“Las mujeres saben los dolores que desgarran el corazón como el aborto”

Se trata de la homilía del obispo de la diócesis de Rafaela Luis Fernández en la Catedral de Rafaela, en el Día Internacional de la Mujer.

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Por Luis Fernández.- La Palabra de Dios, pone en evidencia ya desde el Primer Libro de toda la biblia “el Génesis”, cómo Dios no solo obra la creación y crea al <varón y a la mujer>, sino también manifiesta su obra con <amor>, es decir  <involucrándose> y poniendo todo lo creado al servicio del hombre hecho a su <imagen y semejanza>.

Acabamos de escuchar, como Dios dialoga en los orígenes,  así como había dialogado con los primeros padres, continuaba  dialogando con Abrahán, nuestro padre en la fe, y le pide: “deja tu tierra natal y la casa de tu padre”, prometiéndole algo mucho más grande, pleno y definitivo, para ser feliz. Y Dios lo “Bendice”, de tal manera, que Abrahán Bendecido por Dios, termina siendo él mismo  una Bendición para todas las generaciones y tiempos, habiéndose constituido en <padre de la fe>  de las grandes religiones de la humanidad.

Hoy en el Día Internacional de la Mujer, La Iglesia no quiere dejar pasar esta oportunidad para hacer más consciente junto a toda la humanidad,  la importancia que Dios ha puesto al crear a la mujer, compañera inseparable del varón, a quienes les dio la misma dignidad como personas y la consciencia de saber cuanto se necesitan el uno al otro para vivir en plenitud la <imagen de Dios>.

La Iglesia siempre desde sus comienzos hace 2000 años, aprendió del Señor Jesús, la cercanía y el respeto por la mujer valorándola como ese  ser  <único  y entrañable>.  El mismo  quiso venir a este mundo, como llegamos todos,  por medio de  una <mujer>.  Dios tenía infinitas maneras de manifestarse como Hijo de Dios,  pero eligió para su  encarnación el vientre purísimo de la Virgen María.

Por los evangelios conocemos la presencia de mujeres en la vida de Jesús, eran encuentros que transformaban sus vidas, como a la suegra de Pedro, a quien “le toco  la mano” y se le paso la fiebre (Mt. 8,14-15) , o aquella  mujer que sufría de hemorragias hacía 12 años y le toco el manto  y Jesús le dijo <<ten confianza hija tu fe te ha salvado>> (Mt 9,20-22), o aquella niña, hija  de aquél alto jefe a quien tomó de la mano y la resucito (Mt 9,23-26). Muchas de sus enseñanzas eran a partir de la vida de la mujer (Mt 13,33), sacaba de las mujeres las respuestas más bellas de la Biblia (Mt 15,21-28), se molestaba con sus discípulos cuando no era respetada la dignidad de la mujer (Mt 26,6-13), miraba y admiraba la profundidad del corazón de la mujer (Mc 12,41-44). Cuando todos los apóstoles huyeron por el miedo de la Cruz, solo permanecieron cerca las mujeres, Maria su Madre de pie junto a Él, con otras mujeres  y San Juan el discípulo amado (Jn 19,25-27) y recordemos según narran los evangelios que el primero en ver a Jesús Resucitado fue una mujer, un ser creíble por su vida de amor y entrega (Jn 20,11-18).

Para nosotros cristianos, el “Sí” de la Virgen María, dado al Angel,  en el anuncio de la Salvación, es el que posibilita la llegada de Dios al mundo, hecho hombre como uno de nosotros. Aquella jovencita de Nazareth,  fue el amanecer de los  Tiempos Nuevos, es como la llegada de cada niña a este mundo capaz de abrir las puertas de la esperanza, por eso cada niño es algo tan precioso y sagrado tiene una <dignidad única>. Y la mujer es ese “templo” donde se <recibe y nace la vida>, a tan valioso y sagrado. Dios ha llamado a la mujer a esta bellísima <misión> de ser el espacio y el tiempo donde cada día renace, se cuida y crece la vida dada por el amor de Dios. Es la capacidad de ser como Dios, porque engendra, de la mujer nace la vida.

Hoy convocados a rezar por todas las mujeres, con nuestro corazón puesto en el Santuario de Lujan, allí con tantas niñas y niños,  mujeres y hombres, familias que hoy se han llegado a los pies de la Patrona de los Argentinos, lugar santo de nuestra Patria, donde a lo largo de la historia se ha recurrido a la Madre de los Argentinos, para implorar y rogarle por nuestra Nación, nosotros también desde aquí, en la Catedral de San Rafael, y como en toda la Argentina, para celebrar este día de la <mujer>, rogando, alabando a Dios, agradeciendo este inmenso don de la presencia del <genio femenino>, el que <trajo, trae y traerá> la vida siempre para darla al mundo  como fruto maduro del amor de Dios, que desea seguir construyendo con el nacimiento de cada creatura un <mundo nuevo>.

