Los desafíos del triunfo de Lugo en Paraguay

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” por radio Mitre Rafaela (FM 91,9), que conduce Emilio Grande (h.). Los desafíos son: eliminar la corrupción e impulsar la eficiencia en la administración pública, devolver independencia al sistema judicial, transformar en rentables a las empresas del Estado, construir un sistema de salud con cobertura universal, activar fuentes genuinas de trabajo para descender la pobreza, reducir la emigración campo-ciudad, ayudar al desarrollo industrial.

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De la mano del obispo Fernando Lugo, Paraguay dio un paso histórico y logró lo que durante 61 años le fue imposible: la alternancia del poder, característica fundamental para la democracia. Al frente de una coalición con predominio de agrupaciones de izquierda, Lugo, que dejó los hábitos para combatir la pobreza desde la arena política, logró un rotundo triunfo en las urnas y puso fin a la hegemonía del Partido Colorado, en el gobierno desde 1947. “Ustedes son culpables de la alegría de la mayoría del pueblo. Hoy podemos decir que los pequeños también están capacitados para vencer. Que este pueblo sea conocido de ahora en más por su honestidad y no por su corrupción”, afirmó el obispo. Los colorados, que respaldaron la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989) y han dominado la escena política del país en las últimas seis décadas, dejan a Lugo una herencia complicada, con un nivel de pobreza que alcanza el 40% de la población y un desempleo y subempleo que afecta al 30% de los paraguayos. Ante la falta de respuestas, surgieron así movimientos sociales de campesinos e indígenas “sectores olvidados e ignorados por el Estado”, que cambiaron el escenario político. Al mismo tiempo, el presidente electo del Paraguay pidió perdón a la Iglesia católica, y en particular a Benedicto XVI, por el “dolor” que causó su desobediencia a las leyes canónicas, al haberse lanzado a la carrera presidencial. “Si mi actitud y mi desobediencia a las leyes canónicas causaron dolor, pido sinceramente perdón a los integrantes de la Iglesia. En especial, le pido perdón al papa Benedicto XVI”, precisó Lugo. Monseñor Fernando Lugo, obispo ordenado en la Iglesia católica, está suspendido “a divinis”, es decir, el obispo sigue manteniendo el estado clerical, aunque no puede ejercer el ministerio. El cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Pontificia Congregación para los Obispos, dice que “la candidatura política de un obispo sería un motivo de confusión y de división entre los fieles, una ofensa al laicado y una clericalización de la misión específica de los laicos y de la misma vida política”. La sanción de la Santa Sede le impide a Lugo oficiar misa, pero no por ello está excomulgado. Finalmente, los desafíos de Lugo son: eliminar la corrupción e impulsar la eficiencia en la administración pública, devolver independencia al sistema judicial, transformar en empresas rentables a las empresas del Estado, construir un sistema de salud con cobertura universal, activar fuentes genuinas de trabajo para descender la pobreza, reducir la emigración campo-ciudad, ayudar al desarrollo de la industria.

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