Marcelo Nicola: el mejor jugador de basquet que dio la ciudad

En la semana anunció su retiro, a los 35 años, debido a una serie de lesiones que lo tenían a maltraer. Jugó dos Mundiales, un Juego Olímpico y en Europa ganó once títulos con equipos de primer nivel.

Por Darío Gutiérrez

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Durante casi veinte años, Marcelo Nicola fue un embajador del deporte de la ciudad. Con una brillante trayectoria en Europa, donde ganó once títulos con equipos de primer nivel, presencia en dos Campeonatos Mundiales y un Juego Olímpico, y la elección en el draft de la NBA cuando esto no era demasiado frecuente para los argentinos, demostró su talento y sus virtudes para esta disciplina. Cuando la Liga Nacional empezaba a esbozarse, el recordado León Najnúdel puso sus ojos en él para llevarlo de Ben Hur a Sport Club de Cañada de Gómez. Antes de eso, se había dado el gusto de jugar Campeonatos Argentinos de Mayores con 16 años, siendo por entonces pívot. Luego, llegó el contacto para irse a Europa y fue cambiando de posición hasta convertirse en un fuerte alero, de 2m07. A finales de los ’80 llegó al Taugrés Vitoria, denominado así por ese entonces, donde fue complementando los conocimientos adquiridos en Argentina. En su trayectoria se recuerda también que tuvo la oportunidad de jugar en la USBL (1991) cuando integró a los Long Island Surf y esto le dio la chance de estar en el Draft 1993 siendo elegido por Houston Rockets en la posición número cincuenta, pero no alcanzó a jugar. Después este equipo transfirió sus derechos a Portland Trail Blazers. A partir de 1992 quedó en la plantilla del Tau durante cinco temporadas hasta que en 1996 tuvo un paso por el Panathinaikos de Grecia. Al año siguiente jugó en Barcelona y desde 1999 participó en seis temporadas en la Benetton Treviso de Italia, que fue donde mayores satisfacciones cosechó. En 2005 se fue a jugar a Ucrania (Kiyv BC) y en 2006 formó parte del Montepaschi Siena, del Valencia y también pasó por Reggio Emilia, en estos dos últimos como reemplazo temporario. Hace unos meses también figuró como reemplazo en el Tau. Ganó la Copa del Rey en España con Tau, la Copa de Italia y la Lega con Benetton, en varias ocasiones. Sólo le faltó la Euroliga, más allá de que estuvo cerca en un par de oportunidades.

Con la selección

Nicola, en su juventud, fue pilar de las selecciones argentinas de cadetes y juveniles. Su primera gran alegría fue en el Panamericano Sub 23 que se disputó en Rosario en 1993, donde Argentina fue campeón venciendo en la final a Estados Unidos. Un año después disputó su primer Mundial de mayores en Toronto, Canadá, donde confirmó su potencial siendo el goleador del equipo argentino, que finalizó en el noveno lugar. Eran tiempos donde nuestra selección, con Edgardo Vecchio como entrenador, trataba de asomar al Top Ten, pero estaba lejos todavía de las potencias. Justamente, ese fue el primer Mundial donde hizo su aparición el Dream Team, que ya había tenido su “bautismo” en los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92. En 1996, Argentina llegaba después de muchos años a los Juegos Olímpicos. Nicola, referente de nuestra selección, pudo disfrutar muy poco de Atlanta ’96 ya que en el segundo partido sufrió una seria lesión (rotura del tendón rotuliano) ante Lituania, luego del debut ante las estrellas de la NBA que conformaban el Dream Team III. Desde ese momento ya no fue similar su relación con la selección nacional, producto también de los intereses creados por los equipos europeos en que fue militando. Quedó entonces la satisfacción de contarlo en el Mundial de Atenas `98, donde fue dirigido por Julio Lamas y donde Argentina quedó entre los ocho mejores. Después llegó el tiempo de Rubén Magnano en la selección y la relación fue otra. El entrenador cordobés fijó prioridades para el equipo nacional, que no fueron compatibles con el rafaelino, hasta desembocar en renuncias a las diferentes convocatorias. Cabe acotar que solamente Carlos Raffaelli, hablando de rafaelinos, había tenido oportunidad de jugar un Mundial (Puerto Rico 1974). Sus visitas a la ciudad fueron esporádicas y eso impidió un contacto más fluido. En los últimos años ya había esbozado planes con una Fundación, con alcances en nuestra ciudad, lo cual es una manera de mantenerse ligado.

Darío Gutiérrez

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 12 de febrero de 2007.

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