Manos que ayudan y promueven

Celia Casanova preside el Banco de Alimentos de Tucumán, organismo que se ha extendido ya por todo el país conformando una red que busca aliviar la pobreza y la desnutrición. A través de instituciones como comedores o Cáritas llega a los necesitados, y así lo está haciendo ahora con los evacuados por las inundaciones recientes. En una entrevista cuenta cómo hacen posible una tarea indispensable.

Por Miguel Avellaneda

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-¿Qué es el banco de alimentos? -Es una fundación sin fin de lucro, apolítica. Sus fines son: reducir el hambre en la provincia y hacer tomar conciencia a la gente acerca de esta problemática. -¿Cómo llevan a cabo su tarea? -El Banco de Alimentos rescata el excedente de productos de la industria alimenticia que, auque están aptos para el consumo humano, no pueden comercializarse. Ese excedente es distribuido en las setenta instituciones a las que se ayuda. Cabe destacar que a través de esas instituciones se asiste a cerca de 12 mil personas. -¿También llegan a personas particulares? -No es nuestro objetivo, ya que trabajamos con instituciones para que se pueda garantizar a la empresa donante que los alimentos han llegado en tiempo y forma a destino y así se evitan abusos o malos tratos a los alimentos. -¿Cuántas instituciones de este tipo funcionan en el país? -En la actualidad hay 12 bancos en la Argentina. Aunque cada uno es autónomo, todos estamos nucleados en una red en la que trabajamos mancomunadamente. De esa red recibimos auditoría semestral y nos facilita la relación entre bancos y con donantes nacionales. -¿Qué tareas tienen planificadas para este año? -Anualmente tenemos previstas tres campañas. La primera, es la del agro, que apunta especialmente a los granos. Se lanza entre fines de marzo y principios de abril. Son productores particulares o empresas que siembran soja, trigo o maíz y uno les pide colaboración. Ellos ceden una porción pequeña de su parte, el Banco de Alimentos comercializa esos granos y con el producido entra en nuestra cuenta de la que se extrae para realizar compras de otros alimentos, para lo cual se hacen tres cotizaciones por producto. La segunda campaña es la del limón. En tiempos de crisis del sector nosotros no quisimos molestar con pedidos, pero una empresa muy grande nos donó seis mil bolsas de limones de exportación en perfecto estado. El limón recibido fue embolsado y se lo entregó en los colegios con un folleto del banco de Alimentos. La campaña se realizó entre junio y julio, en plena época de cosecha del citrus. La tercera campaña es la del azúcar. Vamos entrando de a poco en esta industria. Con lo que se recoleta alcanza para proveer a las 12 mil personas a las que llegamos y también se pide para canjear ese producto industrial por otros de provincias productoras de elementos como harina, tomate al natural, etc. -¿Qué papel tiene el banco en la asistencia a los damnificados por las últimas inundaciones? -Cuando comenzó esta situación crítica comenzaron a pedirnos ayuda desde Cáritas de Yerba Buena para los evacuados que estaban en dos escuelas; al mismo tiempo surgieron los ofrecimientos de donantes. Luego de hacer un relevamiento y constatar que se estaban haciendo correctamente las cosas, se canalizó la ayuda de los bancos de Córdoba (gaseosas) y Buenos Aires (agua mineral) hacia Cáritas de la diócesis de Concepción (sur de Tucumán). -¿Si alguien quiere ayudar a los inundados cómo puede hacerlo? -Tiene que contactarse con nosotros al teléfono de la sede o dirigirse al banco. -Las personas que desean colaborar como voluntarios, ¿cómo hacen para incorporarse? -El Banco de Alimentos tiene tres pilares: la donación de alimentos, la de efectivo o de trabajos como la impresión de textos, el transporte de los alimentos, entre otras; por último, la donación de tiempo, que implica de quien lo dona un compromiso responsable de ayudar como voluntario. -¿No hay peligro de hacer mero asistencialismo a través del banco? -Nosotros queremos hacer promoción social, no asistencialismo, por ello cobramos a las instituciones a las que llegamos un precio simbólico de veinte centavos por kilo de alimento para sostener operativamente el banco y, por otro lado, para que ellos no pidan cantidades innecesarias a nuestra institución. En este mismo sentido debo aclarar que no se cubre con lo donado más que diez días por mes a cada comedor, con lo cual se ven obligados a procurarse por sus medios los días faltantes y así no se crea dependencia. También quiero aclarar que nuestra institución no solo da alimentos, sino que busca promover a la gente, para ello se implementó un programa de capacitación para fabricar hornos económicos a leña en conjunto con la Universidad Nacional de Tucumán. Los que recibieron la capacitación quedaron habilitados como albañiles constructores de hornos, lo que les da una salida laboral. Además se les dio un curso de cuatro meses en el banco que los habilita como maestros panaderos. Para este año tenemos prevista una bloquera (para elaborar los ladrillos bloque para construir casa). El otro es el de construcción de cocinas económicas (una variante del horno). -¿Cómo puede la gente hacer el curso? -Se podría inscribir en los comedores asociados al banco, pero ya no tenemos cupo para más alumnos. Lamentablemente nuestra lista de espera para asociar comedores al banco es impresionante, la cantidad que espera es casi igual a la que tenemos como asociados. -¿De acuerdo a los relevamientos que ustedes hacen, la necesidad de alimentos ha subido, disminuido, o se mantiene? -Creo que la necesidad se ha mantenido. Lo que las lluvias últimas han demostrado es que la pobreza está y ha emergido ahora.

Fuente: Cristo Hoy del 21 al 27 de febrero de 2007.

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