Queremos decirle a Dios, que las mujeres no están solas en la defensa de la vida, que Dios las sigue eligiendo y Bendiciendo para tan noble llamado porque así como  el Hijo de Dios llegó a este mundo por medio de una mujer,  toda la humanidad se siente feliz de haber llegado por tan <bello y hermoso camino> del vientre materno,  soñado por Dios desde toda la eternidad.   

Pero también le queremos decir a Dios, que todos anhelamos beber de esta fuente de vida que es el <genio femenino> amando y cuidando toda vida: respetando y amando la <casa y vida> que es nuestro <planeta tierra>, donde asombrados por la naturaleza tan exuberante regalada por Dios, hoy gime y dolorida grita que quiere vivir, ante un futuro incierto,  donde corren peligro de extinción y contaminaciones el agua, las distintas especies de animales y plantas desaparecen, ante el avance de inescrupulosos y corruptos intereses económicos, que atentan contra el futuro de la humanidad.

Queremos cuidar la vida humana en todas las etapas, desde la fecundidad del amor entre el varón y la mujer, capaces de crear vida, que no es la nuestra, nace en el seno materno un ser  totalmente nuevo y único con su ADN, como nos enseña la ciencia, tan frágil y lleno de posibilidades. Lo queremos cuidar en sus primeros pasos, cuando se va terminando de constituir, acompañarlo en su crecimiento y van apareciendo sus rasgos y cualidades, dando paso a los  afectos, inicial razonamientos y espiritualidad, socialización y descubriendo su físico, anhelando encontrarse ya adolescente en el encuentro con el descubrimiento de la amistad, la solidaridad y fundamentalmente la libertad, acompañar a lo largo de todas las etapas, tan bellas de la  vida como es el noviazgo, el matrimonio, el poder trabajar y ganarse el pan con el esfuerzo de cada jornada, trayendo el pan para sus hijos formando la belleza de la familia, y poder así llegar a una  ancianidad serena y vivida con confianza y esperanza, vida humana que se abre también a la Vida plena de la  Resurrección traída por Jesús a este mundo.

El Apóstol San Pablo, hoy en la Segunda Lectura nos ha dicho: “Comparte conmigo los sufrimientos, que es necesario padecer por  el evangelio, animado por la fortaleza de Dios”. Saben las mujeres del <dolor del parto>, que lleva a la alegría de la  nueva vida,  y de  dolores que desgarran el corazón, cuando el horizonte de un aborto se hizo realidad, saben de muchos otros y  profundos dolores a lo largo de la vida y larga historia de la humanidad, cuando se las deja de lado, no son reconocidas y un machismo absurdo las denigra, abusa  y en la  <Trata> llega a dimensiones vergonzantes  de la ofensa a la dignidad humana. Es también el dolor de sentir el abandono y tener el coraje de quedarse con los hijos, y sin bajar los brazos, redoblan los esfuerzos para no perder la alegría y el amor  familiar, y con <la fortaleza de Dios>, que creo el <genio femenino> son capaces de no achicarse, y esperan con gozo recibir un día a sus nietos para seguir dando vida.

Y este fundamento de la vida, es el que hoy pareciera descubrir el mundo, en la capacidad de tantas profesionales, artistas, emprendedoras, grandes dirigentes políticas, deportistas, científicas, pero sobretodo en tantas <mamas coraje>, que no se desentienden de los hijos, ni los abandonan en la droga que mata, sino que se juntan y luchan por volverlos a la dignidad de la vida, así el mundo  va reconociendo la equidad y la igualdad de los Derechos para todos.

Hoy el evangelio proclamado, nos lleva a estar con Jesús, en uno de esos momentos, que vivió en esta tierra junto a los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan, los tiempos nuevos que traía, y los discípulos lo experimentaron: lo vieron con sus propios ojos y lo oyeron con sus oídos, la <Transfiguración> de Jesús hace gritar a San Pedro “Señor que bien estamos aquí”.

Este es el grito que hoy, queremos escuche nuestro buen Dios,  grito que se hace oración, que parte desde la Basílica  de Lujan, a los pies de la Patrona de todos los argentinos, y desde todas las Iglesias del País,  darle gracias y pedirle que nos siga dando la alegría de la vida, cuya plenitud es la Pascua de su Hijo Resucitado, y que se manifiesta tan <tierna, bella y delicadamente> en la presencia femenina, que al estilo de Dios Amor,  las mujeres aceptan recibir la vida para entregarla, cuidarla y defenderla desde la concepción hasta la plenitud en la eternidad, y que todos, niñas y niños, varones y mujeres, ancianas y ancianos, llevados por el genio femenino, anhelamos respetar y amar siempre lo maravilloso y asombroso que es vivir en paz.

El autor es el obispo de la diócesis de Rafaela.

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