Mensaje del arzobispo Arancedo por el Día del Padre

El Padre es un hombre, un hijo de Dios, con su fragilidad y grandeza, con su capacidad de amar y la necesidad de ser amado.

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Ante todo quiero agradecerles la colaboración que han prestado a la Colecta Anual de Caritas el fin de semana pasado, que continuará, Dios mediante, en su forma de Colecta domiciliaria a lo largo de todo este mes de Junio. Hoy quiero detenerme a considerar y a valorar la figura del Padre en su día.

Creo que su vocación y presencia hacen a una auténtica cultura de la vida y de la familia, que es la base más sólida de una comunidad. Me llamó positivamente la atención la importancia que se le dio en Aparecida al tema del hombre, del varón, tanto en la sociedad como en su relación de padre. En ese contexto de reciprocidad y complementariedad con la riqueza de la mujer, su presencia adquiere todo su valor y significado. Este día debe ser, en primer lugar, de reconocimiento y gratitud, pero también nos puede servir para valorar algunos aspectos que hacen a su vida y vocación. En esa reunión de Obispos en Brasil se denunciaba el mal que ha hecho una mentalidad neoliberal que no ve en el hombre más que un instrumento de producción y ganancia, relegándolo, incluso en su familia, a un papel de mero proveedor. En este sentido creo que haber extendido el domingo como día laboral, fruto de esa mentalidad economicista, fue una medida destructiva para el bien de la familia y la cultura del pueblo.

Esta situación ha debilitado los espacios de encuentro y conocimiento tan fecundos en la vida familiar, de modo especial en la relación con los hijos. Se hace necesario, por ello, valorar la presencia y el rol específico del padre no solo en la trasmisión de la vida sino en el crecimiento pleno de la familia. El está llamado a participar y a crear condiciones humanas y espirituales desde su propia identidad de padre, para que la vida crezca y se desarrolle en esa rica armonía de su diversidad. No siempre el padre puede estar presente, es cierto, pero siempre su figura debe ser una referencia Ser padre es un aprendizaje que necesita tiempo y presencia, pero también de una cultura que lo valore y sostenga. La figura del padre, me atrevería a decir, es un tema político porque hace al bien común, a la realización de la vida y a la salud espiritual de la sociedad. Pero también qué importante es para el hombre, para el padre, encontrar en su familia aquello que dé alegría a su vida, sentido a su trabajo y estímulo en su esfuerzo. Pensemos que el Padre es, en primer lugar, un hombre, un hijo de Dios, con su fragilidad y grandeza, con su capacidad de amar y la necesidad de ser amado. Su persona e identidad en el seno de la familia, como su rol en la cultura y en la vida de la sociedad nos pertenece y compromete.

Me permito decirles en este día queridos Papás, quiero unir mi oración al afecto de sus familias y de sus hijos para estar junto a ustedes como Obispo. Quiero elevar, además, mi recuerdo y oración por aquellos padres que ya no están con nosotros, pero que en ellos nos reconocemos como parte de sus vidas y su historia, de su entrega y su amor. Deseándoles a todos un buen fin de semana en familia y junto a Dios, que es Padre de todos, reciban mi bendición en el Señor Jesús y María, Nuestra Madre de Guadalupe.

Mons. José María Arancedo Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

Este texto corresponde al Micro Radial que se emite por LT9 (AM 1150) los sábados a las 13:00hs.

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