Por una auténtica promoción integral de la vida humana

Se trata de una carta abierta a la comunidad de la Comisión de Desarrollo Humano Integral de la Diócesis de Rafaela.

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Este mensaje abierto a la comunidad se enmarca en el principio esclarecedor del Papa Pablo VI: «el desarrollo, para ser auténtico, debe promover a todos los hombres y a todo el hombre» (1). A partir de datos de fuentes oficiales y del relevamiento hecho a profesionales y referentes de las comunidades que abarca nuestro territorio diocesano (departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio) deseamos trazar un breve diagnóstico que visibilice temáticas importantes y urgentes para la promoción integral de la vida: en su inicio, en su desarrollo y en las condiciones sociales que la favorecen y dignifican.

Cuidado de la vida en su origen y dignificación de la mujer
Desde una perspectiva médica probada (2), desde consideraciones antropológicas, éticas y desde la organización jurídica fundamental del Estado argentino (3), la vida humana es reconocida a partir del momento de la concepción, y requiere como tal ser protegida. Se verifica la difusión de un discurso que de modo sistemático desconoce e invisibiliza la existencia, dignidad y derechos del niño por nacer (y también del varón, en sus derechos y deberes como padre). El debate actual no tiene por eje sólo la eficacia o no de la penalización de la práctica del aborto, sino que se centra en su reconocimiento como derecho, llevando al Estado a legitimar un doble estándar de vida: el del ser humano deseado y del ser humano no deseado. Esta dualidad, que lleva a promover los derechos de unos y a descartar a otros, se manifiesta en un Estado que invierte infraestructura, recursos, personal profesional en la defensa de la vida amenazada por la pandemia y decide disponer de infraestructura, recursos y personal profesional para cegarla en el vientre materno. De esta manera se lleva al extremo una doble vara de valoración que parece verificarse en otros ámbitos de la vida social: por ejemplo, quienes no tienen recursos para su defensa y permanecen años privados de la libertad en condiciones infrahumanas, mientras otros, con delitos probados graves logran beneficios excepcionales de excarcelación; o quienes continuamente reciben inspecciones y controles estrictos para el cumplimiento de las obligaciones impositivas y fiscales, mientras otros se benefician de
exenciones, prórrogas y programas de financiación a medida; quienes deben cumplir a rajatabla los protocolos sanitarios y quienes, teniendo responsabilidades dirigenciales, se muestran públicamente quebrantándolos.
La doble vara se aplica también al trato con la mujer: en el discurso se exaltan sus derechos, pero el Estado permanece ausente en la prevención y el acompañamiento real y sostenido de las situaciones críticas que atraviesa la mujer, desde lo sanitario (hay muchos problemas de salud que hoy no entran en la agenda de debate 4),

(1) Carta Encíclica Populorum Progressio, 14.
(2) «La Academia Nacional de Medicina considera que el niño por nacer, científica y biológicamente, es un ser humano cuya existencia comienza al momento de su concepción por lo que, desde el punto de vista jurídico, es un sujeto de derecho» – Plenario de la Academia Nacional de medicina del 30 de septiembre de 2010».
(3) Cf Art 75, inc 19 y 22 de la Constitución Nacional; Convención sobre los Derechos del Niño. Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), art 19 del Código Civil y Comercial de la Nación.
(4) Según un informe de la Sociedad Argentina de Cardiología de la República Argentina, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortandad femenina (alrededor del 30% de decesos; 7204 muertes en 2015; en 2018 hubo 66.131 casos). Lo siguen el cáncer de mama (21.538 casos, con un promedio anual de 5400 muertes). En 2018 el informe de Natalidad y Mortalidad del Ministerio de Salud (síntesis estadística n°6, pág 17) registró 257 muertes maternas, de las cuales el 87% no corresponden a causas asociadas a un aborto en curso.

pasando por la contención humana, afectiva y las alternativas reales de promoción (más allá de los planes de asistencia inmediata). En el caso de la embarazada se ofrece como salida el aborto, que lastima su dignidad involucrándola en la desaparición de su propio hijo, agregando una herida más a las que muchas veces ya soporta. Un Estado abandónico de la mujer vulnerable, que la deja librada a su suerte en sus dramas más hondos y que ofrece sólo como alternativa instrumentos para ejecutar sobre ella una acción traumática que la marcará de por vida, más allá de la máscara de su relato, se convierte en un Estado violento, patriarcal y machista.

