Paradoja de un Nobel

Este premio viene a representar entonces, un depósito de esperanzas, que, teniendo en cuenta los escenarios de crisis actuales, parecen sumergirse en las profundidades del conflicto.

Por Tatiana Santori (Rafaela)

Compartir:

Con un escenario desbordado en Medio Oriente, y con dos guerras libradas en Irak y Pakistán, el presidente norteamericano Barack Obama ha sido galardonado, casi irónicamente, con el Premio Nobel de la Paz. El 9 de octubre de 2009, el comité noruego que otorga el Premio Nobel de la Paz situó al mundo ante una gran sorpresa al entregar el galardón al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien con escasa trayectoria frente al gobierno norteamericano, ya libra dos guerras en territorios de países soberanos que ocupa desde hace años: Irak y Afganistán. No obstante, Barack Obama tampoco pudo evitar sorprenderse puesto que el premio lo encontró en medio de una dura pelea política con la oposición republicana y el Pentágono debido a la estrategia afgana, piedra fundamental de su política exterior. A principios de su mandato, el actual ocupante de la Casa Blanca decidió borrar con el codo su imagen de opositor a la guerra de Irak que cultivó durante sus años en el Senado, demostrando dureza en el frente afgano, para lo cual conservó al secretario de Defensa de George W. Bush, Robert Gates, y se rodeó de algunas controvertidas figuras para dar forma a una política que pretende poner la “lucha contra Al Qaeda” como el objetivo principal en Afganistán y Pakistán. A pesar que los informes de inteligencia de las agencias norteamericanas afirman que la red Al Qaeda se encuentra sumamente debilitada, desde que Obama asumió la presidencia, la situación ha empeorado significativamente: aviones no tripulados Predator bombardearon hasta el hartazgo la frontera afgano-pakistaní, aumentando sobremanera las víctimas civiles. Un número que en ninguna guerra se saca a la luz. Este incremento del espiral de violencia y de la inestabilidad de la región causados por la fuerte presencia de tropas en Afganistán y los ataques en Pakistán consentidos por el débil gobierno de Ali Zardari, incrementan el sentimiento antinorteamericano. En ambos países, los ataque armados y atentados suicidas son cada vez más audaces y continuos, y ya suman más de 400 los soldados que murieron en combate. En Pakistán, en tanto, las concesiones de Islamabad a Washington, y la ofensiva contra los militantes islámicos en el valle de Swat están recibiendo una respuesta sin precedentes, que amenaza con desintegrar el país. Cuestión sumamente peligrosa puesto que este país cuenta con armamento nuclear. A estos hechos se suma la ola de ataques que los talibanes lanzaron a cuarteles policiales y militares, oficinas de defensa y otras representaciones estatales en Rawalpindi, Lahore y otras ciudades, causando más de un centenar de muertes y demostrando así su capacidad de golpear en cualquier parte de este país pese a los recaudos tomados por sus fuerzas armadas y su servicio de inteligencia, el Inter Service Intelligence. Ante este complejo escenario, el gobierno de Obama se encuentra sometido a fuertes presiones internas, como las que ejerce el Pentágono por el envío de más tropas, así como también por los medios gráficos. El lunes 12 de Octubre el diario The Washington Post en su edición on line publicó que el presidente norteamericano aprobó de manera secreta el despliegue de 13 mil soldados adicionales en Afganistán, que se agregan a los 21 mil que anunció públicamente en marzo. Como si todo esto fuera poco, y de manera paralela a estos oscuros hechos, Barack Obama se convierte en el nuevo Nobel de la Paz. Hecho que resulta al menos irónico, teniendo en cuenta que este gobierno dirige las operaciones de sus fuerzas y las de la OTAN, y alienta las de sus aliados pakistaníes, mientras ya se califica la escalada del conflicto como el nuevo Vietnam. Ahora bien, ¿qué significa la entrega de este galardón a un presidente que a poco de comenzar su gestión, y tras el incumplimiento de sus promesas de campaña está al frente de dos guerras en dos estados soberanos? Si bien la respuesta no deja de ser una aproximación tentativa de la realidad, podemos decir que quizá más que un reconocimiento a la labor en pro de la paz, el comité noruego está tratando de instar al gobierno de Obama a cumplir las promesas hechas, a hacer posible un cambio de paradigma de política exterior orientado a conseguir la paz mundial. Este premio viene a representar entonces, un depósito de esperanzas, que, teniendo en cuenta los escenarios de crisis actuales, parecen sumergirse en las profundidades del conflicto.

Tatiana Santori

Investigadora del Centro de Estudios de Política Internacional CEPI-FUNIF Rosario. Columnista de la Revista Síntesis Mundial. Miembro de la Cámara de Ciencia Política y Relaciones Internacionales (CeCPRI) del CCIRR.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *