Las familias de Europa en peligro

¿Qué harán los países de Europa con menos niños?

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MADRID, sábado, 27 mayo 2006 (ZENIT.org).- No está resultando fácil encontrar una estrategia eficaz para ayudar a las familias europeas. Este mes el Instituto de Política Familiar publicaba un estudio titulado, «Informe de la Evolución de la Familia en Europa 2006». El informe observaba la creciente conciencia de proteger la familia y la vida familiar. Sin embargo, a pesar de esta preocupación, la familia cada vez sufre más presiones. Las primeras secciones del informe consideran el problema del descenso del índice de natalidad y del envejecimiento de la población. Luego pasa a considerar la situación del matrimonio. En el periodo 1980-2004, el número de matrimonios en los 25 países miembros de la Unión Europea cayó en más de 663.600, a pesar de que la población creció en 31,1 millones. En el 2003, la media de edad al casarse era de 30 años para los hombres y 27,7 para las mujeres. En 1980, las edades eran de 26 y 23,3 años respectivamente. Otra tendencia es el creciente número de niños nacidos fuera del matrimonio. No es posible hacer una estricta comparación de los actuales 25 miembros de la Unión Europea debido a la reciente incorporación de 10 países. Pero en los 15 antiguos miembros de la Unión, en 1980, sólo nacían de madres solteras y parejas sin casar el 9,6% de los niños. En el 2004 esta cifra se elevó hasta el 32,8%. La cifra en el 2004 para todos los 25 países de la Unión Europea es de 31,6%. Esta media total oculta las amplias diferencias existentes entre los países. La proporción de nacimientos fuera del matrimonio en Suecia alcanza el 55,4%; en Dinamarca, el 45,4%; en Francia, el 45,2%; y en el Reino Unido, el 42,3%. Grecia e Italia, con un 4,9% y un 14,9%, respectivamente, tienen niveles relativamente bajos. El índice de divorcios, por su parte, ha aumentado hasta cerca de la mitad en las últimas dos décadas. Desde 1990 hasta el 2004, se rompieron más de 10 millones de matrimonios en los 15 países de la Unión Europea, afectando a más de 16 millones de niños. Para hacer frente a estos desafíos, los gobiernos están prestando más atención a las necesidades de la familia, indicaba el informe. Pero los recursos dedicados a ayudar a las familias son todavía limitados. Los gobiernos europeos gastan de media el 28% de su producto interior bruto en el sector social, pero sólo el 2% se dedica a la familia. También aquí existen grandes diferencias. Una familia con dos hijos podría recibir al mes 611 euros (785 dólares al cambio actual) en ayudas en Luxemburgo. En Alemania esta cifra desciende hasta los 308 euros, y en el Reino Unido, hasta los 270 euros. Entre los 15 países de la Unión Europea los gobiernos de España, Italia, Portugal y Grecia son los que menos gastan en ayudar a las familias. Una familia con dos hijos recibe en España sólo 49 euros. Los nuevos países incorporados a la Unión también tienen niveles bajos. Una pareja con dos hijos recibiría sólo 38 euros en la República Checa, y 22 euros en Polonia.

