Pasar de la queja a la participación efectiva

En medio de la crisis de participación y de la cultura de la desmovilización imperante en la sociedad argentina, suelen aparecer algunos atisbos de toma de conciencia en el protagonismo popular frente a situaciones especiales. Un ejemplo de ello es lo que ocurrió esta semana con el polémico sorteo de las 105 viviendas del barrio Plan Mora, al norte de la ciudad, cuando inexplicablemente faltaron 152 bolillas, cuya responsabilidad mayor recayó en la escribana Claudia Dechanzi, funcionaria de carrera de la Provincia a quien se le inició un sumario administrativo. Además de la profesional siempre hay otras personas controlando entre funcionarios, concejales y anotados para el sorteo, pero ¿nadie se dio cuenta del faltante de bolillas previo al inicio del acto? ¿Habrá sido la primera vez que faltaron bolillas o este error se cometió en sorteos de años anteriores? Ante la anulación del sorteo, en varios momentos de estos días los ganadores de las 105 casas se mostraron efusivos y reclamaron de distintas maneras ante los funcionarios municipales y concejales para que le den a una solución debido a las expectativas creadas de tener el “techo propio”. Los reclamos de los vencedores en el sorteo llegaron hasta la capital provincial y allí el gobierno prometió que los ganadores tendrán dos chanches: si no salen sorteados en el próximo sorteo igualmente recibirán una casa. Seguramente, cuando pasen los días este hecho circunstancial pasará al olvido y la mayoría de la gente seguirá viviendo cómo hasta previo al sorteo, es decir, trabajando, disfrutando de la familia y descansando de los tiempos libres para el esparcimiento. Estos valores no son malos en sí mismos, al contrario hablan de la cultura del trabajo y de la familia. Pero se puede dar un paso más en esta democracia que por momentos parece estar “atada con alambre” como dice la letra de Ignacio Copani. En nuestra ciudad y en otros lugares del país se constata una escasa participación de la gente en la sociedad civil, ya sea en partidos políticos, sindicatos, clubes, vecinales, iglesias, instituciones intermedias. Caemos en el error en que la democracia solamente se ejercita los días de elecciones y hay varias causas que confluyen en los reclamos puntuales y sectoriales. La apatía de estos años difiere sustancialmente del protagonismo popular de la década de los 70 con otro contexto internacional. Por este motivo, en los sectores populares y excluidos socioeconómicos se deben articular mecanismos directos de participación a través de los líderes comunitarios para romper con la indiferencia de la gente en el compromiso y así dar credibilidad y legitimidad a los reclamos que apunten al bien común, pero alejados del clientelismo político y de la dádiva, que terminan siendo esclavizantes.