Pensar en una planificación prospectiva estratégica

Se trata de una investigación realizada en el seminario “Comunicación Estratégica II” a cargo de Washington Uranga de la Maestría en Comunicación Estratégica, Facultad de Ciencia Política y RR.II. de la Universidad Nacional de Rosario, marzo de 2013.

Por Emilio Grande (h.)

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Por Emilio Grande (h.).- El quinto seminario cursado en la maestría fue dinámico, complejo y cuestionador de mis prácticas profesionales a partir del desarrollo de las perspectivas epistemológica, política y comunicacional, como así también la comunicación prospectiva estratégica en la construcción de políticas públicas. Al mismo tiempo, este aporte de nuevas categorías de análisis me permitió profundizar de alguna manera el seminario de Comunicación Estratégica I a cargo de Sandra Massoni en el mes de setiembre de 2012, contrastando también con el intercambio de la experiencia personal y al escuchar los testimonios de los compañeros. En aquel seminario apareció mi “territorio” dentro de la comunicación estratégica enfocado a mi campo de acción que es el periodismo -redactor del diario La Opinión y conductor del programa radial “Sábado 100” en FM Sol – y también está la actividad docente en la UCSE DAR. Un elemento que asomó fuertemente es el perfil que debe tener el comunicador estratégico: darle importancia a escuchar al otro, abrirse a las nuevas realidades socioculturales y tratar de incluir a las diferentes voces de los actores sociales en un contexto de un paradigma cambiante, emergente y fluido. Otro elemento es la transdisciplinariedad del fenómeno comunicacional porque actúan diversas disciplinas y categorías de análisis. Al respecto, Jon Lee Anderson -reportero de The New Yorker- señala: “Hay que agregar voces y hay que crear un retrato tridimensional. Hay que buscar muchas fuentes y hay que tener un sentido ético para establecer un equilibrio entre lo que es la percepción de uno y lo que aparentemente es la realidad de los otros. Hay que ser consecuente con los otros” (revista ADN del diario La Nación, 10 de agosto de 2012). En aquella oportunidad, entre los participantes debatimos sobre conceptualizaciones en forma consensuada de la comunicación desde una mirada clásica y desde los nuevos paradigmas. Sobre este último, afirmamos que “la comunicación es un proceso cognitivo, dinámico, complejo y fluido que propone un espacio de encuentro y propicia transformaciones. Es transversal, relacional y siempre situado. La comunicación es acción desde las matrices socioculturales de los actores. Aquí, lo simbólico y lo material se encuentran imbricados”. A decir verdad, está operando un cambio de paradigma, pasando de la simplificación a la complejidad de la comunicación, una manera de ser y transformar. A menudo, está la tentación en la actividad periodística de recortar o mutilar los hechos, las voces de los actores en la cobertura o en los análisis de un tema determinado por cuestiones de tiempo, espacio y en algunos casos hay restricciones políticas y económicas. Uno de los secretos de la comunicación estratégica es aprender a convivir con la contradicción, la diversidad y la complejidad. Para comprender una acción política necesito del oficialismo, la oposición y todas las voces minoritarias para así entender este fenómeno, de lo contrario lo estoy reduciendo y recortando. El fenómeno comunicacional requiere un abordaje transdisciplinario, concentrándose en lo situacional para afrontar los problemas reales, con una estrategia de comunicación enfocada para asumir el fenómeno complejo con múltiples dimensiones y fluido con una dimensión intermedia y en movimiento por la dinámica propia del proceso sociocultural. ¿De qué manera el poder hegemónico de los “mass media” reproduce la simplificación de los hechos, evita las miradas diversas y el diálogo de los saberes es una imposición? Papalini pregunta con razón en voz alta: ¿cuál es el lugar de los medios en este proceso: ser agentes de la igualación, sujetando a los hombres y mujeres a la maquinaria capitalista o establecer relaciones sociales entre aquellos a quienes nada vincula? Con la nueva categoría de la comunicación estratégica, ¿en qué medida me pongo en el lugar del otro a la hora de informar, más aún opinar, interpretar, criticar e investigar un tema determinado? En “Introducción al pensamiento complejo”, Edgar Morin afirma que “la información no es un concepto terminal, sino que es un concepto punto de partida. No nos revela más que un aspecto limitado y superficial de un fenómeno a la vez radical y poliscópico, inseparable de la organización.” Mi actividad laboral en el diario La Opinión es cambiante por la dinámica propia del medio de comunicación que cuenta con una redacción pequeña y la heterogeneidad de los temas que se abordan diariamente, los cambios producidos en los descansos y también es bastante caótico por las responsabilidades -debido al contenido a publicar- de esta profesión que es apasionante y demandante, generando estrés, ansiedad y esto se profundiza para quien lleva una vida sedentaria, que no es mi caso. El diagnóstico situacional es por demás complejo en el que interactúan y operan distintas situaciones internas y externas al medio de comunicación, debiéndose repensar en una estrategia comunicacional desde los nuevos paradigmas con el objetivo de buscar soluciones a estas problemáticas y, al mismo tiempo, trabajar en la matriz sociocultural con su lógica de funcionamiento de grupo social a través de un plan de acción concreto. Frente a este espacio de crisis y de tensiones en lo situacional de mi territorio periodístico, puede aparecer la enacción de lo simbólico y material, que emerge y surge entre los participantes a través de redes de encuentro con el aporte de las distintas instituciones y organizaciones socioculturales, una especie de sinergia comunicativa buscando algunas soluciones. Un buen comunicador tiene que ponerse en el lugar del otro para saber cuál es su percepción de lo que está viendo y cómo va a completar las piezas comunicacionales en un contexto que nos condiciona. Pero con un abordaje multiparadigmático de la comunicación aparece un fenómeno complejo y fluido, operando las dimensiones informativa, ideológica (la línea editorial del medio comunicacional), interaccional y sociocultural, asumiendo una relación de imbricación (coexistencia) entre teoría y realidad, como afirma Néstor García Canclini. En esta maestría que estoy cursando desde agosto del 2012 viene apareciendo el elemento emocional que está siempre en la vida cotidiana de la gente con una pregunta reiterada: si nos gustaron los temas abordados y cómo nos sentimos, que en mi territorio del periodismo (diario, radio, universidad) no aparece tan manifiesto o está en un segundo plano de la experiencia laboral, como escindiendo lo profesional -desde la mirada de la imparcialidad periodística- de la vida cotidiana.

