“La visita ad limina se entiende en una perspectiva de fe”

Monseñor Carlos Franzini integró el tercer grupo de obispos argentinos que se encontró con el Papa, quien insistió en pastoral familiar y juvenil, servicio a los más pobres y promoción sacerdotal. Analiza el viaje de Benedicto XVI a Tierra Santa y defiende el celibato.

Por Emilio Grande (h.)

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“La visita ad limina hay que entenderla en una perspectiva de fe, es un momento muy importante en el ministerio de los obispos cuando vamos a ver al sucesor Pedro para que nos confirme en la fe y en la misión y a través nuestro a toda la Iglesia diocesana. Tiene un carácter simbólico y religioso muy fuerte y la evaluación es altamente positiva. Al mismo tiempo, recibimos del Santo Padre indicaciones y orientaciones que trataremos de llevar adelante. El Papa puso insistencia en 4 puntos que son justamente los que venimos trabajando en la diócesis desde hace varios años: pastoral familiar y juvenil, servicio a los más pobres y cuidado y promoción de la vida sacerdotal. De cara a la próxima asamblea diocesana (12 de octubre) queremos hacer una evaluación para ratificar el rumbo”. Expresó el obispo Carlos Franzini durante una entrevista con este cronista. Integró el tercer grupo de obispos argentinos en el marco de la visita “ad limina” que se realiza cada 5 años al Papa.

-¿Se pueden conocer aspectos del informe pastoral y social entregado sobre la diócesis de Rafaela? -Es un informe interno y reservado donde el obispo le informa al Papa y a las oficinas que le ayudan en la gestión del gobierno central de la Iglesia sobre la marcha de la vida diocesana. Se les da un detalle sobre lo que venimos haciendo en la diócesis, cuáles son nuestras acentuaciones pastorales y las preocupaciones que más nos acucian, que están a la vista con leer las cartas pastorales.

-¿El Papa hizo hincapié en la pastoral familiar y en la crisis de vocaciones que se repite en distintas diócesis? -El problema de la crisis familiar es un desafío pastoral para la Iglesia no sólo en la diócesis sino en la Argentina y en el mundo; que la institución familiar está en crisis no es ningún dato novedoso y para los cristianos las dificultades son oportunidades y renovar nuestro compromiso pastoral en favor de la familia. En la carta pastoral de Pascua dedico un punto específico al tema vocacional, la vida sacerdotal está en el centro de la vida de la Iglesia y en la vida eucarística; por lo tanto la necesidad de valorar, apreciar y agradecer el don del sacerdocio, pedir a Dios que cuide y proteja a sus pastores y a quienes se están formando para serlo, pero al mismo tiempo que siga llamando como la ha hecho desde hace 20 siglos a muchos para que como los apóstoles trabajen más de cerca con el Señor en la misión evangelizadora.

-¿En qué cambió este encuentro con Benedicto XVI comparado con el anterior en 2002 con Juan Pablo II? -El cambio más notable es que en esta oportunidad el Papa no nos recibió personalmente sino en grupos porque estaba muy atariado por su viaje a Tierra Santa y con su agenda un poco alterada. Con Juan Pablo II habíamos tenido, si bien muy breve, una entrevista personal; en aquella oportunidad ya estaba enfermo y el diálogo era formal. En cambio en este caso a cada uno el Papa nos preguntó sobre la realidad de la diócesis y dio la sensación de que estuvo más atento sobre lo que se comentó, siendo un vínculo muy lindo y profundo.

-¿Qué referencias tiene Benedicto de la diócesis de Rafaela? -Le hablé de la dificultad que supone un territorio tan extenso al abarcar los departamentos Castellanos, San Cristóbal y 9 de Julio, 500 km de norte a sur, con lo cual es una realidad muy desafiante: tener la mirada de conjunto, tratar de no circunscribir al inmediato ámbito de influencia sino una mirada más amplia.

-Respecto del viaje del Papa a Tierra Santa, ¿apuntará seguir las huellas de Pablo VI y Juan Pablo II? -Apunta a la misión del Papa en confirmar en la fe a los hermanos, anunciar con sencillez y convicción la verdad del Evangelio en todos los rincones del mundo y sobre todo en un lugar tan atribulado invitar a la reconciliación, a la paz, al encuentro, al diálogo entre los distintos grupos en pugna tan sufrientes.

-Se habló de la crisis vocacional y en Argentina y en el mundo hay algunos sacerdotes que dejan el ministerio para casarse con una mujer. ¿La Iglesia reafirma el celibato pero algunos plantean que sea optativo? -La crisis no es de hoy, la dificultad para vivir el celibato como la dificultad para vivir el matrimonio en fidelidad está en el corazón del hombre desde siempre; hoy hay una mayor repercusión mediática en algunos casos lamentables que vemos en nuestro entorno. No es un problema de libertad o falta de libertad, todos somos libres también los que hemos sido llamados a la vida sacerdotal en la Iglesia latina libremente asumimos y respondimos a este llamado, nadie está obligado a ser sacerdote, cada uno es sacerdote porque ha reconocido el llamado de Dios y la Iglesia que en nombre de Dios está llamada a llevar adelante su vida pone las condiciones y los términos para vivir el sacerdocio. Es ordenado sacerdote con plena responsabilidad y libertad el compromiso que asume. Las razones que la Iglesia tiene para defender la armonía entre la vida sacerdotal y celibataria son muchas, antiguas y fundadas y tenemos que ser respetuosos de este camino y opción eclesial. La dificultad para vivirla es la dificultad que entraña ser fiel a los compromisos que uno asume hoy y siempre que pasa en la vida sacerdotal y en la vida matrimonial; a nadie se le ocurriría plantear que hay que suprimir el matrimonio porque hay matrimonios que se deshagan por la infidelidad de sus miembros. Por qué hay que pensar en suprimir el celibato porque algún sacerdote con razones más o menos fundadas no vivía fielmente su ministerio.

Emilio Grande (h.)

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