Políticas a favor de la paternidad

El informe del instituto no es el único en subrayar los problemas de la política familiar en Europa. La BBC publicaba en marzo una serie de artículo sobre el tema. El artículo del 27 de marzo indicaba que, si las previsiones actuales sobre la tasa de natalidad resultan ser correctas, Estados Unidos, que ahora tiene 160 millones de habitantes menos que la Unión Europea, la habrá igualado para el 2050. Muchos países europeos tienen políticas ya en marcha, añadía la BBC, pero no queda claro qué éxito tengan estos incentivos. Noruega es uno de los países que ha dado pasos importantes para ayudar a las parejas. Las madres noruegas tienen derecho a 12 meses de baja laboral con el 80% del sueldo, o a 10 meses con el sueldo total, informaba la BBC el 28 de marzo. Los maridos también tienen derecho a la baja, y deben tomarse al menos cuatro semanas de baja tras el nacimiento de un hijo. No obstante, la tasa de natalidad de Noruega de 1,8 hijos por mujer, aunque alta para Europa, se queda corta para asegurar el nivel necesario para el relevo generacional. De igual forma, Suecia, cuyas políticas de bienestar familiar son igualmente generosas, tiene una tasa de natalidad de alrededor de 1,5 hijos por mujer. Incluso Polonia, donde todavía prevalecen los valores católicos y cerca de dos tercios de su población va a Misa los domingos, está atravesando una crisis en la vida familiar. El 29 de marzo, la BBC comentaba que la tasa de natalidad polaca, de 1,23 hijos por mujer, está entre las más bajas de Europa. De hecho, la población ha descendido en medio millón en los últimos seis años. Según la BBC, sólo una parte del cambio es achacable a presiones económicas. En vez de casarse jóvenes, más mujeres van a la universidad y planean conseguir un trabajo antes de crear su propia familia. Según el artículo del 31 de marzo de esta serie de la BBBC, más del 10% de las mujeres en muchos países europeos alcanzan los 45 años sin haber tenido hijos. Muchas de ellas han hecho una elección deliberada de renunciar a una familia, comentaba Catherine Hakim, socióloga de la London School of Economics. Prevé que el número de mujeres sin hijos se doblará en muchos países hasta el 20%, e incluso hasta el 30% en algunos casos, como Alemania. «La gente es muy consciente de lo que dice cuando afirma que tiene un estilo de vida diferente», añadía Hakim.

Propuestas

Para tratar estos desafíos a la vida familiar, la última sección del informe del Instituto de Política Familiar contenía una serie de recomendaciones para las políticas gubernamentales. Entre las propuestas: — La Unión Europea debería adoptar una postura orientada a la familia en todas sus medidas. Esto no sólo implica promover la convergencia de las políticas familiares de los países miembros, sino también presionar por la igualdad de oportunidades para todas las familias, y evitar cualquier discriminación basada en el número de hijos, el nivel o la distribución de ingresos. — Los gobiernos deberían ayudar a los padres a tener los hijos que quisieran; proporcionar asistencia a los casos de crisis familiar; reconocer el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos; y ayudar a las familias con necesidades particulares. — Los gobiernos deberían aumentar los beneficios sociales dirigidos a las familias y asegurar que dichos beneficios aumentan de acuerdo a la inflación. Debería haber también un estándar mínimo para las bajas de maternidad y paternidad y para la asistencia a las familias que cuidan a parientes ancianos en casa. El bienestar de las familias ha sido un tema constante en los discursos de Benedicto XVI de los últimos meses. El 13 de mayo, en su discurso a los participantes en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Familia, el Papa calificó a la familia basada en el matrimonio de bloque constructivo básico de la sociedad. Es necesario que el Estado, continuaba, reconozca la importancia de la familia y que la ayude a llevar a cabo sus funciones. El Santo Padre también invitó a las familias a poner a Dios en el centro de sus vidas. Dios ayudará a la pareja casada en su tarea de criar a sus hijos, afirmaba. La vida familiar corre un especial riesgo en el mundo actual y, para salvaguardarla, las parejas deben superar a menudo a las fuerzas culturales imperantes. Esto exige paciencia, esfuerzo, sacrificio y una búsqueda incesante de mutuo entendimiento. A pesar de estas dificultades todavía es posible, para las parejas de hoy, el ser fieles a su vocación, con la ayuda de Dios, afirmaba Benedicto XVI. El Papa también expresó su esperanza en que una sólida vida familiar pueda ayudar a la sociedad, al proporcionarle ejemplos de cómo vivir los auténticos valores humanos y evangélicos. Las familias, por ello, no sólo reciben ayuda sino que también aportan una contribución esencial a la sociedad. Está por verse la rapidez con que se enraiza este mensaje.

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