ANALISIS DE PERSPECTIVAS Luego de este introito del seminario de Comunicación Estratégica II en el que fue refrescado de alguna manera lo estudiado y vivenciado en el anterior seminario de Comunicación Estratégica I, en esta segunda parte se avanzará en las categorías desarrolladas en el mes de marzo pasado. Como objetivo pienso reflexionar sobre mis prácticas profesionales en un contexto determinado con una planificación prospectiva estratégica a largo plazo para no caer en un cortoplacismo tan común de nuestra dirigencia política, para luego ser aplicado en una gestión y tratar de corregir los problemas que se van presentando. En este sentido, Iglesias, Pagola y Uranga sostienen que “la planificación es una fase o función esencial de la gestión, porque supone el diseño de los pasos para ejecutar a partir de una mirada analítica sobre la situación inicial. (…) La planificación presenta una dimensión científica (relacionada con los saberes que se ponen en juego), una política (vinculada con el sentido de cambio) y otra práctica (referida a las estrategias para superar los obstáculos y al desarrollo de destrezas, habilidades y capacidades) que se aplican en todo el proceso”. En este contexto, hay que tener en cuenta la afirmación de Esther Díaz: “El científico concibe y construye teorías científicas, el epistemólogo reflexiona sobre ellas. La epistemología es una disciplina filosófica. Se la denomina también filosofía de la ciencia”. Mi función será entonces pensar y reflexionar a partir de las prácticas profesionales en el marco de un paradigma complejo, dinámico, fluido y situacional, revelando así algunos supuestos acerca de la tarea de conocer. “La planificación normativa es una metodología que busca asegurar la coherencia, eficacia y eficiencia de una intervención a través de medidas centralizadas, adoptadas siguiendo criterios técnicos rectores y destinadas a garantizar el cambio deseado o el cumplimiento de los objetivos trazados por estos mismos técnicos en función de las decisiones tomadas por el poder político o gestor” (Iglesias, Pagola y Uranga). “Para entender que todo el espacio de las prácticas sociales están atravesadas siempre por luchas de poder en función de las cuales se ponen en juego estrategias y dispositivos de comunicación”, sostiene Uranga en “Mirar desde la comunicación”. En este sentido, Daniel Prieto Castillo afirma que “uno no es simplemente emisor, uno es emisor en situación, dentro de tensiones sociales, dentro de ciertas relaciones de poder, dentro de un grupo y no de otro. En otras palabras, lo que funda al emisor no está en lo esencial en él, sino en las relaciones sociales dentro de las cuales se inserta y vive, según los límites fijados por la formación social a cada sector de la población”.

