Políticas películas

Está claro que parece que vivimos en un país de película, con magos por todas partes, como si hubiesen bebido todos ellos del embrujo de la Alhambra para encandilarnos y que en mayo vayamos a las urnas, que debemos ir, a darles el aplauso del parabién a unos o la bienvenida a otros.

Por Víctor Corcoba Herrero (España)

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Ahora que tenemos un cine lleno de vitalidad, según reza en la obra editada por el Ministerio de la Presidencia, y que nos aseguran que es una visión actualizada, ya no sabemos si real o en sueño, de nuestro país en sus principales aspectos, podemos proclamar ¡aleluya! y desterrar aquella descriptiva metáfora de un jefe de butacas, cuando apuntó que ser director de cine en España es como ser torero en Japón. Películas del pasado. Uno se alegra de que esto sea así, y si no lo fuese o fuera, que el telón proteste bordado en verso, hace menos daño a los ojos, que lo que servidor pueda decir de viva voz.
Por si fuera poco el regocijo, los políticos de la gaviota, hablan de una nación en positivo, con autonomías fuertes en un Estado eficaz, centrados posesivamente en ti, lo malo es que sean como esos amores posesivos que no te dejan vivir y mucho menos respirar, pero ahí está la oferta del verde que te quiero verde, hablan de ciudades en aceitunado color, de culturas para la libertad, de vivir seguros sin seguro de vida, de poner los pueblos a la vanguardia de las urbes. Ya veremos, ya veremos… que no sabemos si la gaviota canta porque un poeta le ha grabado una canción o si le sale del alma la letra.
Subidos en la alta velocidad del deleite, los políticos de la rosa, echan también flores al aire, total cuesta calderilla poner en movimiento el fuelle, que además paga el pueblo las rondas, (sean de un bando o del otro, siempre paga el pueblo: es lo único que es fe de vida), pero sigamos con los de Ferraz, que dicen prometernos más guindas porque harán lo que no han hecho, harán más, no sabemos si por menos, pero refrendan que ellos siempre miran adelante. Insisten en que el pasado no les ata y que el futuro les ocupa, pero que tampoco les asusta. Que bien. En cualquier caso, por aquello de que venga el lobo, no está demás mirar con el rabillo del ojo, que no hay rosa sin espinas, dice la sabiduría popular.
No les cuento las aventuras y desventuras del resto de opositores a las urnas, son una retahíla tan plural como pluvial, en cuanto a ríos de tinta y tintes. Idem id, con menos bombo, porque los euros son más escasos. Que nadie piense que sólo me desvela el bipartidismo y que, sin embargo, no me afanan las minorías. Los débiles siempre han sido mi ojito derecho, lo confieso. Lo que no es de recibo es tener lo que tenemos, siempre los mismos gallos en el mismo gallinero. Abramos el corral  a la democracia y que, cada cual, vote democráticamente al gallo que le plazca y no al gallinero que le impongan.
Está claro que parece que vivimos en un país de película, con magos por todas partes, como si hubiesen bebido todos ellos del embrujo de la Alhambra para encandilarnos y que en mayo vayamos a las urnas, que debemos ir, a darles el aplauso del parabién a unos o la bienvenida a otros. Quede claro, que en cualquier caso, nos llevamos el gallinero entero. Con lo fructífero que es la mezcolanza de partidos para que aprendamos a globalizarnos, pues nones. La política ha dejado de ser una política de ideales para convertirse en una política de cine. Lo nefasto es que algunos actores no se creen tampoco el guión que le han marcado. A falta de Napoleones, que venga el Bonaparte, a hacer política; porque en política –como dijo- hay que sanar los males, jamás vengarlos. Por Dios, que no venga Villalonga, vayamos a que algún opositor a las urnas se deprima con aquel cantar que todo el mundo recuerda: “la política es el arte de los incapaces de triunfar en privado”. El espectáculo, al fin y al cabo, ya está servido. Traguémonos el drama o la comedia, todo depende del color con que se mire y no seré yo quien ponga grilletes a la libertad del poeta. Y si alguien protesta, que encienda la paciencia o mejor se vaya al Parnaso. 

