Malvinas debe repensarse sobre derechos e intereses

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio Sol (FM 90,9) que conduce Emilio Grande (h.). Los derechos de los isleños no implican una negación de los nuestros. El camino no pasaría por contraponer ambos derechos sino la manera de integrarlos.

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Por Emilio Grande (h.).- Ahora que pasaron las repercusiones públicas con motivo de los 30 años del desembarco en las islas a cargo del trasnochado gobierno militar comandado por Leopoldo Galtieri, también puede ser un tiempo para reflexionar más allá de la coyuntura política. Hay que decir que en este programa de radio opinaron el historiador Miguel Inza y también el ex combatiente Peniel Villarreal, quienes expresaron con distintas miradas. La soberanía sobre las islas australes exige también rescatar la historia de las relaciones anglo-argentinas y considerar los intereses y los derechos de las personas. Al respecto, el docente Ignacio Pérez del Viso se pregunta si con las Malvinas no deberíamos iniciar un proceso para no quedar atrapados en el dogma de “intereses sí, derechos no”. Hay una lógica en ese razonamiento y respetamos a todos los que se basan en él. Pero si ese dogma nos aleja de las soluciones se convierte en una trampa inconsciente. El reciente aporte de un grupo de intelectuales con su visión alternativa sobre las Malvinas y sobre la antítesis de intereses y derechos puede ampliarnos el horizonte, sin necesidad de optar por una u otra posición: el discurso tradicional o esta visión alternativa. Vivimos de la nostalgia cuando las Malvinas eran argentinas hace dos siglos y cuando lo fueron nuevamente durante dos meses hace 30 años. Los que lucharon lo hicieron como héroes. El imaginario popular nos pintaba a los enemigos como mercenarios apátridas, los feroces gurkas. Fue duro reconocer que ignorábamos la realidad. Si buscamos alguna solución, debemos superar la nostalgia y abrirnos al futuro. Dejar de lamentarnos por lo que pudo haber sido y pensar lo que es deseable y posible. La reforma de la Constitución de 1994 en Santa Fe, en la primera disposición transitoria proclama que la recuperación de las Malvinas y las islas del Atlántico Sur constituye un objetivo permanente “conforme a los principios del Derecho Internacional”. Esta expresión parece cerrar el camino a las acciones bélicas, pero no olvidemos que las Naciones Unidas han admitido como legítimo el uso de la fuerza para luchar contra el colonialismo. No podemos descartar que un gobierno futuro intente deslizarse de nuevo por esa cornisa, al borde del abismo. La recuperación de las Malvinas es un objetivo permanente. Se logrará si recuperamos a los malvinenses y también los respetamos. Un primer paso es respetar las opiniones divergentes. El diálogo no es un entretenimiento es una difícil tarea para aproximar posiciones, procurando comprender la mentalidad del interlocutor. Los que hablan de ciertos derechos de los malvinenses no son traidores a la patria. Esos derechos de los isleños no implican una negación de los nuestros. El camino no pasa por contraponer ambos derechos sino la manera de integrarlos.

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