PLANIFICACION PROSPECTIVA Como enseña Carlos Matus, “cada actor ve la realidad con sus propios anteojos”, entendiendo que el resultado de este proceso de análisis e interpretación comunicacional debe servir como un espacio de diálogo, reflexión y debate con los actores del ámbito de trabajo, con el objetivo de enriquecer y profundizar este trabajo investigativo. Se trata de una mirada novedosa de planificación con la construcción colectiva de imágenes del futuro para volver al presente, en el que operan sueños, utopías, deseos y mundos posibles, para luego empezar a plasmarlo en este presente. Para Agustín Merello, la prospectiva es “primero un acto de imaginación selectiva y creadora de un polo deseado, luego una reflexión sobre la problemática presente (para confrontarla con la deseada) y, por último, una articulación ensambladora de las pulsiones individuales para lograr el futuro (futuro deseado)”. Francisco Mojica abona esta idea: “Podríamos definir a la prospectiva como una disciplina que permite iluminar el presente con la luz del futuro”. En clave teológica cristiana, se podría construir una imagen de futuro con un mensaje profético. “Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios: «(…) El secará todas sus lágrimas y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó. (…) Yo hago nuevas todas las cosas.»”, vaticina con esperanza el Apocalipsis (21, 2-5) en la Biblia, para así traerla a nuestra realidad y empezar a plasmar los cambios posibles. Otro de los autores que profundizan esta línea de pensamiento es Juanjo Gabiña: “cuando antes nos liberemos de la esclavitud que nos produce lo cotidiano y lo urgente, mayores posibilidades tendremos para gestionar y dominar los cambios en un sentido que nos sea favorable. La voluntad para que sea efectiva necesita integrarse con la razón. Para ello es necesaria la visión bifocal. No hay buenas respuestas allí donde previamente no hemos establecido buenas preguntas.” Una vez expuesta la perspectiva epistemológica, “sobre todo al aporte de voluntades y capacidades de los actores y a la difícil negociación de intereses entre ellos en función de un propósito común que se sitúa más allá de los intereses individuales” (Iglesias, Pagola, Uranga). En esta mirada de considerar a la participación colectiva en la construcción de la planificación prospectiva, Gabriel Kaplún clarifica: “para tener éxito, una buena planificación debe partir de y ser realizada directamente por aquellos que van a ser afectados (…) Porque ellos conocen directamente muchos de los problemas en juego, saben mucho de lo que hay que saber para resolverlos. Y porque además sin ellos no es posible resolver en serio los problemas”. Este seminario me remitió a recordar cuando cursé cuatro materias en el “Centro Interdisciplinare sulla Comunicazione Sociale” de la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma (1995-96). En la cátedra “Mass media, II: Teoria di Media, Cultura e Societa” a cargo del americano Robert White estudiamos los medios masivos como negociación socio-cultural, opinando que “la participación de todos los sectores de la sociedad en el proceso de composición de una cultura y de definición de un camino a recorrer para construir la historia de esta sociedad”. Siguiendo el esquema trabajado en clase del enfoque prospectivo, una de las variables importantes clave a tener en cuenta es la política: “debemos tener en cuenta las relaciones de poder, asimetrías, condicionantes históricos y contextuales que atraviesan a cada uno de los actores”, aclaran Gabriel Appella, Cecilia Huarte y Teresita Vargas en “Análisis situacional desde la comunicación”. En este contexto, aparecen las denominadas “brechas” que son las distancias entre la situación presente y aquella deseada considerada como óptima y posible, que pueden ser leídas por los actores como problemas, trabas o dificultades, tal como precisan Appella, Huarte y Vargas. En líneas generales, el tema está planteado sobre la planificación estratégica prospectiva, disciplina que permite utilización la metodología de la anticipación y la previsión para así responder a los problemas y crisis que se presentan en un paradigma de la complejidad, emergente, situacional y fluido, el que seguramente se puede profundizar, seguir pensando e investigando sobre las imágenes del futuro que vienen a revolucionar las miradas desde la comunicación. Finalmente, elijo una frase del entonces cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, actualmente papa Francisco desde el 13 de marzo pasado en el libro “La nación por construir. Utopía, pensamiento y compromiso” (2005): “No podemos caminar sin saber hacia dónde estamos andando. Es criminal privar a un pueblo de la utopía, porque eso nos lleva a privarlo también de la esperanza”.

Nota: seminario “Comunicación Estratégica II” a cargo de Washington Uranga, Maestría en Comunicación Estratégica, Facultad de Ciencia Política y RR.II. de la Universidad Nacional de Rosario, marzo de 2013.

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