Víctor Corcoba Herrero corcoba@telefonica.net

El autor vive en GPOLÍTICAS PELÍCULAS Ahora que tenemos un cine lleno de vitalidad, según reza en la obra editada por el Ministerio de la Presidencia, y que nos aseguran que es una visión actualizada, ya no sabemos si real o en sueño, de nuestro país en sus principales aspectos, podemos proclamar ¡aleluya! y desterrar aquella descriptiva metáfora de un jefe de butacas, cuando apuntó que ser director de cine en España es como ser torero en Japón. Películas del pasado. Uno se alegra de que esto sea así, y si no lo fuese o fuera, que el telón proteste bordado en verso, hace menos daño a los ojos, que lo que servidor pueda decir de viva voz. Por si fuera poco el regocijo, los políticos de la gaviota, hablan de una nación en positivo, con autonomías fuertes en un Estado eficaz, centrados posesivamente en ti, lo malo es que sean como esos amores posesivos que no te dejan vivir y mucho menos respirar, pero ahí está la oferta del verde que te quiero verde, hablan de ciudades en aceitunado color, de culturas para la libertad, de vivir seguros sin seguro de vida, de poner los pueblos a la vanguardia de las urbes. Ya veremos, ya veremos… que no sabemos si la gaviota canta porque un poeta le ha grabado una canción o si le sale del alma la letra. Subidos en la alta velocidad del deleite, los políticos de la rosa, echan también flores al aire, total cuesta calderilla poner en movimiento el fuelle, que además paga el pueblo las rondas, (sean de un bando o del otro, siempre paga el pueblo: es lo único que es fe de vida), pero sigamos con los de Ferraz, que dicen prometernos más guindas porque harán lo que no han hecho, harán más, no sabemos si por menos, pero refrendan que ellos siempre miran adelante. Insisten en que el pasado no les ata y que el futuro les ocupa, pero que tampoco les asusta. Que bien. En cualquier caso, por aquello de que venga el lobo, no está demás mirar con el rabillo del ojo, que no hay rosa sin espinas, dice la sabiduría popular. No les cuento las aventuras y desventuras del resto de opositores a las urnas, son una retahíla tan plural como pluvial, en cuanto a ríos de tinta y tintes. Idem id, con menos bombo, porque los euros son más escasos. Que nadie piense que sólo me desvela el bipartidismo y que, sin embargo, no me afanan las minorías. Los débiles siempre han sido mi ojito derecho, lo confieso. Lo que no es de recibo es tener lo que tenemos, siempre los mismos gallos en el mismo gallinero. Abramos el corral a la democracia y que, cada cual, vote democráticamente al gallo que le plazca y no al gallinero que le impongan. Está claro que parece que vivimos en un país de película, con magos por todas partes, como si hubiesen bebido todos ellos del embrujo de la Alhambra para encandilarnos y que en mayo vayamos a las urnas, que debemos ir, a darles el aplauso del parabién a unos o la bienvenida a otros. Quede claro, que en cualquier caso, nos llevamos el gallinero entero. Con lo fructífero que es la mezcolanza de partidos para que aprendamos a globalizarnos, pues nones. La política ha dejado de ser una política de ideales para convertirse en una política de cine. Lo nefasto es que algunos actores no se creen tampoco el guión que le han marcado. A falta de Napoleones, que venga el Bonaparte, a hacer política; porque en política –como dijo- hay que sanar los males, jamás vengarlos. Por Dios, que no venga Villalonga, vayamos a que algún opositor a las urnas se deprima con aquel cantar que todo el mundo recuerda: “la política es el arte de los incapaces de triunfar en privado”. El espectáculo, al fin y al cabo, ya está servido. Traguémonos el drama o la comedia, todo depende del color con que se mire y no seré yo quien ponga grilletes a la libertad del poeta. Y si alguien protesta, que encienda la paciencia o mejor se vaya al Parnaso.

Víctor Corcoba Herrero corcoba@telefonica.net

El autor vive en Granada (España) y envió esta colaboración a www.sabado100.com.ar

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