“Los kirchneristas no comprenden la lógica del campo”

No hay “oligarquía vacuna”, dice la historiadora Cármen Sesto.

Por Carmen María Ramos (Buenos Aires)

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Carmen Sesto no es hija de terratenientes, no tiene estancias y no vive del campo, pero critica fuertemente las “políticas erráticas” del Gobierno en materia agropecuaria. “Los kirchneristas no comprenden la lógica del campo”, dice.

Profesora de Historia y doctora en Filosofía y Letras, Sesto nació en Mar del Plata en una familia de clase media. Sus padres tenían una confitería. Ella, ajena a ese destino, creció atraída por la inmensidad del Atlántico y de ese otro mar de prosperidad que son los campos de la legendaria pampa húmeda.

Por pensar a contrapelo de las corrientes imperantes en el país en las últimas décadas tuvo que esperar ocho años para que la Universidad de Buenos Aires le aprobara la tesis doctoral. Eso sí: finalmente se la calificaron como sobresaliente, con honores.

Ocurre que su opinión sobre lo que ella llama “la vanguardia ganadera bonaerense del siglo XIX” no se ajustaba a las teorías de moda en un país que todavía hoy (el conflicto del campo lo demuestra) mira con desconfianza, cuando no con rencor, al sector rural. Las investigaciones de Carmen Sesto rompen con las hipótesis más enraizadas: atribuyen el indudable éxito del modelo económico que floreció en la Argentina del Centenario no a la posesión de tierras de excelente calidad, sino a la inversión y a las innovaciones producidas por una clase empresarial “sin parangón en la historia argentina”.

-Sus estudios sobre la vanguardia ganadera bonaerense entre 1860 y 1910 van a contrapelo de las teorías que sostienen que el éxito de la llamada clase terrateniente se basó exclusivamente en una fácil posesión de tierras de excelente calidad.

-No se puede hablar de teorías, sino de una serie de argumentos, de prejuicios ideológicos y de ausencia de estudios empíricos. El texto fundacional de ese hoy extendido consenso es el de Jacinto Oddone ( La burguesía terrateniente , 1930), que dice que fueron unas pocas familias de grandes terratenientes que se conformaron como clase social entre 1826 y 1879 las que se beneficiaron porque el Estado les cedió, a precios irrisorios, las tierras de mejor calidad y localización. Para esta corriente ideológica bastaba con tirar una vaca al campo o una semilla para que la riqueza brotara naturalmente, desconociendo que la alta especialización en granos y carnes fue el resultado de tecnologías, inversiones de alto riesgo, de la aplicación de conocimientos científicos y de equipos técnicos, de gente que transformó un territorio con tierras vírgenes y despobladas en una región productiva inexistente hacia 1850: la pampa húmeda.

-Cuando habla de vanguardia ganadera, ¿a quiénes se refiere?

-A familias que no sólo no eran parasitarias, sino que constituyeron una clase empresarial sin parangón en la historia, que fueron innovadoras, que arriesgaron capital. Pongamos como ejemplo una vaca criolla, que al comienzo de este proceso costaba en el país un peso oro. Ellos comenzaron a importar vacas que costaban 360 pesos oro cada una, pero llegaron a comprar vacas de cinco mil pesos oro y hasta de diez mil pesos oro cada una para hacer la extraordinaria revolución ganadera de la Argentina del siglo XIX. El resultado fue que, hacia 1910, la calidad y la especialización de las carnes vacunas eran reconocidas a nivel mundial.

-¿De qué se habla hoy cuando se habla de “la oligarquía”?

-Si consideramos oligarquía a grupos económicamente poderosos que dominan el Estado, podemos asegurar que esta correlación mecánica y determinante no existió, por lo menos, en el lapso que hemos investigado. La utilización de esta concepción anacrónica en la actualidad tiene una intención claramente confrontativa, implica pensar los enfrentamientos en términos dicotómicos entre una clase que explota a la otra y que sólo puede resolverse cuando la explotada destruye a la antagonista.

