“No hay acuerdos federales para impulsar una política educativa”

Es la visión de Ana María Corti de la Universidad Nacional de San Luis, quien ofreció un curso de posgrado en la UCSE DAR. Aborda la crisis de la educación, los problemas para comprender textos, la falta de una política educativa del Gobierno y los desafíos de la universidad.

Por Emilio Grande (h.)

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Recientemente, estuvo dando un curso de posgrado sobre educación superior la profesora Ana María Corti en la Universidad Católica de Santiago del Estero Departamento Académico de Rafaela. En una entrevista con este cronista, la docente e investigadora de la Universidad Nacional de San Luis aborda la crisis de la educación, los problemas para comprender textos, la falta de una política educativa de parte del Gobierno y los desafíos de la universidad, entre otros puntos. -¿A qué se debe esta crisis de educación en la Argentina? -Son varios factores: la crisis general de la sociedad sumado a la crisis de la economía y los lineamientos sociopolíticos de la Argentina. Además, el haber instrumentado una reforma educativa que no supo interpretar los requerimientos que tenía, la complejidad de un sistema educativo como el argentino, que es muy disperso y se asienta sobre un sistema federal, cada provincia tiene particularidades no sólo geográficas sino presupuestarias que en verdad hicieron fracasar la reforma educativa. La crisis de educación de la Argentina tiene ciertos componentes del área técnico y político, como también las capacidades de cada jurisdicción para montar una reforma y administrarla, y hacerse cargo de las situaciones compensatorias que las evaluaciones deficientes del sistema están dando, pero esto no está pudiendo hacer. Hoy tenemos tantos sistemas educativos como provincias existen con calidades muy diferentes; esto ha dificultado seriamente la posibilidad de que nuestros hijos transiten de una provincia a otra y que sus títulos sean validados porque más que garantizar la reforma y la obligatoriedad mediante la ley hay que asegurar condiciones de educabilidad, que significa darle trabajo a los padres y alimento a los niños. -Un signo de esta crisis son los jóvenes que tienen problemas para leer, escribir y comprender textos, que empieza en la clase media y se observa en la universidad. -En el terreno de las competencias se ve que la reforma educativa se montó sobre un objetivo de volver a recuperar ciertos saberes que la escuela había perdido. Sin embargo, lo que vemos como resultado a 10 años de la implementación de la reforma es que las calidades en las prestaciones educativas se han disminuido, no en todas partes, pero sí en buena parte del país y con seria aceptación a las competencias de los estudiantes. Ya no es un problema que llegan a la universidad sin información y sin conocimientos sino que llega sin las competencias básicas: no comprenden un texto, no tienen competencia lectora, tampoco para escribir, para redactar y generar composiciones; por lo tanto, estamos en un serio problema porque ese estudiante que se presenta en la universidad con tan baja habilitación para el estudio es una persona que lleva 13 años institucionalizado en la escuela. Hay que hacerse la pregunta qué estamos haciendo mal. -¿Cómo se resuelve esta situación? -Eso es en el corto plazo, pero no lo puede compensar la universidad porque ya es tarde. Es más difícil deseducar que educar bien. No estamos construyendo un modelo de mejora en la escuela, qué pasa con el modelo docente-alumno y el modelo social que no está haciéndose cargo y esto es una deuda cultural muy alta para una sociedad como la Argentina que tiene un proyecto de desarrollo a futuro muy exigido. -En este contexto, el ministro Filmus anunció el aumento del presupuesto del 4,3 al 6% en los próximos 5 años, ¿en qué medida ayudará a paliar esta situación? -El presupuesto es parte del problema pero no es todo. El anuncio habría que ver si se hace carne porque este aumento está en la ley federal de educación y no se cumplió, y ahora se vuelve a anunciar como si fuese algo novedoso y hace 10 años que se incumplió. Ampliar la base de afectación presupuestaria para la educación está bien y luego habría que ver qué capacidad tiene cada jurisdicción y en qué niveles de la burocracia se coloca el dinero porque de lo contrario se va a diluir en tramitaciones burocráticas sin llegar al aula y sin mejorar las calidades, y quién va a administrar esos fondos y cómo se resuelve la construcción de un sistema educativo que cruce con algún interés de desarrollo socioeconómico para el país. -¿Falta una política educativa del Gobierno? -Me parece que sí. Uno de los problemas que estamos teniendo es que para impulsar una política de conjunto no hay acuerdos federales que posibiliten plantear cierto margen de consenso respecto de qué hay que hacer. Hay administraciones jurisdiccionales que no pueden hacerse cargo de la educación, claro que no se pueden hacer cargo de la administración de su propia provincia (risas), pero en educación esto tiene un costo. El concepto de federalismo hay que trabajarlo como una hipótesis de conflicto porque tendríamos que lograr articular un sistema educativo transversal a lo largo y ancho del país como era antes. El ministerio de Educación de la Nación debe recentrar algunas políticas y direccionarlas a las provincias porque no podemos seguir manteniendo tantos sistemas educativos como provincias y a las provincias más pobres dejarles reservada la educación más pobre; a ésta hay que compensarla y desnivelar. Las calidades educativas de la Argentina casi hoy se corresponden con los segmentos socioeconómicos del país, entonces a los más pobres les está llegando la peor educación y a los más ricos la mejor. El sistema público de educación debe tener una respuesta a este problema. -¿Cuáles son los desafíos en la universidad? -Tiene varios desafíos por delante. Uno de ellos es articular con los sistemas anteriores porque hay una desvinculación entre el mundo del trabajo y los saberes incorporados, entonces la universidad tiene que ver de qué manera articula con los sistemas anteriores para favorecer el ingreso a la universidad porque a nivel estratégico-político es altamente recomendado que nuestros alumnos estén en las aulas y no en la calle buscando trabajo sin encontrarlo; para esto hay que aumentar el presupuesto y las calidades. A la universidad le queda la tarea de mejorar su eficacia y su eficiencia a partir de seguir ahondando en los procesos de evaluación y autoevaluación institucional y mejorar algunos rumbos que no están resultando bien, pero más que un problema de la universidad es del conjunto del sistema educativo y qué hacer con un tramo de la universidad que tiene cada vez mayores dificultades para retener a los estudiantes porque los que llegan no tienen las competencias requeridas, y cómo retener profesores con salarios por la línea de la pobreza.

Emilio Grande (h.)

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