Cuidado de la vida en las distintas etapas de su desarrollo

La vida debe ser promovida en todas sus etapas y dimensiones. Sin desconocer las medidas públicas que se han tomado en ese sentido, vemos importante señalar las dificultades aún presentes y desafíos a futuro. En el campo sanitario, en relación con el Covid, si bien el tiempo de cuarentena favoreció un equipamiento de emergencia del sistema; tanto en las ciudades principales como (y sobre todo) en los pequeños pueblos y colonias de nuestra Diócesis, se verifica que en el período pico se llegó a un punto de saturación (y en algunos lugares de colapso, por falta de instrumental, de medicamentos y de personal). Por lo mencionado, no hay garantías de que no se repita una situación similar (o aún más grave) en el caso de una segunda ola de contagios.
Ante esta eventualidad (a la que puede sumarse un rebrote de dengue) es apremiante la previsión, planificación y coordinación eficaz de la administración pública (5). Sería imprudente poner todas las
expectativas sólo en la llegada de una vacuna (sobre la que hasta el momento se comunica poco y en modo ambiguo). En general no hubo ámbitos de contención para familiares de enfermos graves (y tampoco lo está habiendo para los propios profesionales de la salud). A esto deben sumarse problemas estructurales de largo tiempo, como dificultades económicas de traslados (por la suspensión del servicio público) y mal estado de los caminos (sobre todo en el norte). La falta de personal y el agotamiento físico y mental de los agentes sanitarios es un punto crítico a resolver en el corto plazo. También deben mencionarse las dificultades de un efectivo monitoreo médico posterior al alta de Covid (que derivó en muchos casos en complicaciones serias para la salud) y las problemáticas de salud derivadas de la suspensión de tratamientos de enfermedades crónicas por la falta de atención o de seguridad sanitaria en los nosocomios.
Aparecen también otras secuelas, en el orden relacional, afectivo, psicológico y espiritual. Algunas medidas públicas de aislamiento, en ocasiones arbitrarias, desmedidas o no planificadas, propiciaron cuadros de angustia y ansiedad; potenciados por el cierre prolongado de instituciones
que facilitan la sociabilidad (escuelas, clubes, iglesias). En este contexto, tanto en las ciudades como en los pueblos, se verifican retrocesos (particularmente en niños y adultos mayores) en el aprendizaje y en las conductas (tendencia a la introversión, a la agresividad, a la depresión).
También se vieron afectadas familias que, por aplicaciones excesivas del protocolo, no pudieron despedir a un ser querido (la persona que fallece tiene derecho de hacerlo en condiciones dignas y sintiendo la cercanía de sus afectos).

(5) Por ejemplo, en la necesidad de agilizar trámites de habilitación de matrículas y simplificación de requerimientos administrativos que faciliten una mejor rotación del personal sanitario.

Los problemas vinculares desembocan también en un aumento de casos de violencia intrafamiliar (se detecta como realidad generalizada tanto en el norte y como en el sur de la Diócesis, en los pueblos, las ciudades y el campo) y contra las mujeres (siendo víctimas también los niños, que
quedan encerrados en ambientes tóxicos y carecen de la asistencia externa que solían tener por parte de otras instituciones). En esta línea, otro problema alarmante y generalizado (que atraviesa geografías, edades y clases sociales) es el crecimiento del narcotráfico y del consumo de drogas;
concomitantemente con un aumento de la inseguridad: robos, arrebatos, violencia a la propiedad privada, abigeato. Es llamativo el grado de agresividad y la modalidad, en horarios y lugares que antes se tenían por seguros. En algunos casos se destaca la acción policial positiva; en muchos otros se señala un desborde o falta de involucramiento de las fuerzas de seguridad (lo que despierta desconfianza hacia ellas).
Un desafío de mediano plazo, estructural también, son las falencias en el sistema educativo. Más allá del esfuerzo generoso de muchos docentes, en toda la geografía diocesana tanto urbana como rural, especialmente en las familias más humildes, se señalan problemas de conectividad, de acceso a computadoras o celulares. Sumado a la pérdida de hábitos de estudio (y otros hábitos humanos básicos), se teme que la deserción escolar aumente, descartando el hecho de que ya existe un retroceso en el proceso de aprendizaje. Los padres (por los contenidos y métodos pedagógicos)
muchas veces se ven incapaces de acompañar a sus hijos asumiendo el rol docente. La pandemia afectó también el proceso normal de la catequesis, los grupos y actividades pastorales y las celebraciones litúrgicas: aún persisten dificultades para retomar la práctica religiosa presencial y
comunitaria.

Condiciones sociales dignas para la promoción humana

La pandemia ha llevado a superficie y agudizado problemas estructurales preexistentes a nivel socio-económico que trascienden una determinada gestión de gobierno. Entre ellos, la baja rentabilidad del sector productivo (agrícola, ganadero, lácteo); los problemas económicos derivados de las
sequías e inundaciones cuyas consecuencias aún perduran, caminos en malas condiciones, cortes de energía eléctrica y dificultad de acceso al agua potable (especialmente en la zona norte). Si bien en los meses de cuarentena se incrementó la asistencia del Estado; ésta no fue siempre eficiente y equitativa. La acción asistencial no detuvo el crecimiento de los niveles de pobreza e indigencia (pronunciado en la franja infantil 6) y en muchas localidades de toda la Diócesis se verifica la asistencia a Cáritas de familias que nunca antes lo habían hecho. Se plantea el desafío de seguir acompañando estas realidades extremas cuando se recorten los ingresos familiares de emergencia.

