Museo de caza: con visitas locales y de cazadores de varios países

“En el país es el único museo con estas características y creo que no hay tampoco en Sudamérica”, dice José Sodiro en una entrevista. Se puede visitar los sábados y domingos. Vienen visitantes extranjeros a cazar en su campo, en San Cristóbal.

Por Emilio Grande (h.)

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El 22 de julio de este año se cumplirán dos años de la inauguración del Museo de Caza que funciona en la primera cuadra de calle Angel Oyoli (barrio Pizzurno) de Rafaela, impulsado por la fundación “3 de Abril” que preside José María Sodiro. “En el país es el único museo con estas características y creo que no hay tampoco en Sudamérica. En este tiempo ya vino bastante gente en forma individual y en grupos, la mayoría de esta ciudad, pero también de otros lugares del país y del mundo”, confiesa Sodiro a este cronista. Los visitantes extranjeros son cazadores de Estados Unidos, Dinamarca, Bélgica, Italia, España, Finlandia, Noruega, que vinieron a cazar en el campo que Sodiro tiene al norte de San Cristóbal y luego aprovechan para conocer el museo. De nuestro país vinieron de Vera, San Francisco, Esperanza, Santa Fe, Córdoba, por citar algunas localidades. Actualmente, cuenta con más de 300 especies procedentes de los cinco continentes distribuidos en dos grandes salones y está previsto cerrar el patio luz este año para contar con más lugar. “La inversión que se hizo es irrecuperable, lo que se cobra en la entrada es para pagar los gastos y no hay un interés lucrativo”, precisa. Entre las especies que alberga se pueden mencionar león, elefante, tigre, jirafa, rinocerontes (blanco y negro), cebras, bisontes, decenas de antílopes, osos, buey almizclero, puma, felinos, venados, carneros, cabras, siervos, algunas aves, entre otros ejemplares. Una vez que los animales son cazados se realiza un proceso para embalsamarlos (de 1 a 3 años según los países) que es manual y artesanal: se los cuerea enseguida y se los sala (quita la humedad y el agua) para que quede seco y así no toman olor, para luego pasar a la etapa de embalsamiento: se recubre con fibra de vidrio sintética y cartón. Para este sistema hay casas especializadas en todo el mundo y en nuestro país hay una sola buena que está en Rosario (el costo es el 50% de lo que cobran en Europa y Estados Unidos). Esta idea de contar con un museo de caza surgió hace unos 40 años cuando Sodiro fue por primera vez al Africa, teniendo como objetivo traer alguna vez los animales a Rafaela. Así, este rafaelino fue acumulando las piezas en su campo durante los últimos 15 años e incluso armó un salón allí hasta que fueron trasladadas al museo. La pasión de Sodiro empezó por una tradición familiar. “Cazador se nace, no se hace. Yo nací con esta pasión y la voy a tener toda la vida”, destacó el día de la inauguración. Este museo funciona los días sábado y domingo de 9 a 12 y de 15 a 19 horas. Se pueden hacer visitas durante la semana pero hay que reservar al teléfono 03492-421080. Para ingresar hay que pagar una entrada de 5 pesos los mayores y de 2 pesos los menores.

Cazadores en San Cristóbal

El campo de Sodiro se denomina “La primavera: coto de caza” tiene unas 1.500 ha con tejido olímpico. Siempre tuvo animales salvajes para cazar y fueron introducidas otras especies autóctonas de Europa y Asia (traídas a la Argentina hace unos 200 años), contando con cuatro clases de ciervos, dos de pecaríes (chanchos salvajes), jabalíes, búfalos, mouflones, carneros europeos, carpinchos, antílopes, entre otros. “Los cazadores que vienen en su mayoría son contactos que fui haciendo desde hace unos 20 años”, dice Sodiro. Los visitantes se pasan entre una y dos semanas cazando y el lugar está equipado con tres casas con 12 dormitorios en total y sus respectivos baños. A la hora de contar sus experiencias de cazador por el mundo, Sodiro recuerda haber vivido situaciones difíciles con elefantes y búfalos, especialmente por el medio ambiente adverso, lugares montañosos y temperaturas bajo cero. “En China el caballo me tiró al piso porque se asustó por una perdiz, me caí sobre una piedra y me quebré 5 costillas. A pesar del dolor cacé un carnero azul”, en una travesía a 4.000 m de altura. Para finalizar, hay que decir que se permite cazar solamente un ejemplar por especie para su preservación y por los controles, siendo por lo general los machos el blanco de los cazadores.

Emilio Grande (h.)

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