Lorenzetti: “No puede pretenderse que ahora resolvamos todo en dos meses”

El presidente del tribunal dijo que las mejoras se notarán con tiempo.

Por Adrián Ventura

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“El proyecto de ley para reducir la Corte, en forma paulatina, a cinco miembros es positivo para una mejor calidad institucional y cayó muy bien a los jueces con los que conversé”, dijo en una entrevista Ricardo Lorenzetti, que el martes fue elegido presidente del máximo tribunal del país.

Esta semana el conflicto planteado entre el Poder Ejecutivo y la Corte cobró nuevo voltaje, hasta que el Gobierno decidió desactivarlo.

El problema había comenzado el año último, cuando renunció Augusto Belluscio y fue destituido Antonio Boggiano. El primero en reclamar que el presidente Néstor Kirchner redujese la composición de la Corte fue Lorenzetti. Luego, uno tras otro siguieron esa línea.

El conflicto amenazaba con complicarse. A mediados de año, la Corte Suprema había comisionado a su entonces presidente, Enrique Petracchi, para que se reuniese con Kirchner. Pero éste no lo recibió y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, le dijo que el Gobierno no tenía ninguna definición en puerta. Esta semana, Lorenzetti, Carmen Argibay y Raúl Zaffaroni volvieron a la carga.

Finalmente, el Gobierno, luego de las elecciones de Misiones y para evitar pagar mayores costos políticos, presentó anteayer, por medio de la senadora Cristina Kirchner, un proyecto para reducir la composición de la Corte y adecuar las mayorías.

-¿El proyecto es un éxito conseguido por la Corte?

-No lo sé. Pero hay que ver lo positivo. Cuando se amplió la Corte, en 1990, los jueces de ese momento emitieron una acordada muy dura criticando la decisión del Congreso, y renunció Jorge Bacqué. Desde hace un año, los jueces del tribunal venimos reclamando una solución que, ahora, parece que llega. Esto es mejor que las soluciones que habían planteado algunos especialistas, como reinterpretar la ley para dictar fallos por cuatro votos en lugar de cinco. Yo no era partidario de cualquier solución porque el país está cansado de vivir en emergencias. Las soluciones de emergencia terminan mal.

-¿Ahora podrán sacar las sentencias para las que no conseguían mayoría, como la pesificación, el caso Bussi, la distribución de la publicidad oficial? Algunos de esos fallos podrían irritar al Gobierno.

-La Corte hizo un gran esfuerzo para lograr acuerdos sobre decisiones difíciles, como ocurrió en materia previsional, laboral, ambiental y penal. Es decir, a pesar de que se requería una supermayoría, hubo una gran producción de sentencias.

-Pero fueron fallos que revirtieron políticas de los 90, no políticas fijadas por Kirchner. No había riesgo de que irritasen al Gobierno.

-Nosotros tratamos los casos que nos plantean las partes, y no hacemos política en el sentido de criticar a un gobierno. Lógicamente, hay fallos que han tenido impacto en políticas gubernamentales, y en varios casos sucedió en relación a este período, como lo del Riachuelo o las jubilaciones.

-Vuelvo al principio: ¿ahora van a dictar todas esas sentencias?

-El proyecto todavía no fue aprobado. Pero aun cuando el Congreso lo apruebe rápidamente, no puede pretenderse que seriamente resolvamos todo en dos meses. Además, no se deben leer los actos de la Corte con la dinámica oficialismo-oposición.

-Es cierto, pero sería conveniente que la gente tuviese confianza de que tiene un tribunal capaz de ponerle freno a un gobierno cuando éste se equivoca. Un tribunal imparcial, que no sienta temor.

-Sí, creo que es importante. Me parece que lo relevante es que se perciba que el juez es imparcial y que se basa, no en sus preferencias, sino en derecho. La Corte, cuando dicta sus sentencias de impacto institucional, debe fijar políticas de Estado mirando a mediano y largo plazo, sin un reduccionismo oficialismo/oposición.

-Usted llegó a la Corte desde la abogacía, sin carrera judicial. Hay quienes lo critican por eso.

-Es bueno que exista diversidad, por muchos motivos. Por un lado, el decreto 222/03, que reguló los nombramientos, habla de la diversidad de los integrantes del tribunal. Y, por el otro, los tribunales constitucionales del mundo, como lo es también la Corte, no están integrados por jueces que vienen de la carrera judicial. Los mejores ministros de la Corte norteamericana fueron abogados.

-Los desafíos del Poder Judicial en la Argentina son muchos. Por un lado, tiene que ganar credibilidad. Además, la Corte tiene que lidiar con el Consejo de la Magistratura, que quiere protagonismo.

-Vayamos por partes. Por empezar, la Corte tiene que gobernar el Poder Judicial. Para eso, hay que fortalecerlo, buscando consensos internos.

-En ochos años de vida, el Consejo siempre le disputó a la Corte el gobierno de la Justicia. Ahora, con un Consejo más politizado, no cabe esperar que las cosas cambien.

-La cuestión debe ser enfocada institucionalmente. En la Argentina hay tres poderes y la única cabeza del Poder Judicial es la Corte. El Consejo tiene funciones como preseleccionar jueces o iniciar el proceso de remoción. Tenemos con el Consejo muy buen diálogo, pero deberá mantenerse dentro de las políticas que fije la Corte.

-La imagen de la Justicia sigue siendo mala.

-Pero no es una visión uniforme. A partir de la crisis de 2001, la gente recurrió masivamente al Poder Judicial y la Justicia le dio respuesta. Nuestra Justicia también es un ejemplo mundial por el trabajo que está haciendo para juzgar las violaciones de los derechos humanos. Muchas veces las críticas son motivadas por fallos de jueces que tienen que juzgar delitos violentos. Pero la inseguridad no se soluciona con una ley o con un fallo.

-La Argentina aún vive bajo leyes de emergencia y crece a tasas chinas. ¿No es contradictorio?

-Debemos diferenciar los efectos de la crisis de 2001, que todavía se están produciendo, del presente y del futuro. El país tiene que comenzar a vivir una época de normalidad. Por eso tenemos que fortalecer las instituciones.

Por Adrián Ventura

El autor estuvo recientemente disertando en Rafaela sobre “La relación conflictiva entre el poder y el periodismo”.

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 11 de noviembre de 2006.

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