreso de los Estados Unidos autorizaba al entonces presidente John F. Kennedy a establecer y mantener el embargo o bloqueo –hay distintas interpretaciones al respecto- total sobre el comercio entre Estados Unidos y Cuba. En el discurso pronunciado el 17 de diciembre, el presidente Barack Obama ha dado un giro realista y pragmático en la política exterior de su país respecto a los vínculos con Cuba. El enfoque punitivo, vigente durante más de medio siglo, ha demostrado ser un instrumento totalmente ineficaz, provocando el aislamiento del país caribeño, afectando y deteriorando la economía cubana. La política perseguida por el bloqueo económico a Cuba fue un rotundo fracaso. De ahí entonces que Obama haya comprendido que el embargo no era aceptable en el mundo actual –tema que fue tratado en la Cumbre de las Américas de Cartagena de Indias de 2012- y por ende haya cambiado su postura sobre este tema. Desde el punto de vista del derecho internacional existen varias resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que condenan los actos de agresión (el bloqueo sería uno de ellos: así, la Conferencia Naval de Londres de 1909 afirma que el bloqueo es un acto de guerra), mientras que otros dictámenes del mencionado órgano de ONU se han referido a la necesidad de poner fin al bloqueo económico-comercial y financiero impuesto por el país del norte a Cuba. Este proceso de deshielo ha sido bastante largo y con intensas negociaciones –muchas de ellas secretas-, y en él podemos identificar dos actores han jugado un rol esencial. Por un lado Canadá, aliado de Estados Unidos y que mantiene buenas relaciones con Cuba. La capital canadiense, Otawa, fue el ámbito donde se concretaron varios encuentros para avanzar en las tratativas. Allí se negoció -hacia mediados de 2013 y a pedido de Cuba- la liberación de tres espías condenados por los Estados Unidos por llevar a cabo acciones contra grupos anticastristas de Miami, y a cambió ofreció la liberación de Alan Gross, un norteamericano que estaba detenido en Cuba por ayudar a la comunidad judía de ese país. Pero, sin duda, la labor más destacada fue la realizada por la diplomacia vaticana, encarnada en el Papa Francisco y en su Secretario de Estado, Pietro Parolin –considerado un experto en política internacional- así como también hay que destacar el trabajo efectuado por el cardenal Jaime Ortega. Este último tuvo mucho que ver en la mejora de las relaciones entre la Iglesia y el gobierno de Cuba desde que fue nombrado Arzobispo de La Habana en 1981. Además, se encargó de la visita de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI a la Isla, y tiene una estrecha relación con el ex Arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio. El “Servicio Exterior” del Estado Vaticano reviste características muy especiales –muy pequeño pero a la vez operativo, muy bien informado y eficiente- y la Academia de Diplomacia Vaticana es la responsable de las relaciones exteriores de ese pequeño país, que posee una extensión de 44 hectáreas y que fue creado luego de la firma del Pacto de San Juan de Letrán con Italia en 1929. Actualmente, el Papa viene ejerciendo acciones de buenos oficios o de mediación en distintos lugares del planeta, como por ejemplo los reiterados llamados de paz en Ucrania, Siria y en Medio Oriente. Asimismo, Francisco anunció el envío de su representante papal a Irak para ayudar a los prófugos católicos. También viene promoviendo el acercamiento con China, con el fin de proteger a la minoría católica de ese país pero, principalmente, para intentar la reapertura de relaciones vaticanas con esa nación, interrumpidas por Mao Tse Tung. Por otra parte, el Papa desarrolló tareas de mediador en Venezuela. Entre nosotros, luego de que nuestro país declaró la nulidad del laudo arbitral sobre el Canal de Beagle en 1978, cuando ya la guerra parecía inminente, el entonces Papa Juan Pablo II aceptó ser mediador en ese conflicto y de esa manera se evitó el conflicto bélico.

Algunos interrogantes La iniciativa del presidente de Estados Unidos ha sido largamente esperada y aplaudida por toda la comunidad internacional, abriendo nuevas perspectivas de un reacercamiento de Washington hacia América Latina. Seguramente, el reencuentro entre Estados Unidos y Cuba cambiará la dinámica de la VII Cumbre de las Américas, que se celebrará en Panamá el próximo 10 de abril. La decisión de Obama de terminar con la sanción más extensa de la historia de los Estados Unidos demuestra que el diálogo y la búsqueda de una solución negociada ha prevalecido por sobre el uso de medidas unilaterales contrarias al derecho internacional. No obstante quedan algunos interrogantes para reflexionar: el más importante es cuándo se levantará el embargo o bloqueo, porque el presidente Obama, si bien anunció la idea de flexibilizar dicha medida, no puede eliminarlo por sí mismo ya que se rige por una ley sancionada por el Congreso. Es decir que solo el Poder Legislativo puede terminar con el entramado de leyes que constituyen el embargo comercial de Estados Unidos a Cuba. No hay que olvidar que a partir de enero de 2015, el Partido Republicano tendrá el dominio de las dos cámaras legislativas, por lo que parece difícil que la histórica medida adoptada por el país del norte se pueda modificar en los próximos dos años, teniendo en cuenta la oposición del partido a cualquier acercamiento con Cuba. En segundo lugar, cabe preguntarse si Venezuela, el principal socio de Cuba, también tendrá un cambio de actitud hacia Washington –la política exterior de ese país estuvo signada por más de una década de fricciones con Estados Unidos- u optará por un probable aislamiento ante los cambios geopolíticos que están aconteciendo en el hemisferio. En tercer lugar –y esto es algo que dependerá exclusivamente de La Habana- queda pendiente el retorno de Cuba a la OEA, organismo regional donde están presentes todos los demás países del continente, pese a las marcadas diferencias ideológicas. En 2009 la OEA levantó la suspensión que había mantenido a Cuba alejada de dicha organización desde 1962, aunque La Habana no tiene interés en participar en un ámbito que entiende superado por otros procesos como la UNASUR o la CELAC, donde tiene una activa participación. Por último, cabe preguntarse si estas acciones impulsadas por Obama significarán una verdadera mejora en la situación de los cubanos, o quedarán en mera retórica. El tiempo tal vez dará respuestas a estas preguntas.

El autor es licenciado en Relaciones Internacionales. Coordinador de las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Santa Fe.

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