Mensaje de Franzini para la Jornada del Buen Pastor

Con motivo del IVº Domingo de Pascua, el obispo de la diócesis de Rafaela envió un mensaje en el marco de la Jornada Mundial por las Vocaciones. “Quiero invitarlos a todos a volver a tomar conciencia que la dimensión vocacional es un componente esencial de la vida de toda persona, de modo particular de lo jóvenes”, dice.

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Mensaje para la Jornada del Buen Pastor (IVº Domingo de Pascua)

Queridos hermanos:

En cumplimiento de los objetivos que nos dimos en nuestra última Asamblea Diocesana, este año estamos queriendo responder a la realidad juvenil desafiante por medio de una pastoral juvenil abierta, paciente y misionera, que brinde un proceso formativo, para que los jóvenes se encuentren con Cristo y opten por la vida cristiana.

En este contexto de nuestro camino pastoral me dirijo a todos los fieles de la diócesis en la Jornada del Buen Pastor, dedicada por la Iglesia universal a rezar por las vocaciones de especial consagración, pidiendo al “Dueño de los sembrados” que envíe muchos y santos trabajadores para su cosecha.

Si toda vida es respuesta al Dios que nos llamó a la existencia, con más razón la vida cristiana no puede entenderse sino como respuesta al Dios revelado en Jesucristo, que desde la eternidad nos ha llamado a la vida y a la vida de la fe. Pero ese llamado se concretiza y se hace personal con la llamada-vocación que cada uno recibió en su bautismo para ser santo, en una específica respuesta que para algunos (más de los que a primera vista imaginamos) supone la decisión de abrazar la vida sacerdotal, la vida consagrada en sus diversas expresiones o la vida misionera.

Por ello quiero invitarlos a todos a volver a tomar conciencia que la dimensión vocacional es un componente esencial de la vida de toda persona, de modo particular de lo jóvenes. En la Carta Pastoral de la reciente Cuaresma les decía: “…La juventud debería ser la etapa de los sueños y de los grandes ideales; de los proyectos ambiciosos y de las opciones definitivas; como afirman los obispos latinoamericanos: los jóvenes no temen el sacrificio ni la entrega de la propia vida, pero sí una vida sin sentido…” Todo lo que hagamos en las familias y en las comunidades para ayudar a los jóvenes a descubrir su propia vocación será un invalorable servicio, no sólo para ellos, sino para poder favorecer el desarrollo de vida adultas y plenas, capaces de construir una vida más digna y feliz para todos. Todo lo que hagan los jóvenes por encarar con seriedad y compromiso su futuro, asumiéndolo con responsabilidad y mirada de fe en clave vocacional, será para ellos garantía de genuina madurez humana y cristiana.

Por este motivo quiero invitarlos a vivir esta Jornada con renovado compromiso de oración y de atención a la dimensión vocacional de los jóvenes. No es un asunto exclusivo de ellos. A todos nos involucra. De modo particular quiero invitarlos en este día a considerar la posibilidad, más aún, la necesidad, de favorecer en nuestras familias y comunidades un clima propicio que permita escuchar y responder a la llamada de Dios a algunos jóvenes para consagrar totalmente su vida al servicio de Dios y de su pueblo.

Este no es sólo un problema o una preocupación del obispo, de los sacerdotes o de las consagradas. Debería serlo de todo cristiano que se toma en serio su condición de tal. De manera especial debería serlo de los padres, que quieren de verdad a sus hijos; de los jóvenes, que saben que la vida vale la pena vivirla en plenitud; de los agentes pastorales, que sienten de cerca la necesidad de los consagrados; de todos los fieles, que son quienes más reclaman una atención pastoral esmerada y suficiente.

Por ello convoco a todos –adultos, jóvenes y niños- a vivir esta Jornada, y ojalá que todos los días, en una actitud orante y confiada, sabiendo que Dios siempre escucha a quienes le piden con fe, humildad y perseverancia. Al mismo tiempo les propongo dedicar algún momento de esta semana para conversar en familia y en comunidad sobre la dimensión vocacional de la vida cristiana y favorecer una frecuente reflexión sobre esta dimensión esencial de la vida de todo creyente.

Finalmente quiero dirigirme de manera particular a ustedes, queridos jóvenes. El Señor Jesús les ofrece la posibilidad de una vida fascinante y exigente, como lo es toda vida plena y feliz. Si los estuviera llamando a una especial consagración y responden generosamente, nada los hará más felices y fecundos. Si no responden, el Señor los respetará en su decisión, como al joven rico del Evangelio. Sin embargo ello no mitigará el sentido de frustración y mediocridad que provoca la conciencia de haber mezquinado una respuesta. Toda la Iglesia reza por ustedes; siéntanse estimulados y urgidos por la Palabra: “…Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre entraré en su casa y cenaremos juntos…” (Ap 3,20)

A todos los bendigo con afecto de padre y hermano,

  • Carlos María Franzini Obispo de Rafaela
    Rafaela, 13 de abril de 2008 Domingo del Buen Pastor
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