-¿Por qué se sostuvo tan persistentemente esta teoría a lo largo de las décadas?

-Por ignorancia y por resentimiento, pero sobre todo por deshonestidad intelectual.

-¿Por qué Kirchner no pudo dividirlos en el reciente conflicto del campo?

-Porque los ruralistas son interdependientes y se necesitan unos a otros. No pueden trabajar de manera aislada o antagónica. Hay otra ruralidad, pero en el Gobierno no se dan cuenta. Este desconocimiento de las importantes transformaciones productivas ocurridas en la frontera ecológica -San Luis, Chaco, Santiago del Estero, Tucumán- y en tierras marginales de Entre Ríos y Córdoba está en la base del alto grado de conflictividad que ha generado el kirchnerismo, que desconoce que los elevados rendimientos en trigo, soja, maíz y girasol fueron el resultado de más de 20 años de sacrificios, inversiones y compromiso, con una agricultura de precisión. Este gobierno tiene políticas erráticas, promueve la confrontación y no comprende la lógica del negocio, que no se puede medir en los términos de un período político.

-¿Se sigue viendo al campo como el sostén obligado de una burguesía industrial? En todo caso, ¿en qué etapas del país fue así?

-Con la crisis del 30, se crean los institutos reguladores, las juntas reguladoras de carnes y de granos, los precios sostén, con políticas anticíclicas. Incluso la política de congelar los arrendamientos es del gobierno de Farrell, antes del ascenso de Perón. Pero el peronismo la emprende fuertemente contra lo que llamó la clase rentística y tomó las ganancias del comercio de exportación para transferirlas a las industrias. Lo que Perón logró en las décadas del 40 y del 50 -poner a la sociedad argentina en contra de la llamada oligarquía- lo quiso repetir Kirchner, pero no lo consiguió. Para unificar su propia estrategia política, el kirchnerismo necesita crear un enemigo externo al cual atacar. Lo que no tuvo en cuenta es que los sacrificios que implica esta actividad productiva de alto riesgo e imprevisibilidad obligaron al sector a tomar las riendas de sus propios objetivos y a movilizarse para alcanzarlos.

-En un momento álgido del conflicto entre el Gobierno y el campo, los Kirchner dijeron que si los ruralistas quieren dictar la política agropecuaria deben presentarse a elecciones. Por primera vez en estos comicios hay un número importante de candidatos del campo a concejales, diputados provinciales e incluso nacionales. ¿Le parece que es una salida inteligente?

-Me parece fundamental, porque es asumir los propios intereses y su heterogeneidad. Y es un proceso novedoso, ya que el campo nunca antes se había involucrado en los procesos eleccionarios. Quizá se habían buscado otros mecanismos de negociación, que se mostraron ineficientes, o quizá nunca antes se había encontrado la manera de encauzar la protesta. Sus propuestas eran rechazadas por la sociedad. En cambio, hoy se sienten avalados, porque es evidente que cambió la relación campo-ciudad. Cuando hoy se piensa en una oligarquía se piensa en quienes toman el poder para realizar sus propios intereses y no los de bien público, se piensa en quienes están diez años en el poder y se hacen millonarios. La gente no se engaña: hoy, la única oligarquía es el Gobierno.

El personaje CARMEN SESTO Historiadora

Ficha personal: tiene 60 años y es divorciada.

Sobresaliente: fue la calificación que mereció su tesis doctoral sobre la producción y comercialización de ganado bovino a fines del siglo XIX.

Autora de: La vanguardia ganadera terrateniente bonaerense (1856/1900), publicado por Editorial Siglo XXI.

Temas de investigación: la fundación de la Sociedad Rural Argentina, las mujeres rurales en en la provincia de Buenos Aires, la inmigración y la colonización en los centros agrícolas.

Fuente: Carmen María Ramos en diario La Nación, Buenos Aires, 17 de junio de 2009.

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