(6) Según el informe del Observatorio Social de la UCA de septiembre de 2020, la tasa de pobreza a nivel país pasó de 34,5% en el primer semestre de 2019 a 40,9% en el primer semestre de este año. La indigencia aumentó del 7,1% al 10,5% en el mismo período (el porcentaje trepa al 16,3% cuando se refiere a la franja etaria más joven: de 0 a 17 años).

El trabajo, que ya registraba altos niveles de informalidad, se vio muy afectado (changas, microemprendimientos, oficios). Siguen en riesgo puestos de trabajo de empleo formal al igual que latente el peligro económico sobre Pymes e industrias (7). Al porcentaje alto de dependencia del empleo público (especialmente en el norte de la Diócesis), se suma la falta de exigencias de una efectiva contraprestación laboral frente a las ayudas sociales recibidas, por lo que se desalienta la cultura del trabajo y se genera una actitud creciente de dependencia a la dádiva pública (con riesgos de uso clientelar político). La ecuación entre la disminución de emprendimientos del sector privado y el creciente gasto público se vuelve insostenible en el tiempo. Por otra parte, una realidad positiva (particularmente en colonias y poblaciones pequeñas) es el fortalecimiento del entretejido social entre instituciones intermedias con alta participación de la población.
Otro problema grave y general es el acceso a la vivienda digna, con situaciones de hacinamiento (contexto propicio para la promiscuidad, violencia y abuso de todo tipo), con condiciones de alquiler (especialmente en Rafaela) que son excluyentes y con un crecimiento del número de asentamientos ilegales (8).
La realidad local no escapa al marco institucional del país. La separación e independencia de los poderes del estado peligra por la intromisión indebida de uno en la esfera del otro, motivada por intereses particulares o partidarios alejados de las prioridades que preocupan a la sociedad. La falta de reglas claras y de largo plazo, de seguridad jurídica y de instituciones sólidas que las garanticen ha llevado a la tasa más baja de inversión del país de la historia, incluso con peligro de desinversión (9). Sin inversión no podrán generarse fuentes genuinas y duraderas de riqueza y de trabajo. La llamada «grieta» política corre riesgos de traducirse en una grieta social: entre «los propios» y «los ajenos»; entre quienes son asistidos por el gobierno y quienes sienten que siempre aportan y sostienen con su esfuerzo. Esta polarización tiene ciertas raíces históricas y culturales; pero se alimentan al calor de la falta de eficiencia del gasto estatal y de una ausencia de signos de austeridad del sector público en contraposición a una sobrecarga de impuestos sobre el sector privado.

(7) El ISAE (Indicador Sintético de Actividad Económica de Santa Fe) muestra un disminución del 7% en el período de enero-agosto de 2020, en relación al año anterior. Si bien a nivel industrial se registra un repunte de la actividad, el 6to informe del Observatorio Industrial de Rafaela tomando como referencia julio de 2020, muestra una caída interanual del 13,4% de la actividad. En términos reales el 68% de las empresas han visto reducida su facturación interanual.
(8) Este fenómeno se verifica en escala mayor a nivel nacional, donde en parte del discurso político se ha puesto en tela de juicio la legitimidad de la propiedad privada, dándose una dinámica de retroalimentación negativa entre la tendencia a la ocupación ilegal y las reacciones de «justicia por mano propia». Se abre una instancia peligrosa que combina inseguridad y conflictividad social donde el factor común es una notoria inacción del Estado.
(9) Las mediciones de Indec del segundo trimestre de este año establecieron una caída interanual histórica a nivel país del 19,1% del PBI y del 38,4% de las inversiones. El Observatorio industrial de Rafaela, comparando el primer cuatrimestre de 2019 con mismo período de este año muestra una caída de inversión en equipamiento de producción del 39 al 22%, de lanzamiento de nuevos productos al mercado del 33 al 20%; y de inversiones en infraestructura física, del 26 al 12%.

En estas consideraciones se verifica nuevamente la «doble vara» de la que hablamos al inicio. En cambio, afirmamos que toda y cada vida vale, y en toda circunstancia merece ser cuidada y promovida para pasar, como afirmaba también Pablo VI, «de condiciones menos humanas a
condiciones más humanas de vida» (10).
Dios aplica con nosotros una sola vara, la del amor, con la que mide cada una de sus acciones. La Navidad nos muestra esta opción de amor del Señor que decidió tomar para sí mismo nuestra realidad humana, asumiéndola por completo, incluso en su fragilidad, límite y desamparo. Éste es el camino que elige para sanarla, para restaurarla desde adentro, para elevarla a la dignidad de una nueva condición y ofrecerle vida en abundancia. Este ha de ser también nuestro camino como Iglesia y como sociedad.

(10) Populorum Progresssio, 20. Retomado también por Papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti.

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