«La violencia escolar es un síntoma de falencias en el grupo familiar»

Es la visión de la psicóloga Claudia Centurión expresada durante una entrevista. Trabaja en la línea SIDA, en el equipo de salud mental del Hospital y en su consultorio privado. Las escuelas derivan a los alumnos por la agresividad entre ellos y la falta de respeto hacia las maestras. Harán talleres para padres sobre «buenos tratos» en tres SAMCo periféricos.

Por Emilio Grande (h.)

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«Se ve tanto en el Hospital como en el sector privado y la violencia no corresponde sólo a un sector social. Los que trabajamos con niños estamos viendo que se repite mucho este problema de la violencia que está ocurriendo dentro de la estructura familiar como un síntoma sobre algo que no está funcionando bien. Se observa también en la educación, en lo social, en los medios de comunicación (especialmente en televisión e internet), es decir que estamos viendo un cambio en los ideales y valores que se están imponiendo». Es la visión de la psicóloga Claudia Centurión expresada durante una entrevista con este cronista. Trabaja en la línea SIDA, en el equipo de salud mental que depende de Clínica Médica del Hospital «Dr. Jaime Ferré» y también en su consultorio privado. Y agrega: «Para ser padres hay que ejercer funciones, no tiene que ver con lo biológico sino con quienes ejercen esa función. Ahora hay familias muy disfuncionales, con padres separados, hijos criados por abuelos, tíos, hermanos más grandes, o también por las maestras. Cuando hacemos las entrevistas vemos que los padres no ejercen su función y es algo que no funciona, antes estaba claro quién era la madre y quién el padre».

-¿Los padres no cumplen su función por exceso laboral o porque se sacan la responsabilidad de ser educadores de los hijos? -Se dan los dos casos. La exigencia laboral lleva a que ahora se trabaje mucho más que antes, cuando el horario era de 6 u 8 horas. La mujer sale a trabajar a veces muchas horas más que el marido y hay una despreocupación por parte de los padres. Vivimos en una sociedad donde se priorizan mucho más que antes los intereses individuales. Antes se pensaba más en familia. La mujer tiene sus propios intereses y prioriza sus necesidades al igual que el hombre y así los chicos quedan en un segundo plano.

-¿Se pueden determinar la cantidad de consultas por violencia escolar? -Estadísticas no tenemos, pero la mayoría de la demanda es sobre violencia, sobre todo derivan muchísimo de las escuelas por la agresividad entre los compañeritos y la falta de respeto hacia las maestras; los chicos no responden a los límites, encuadres y normas. En las entrevistas con las maestras les preocupa que cuando se cita a los padres pocos son los que responden y trabajan muy solas porque no tienen el apoyo de la familia y recargan sobre el psicólogo, con lo cual tenemos que ejercer también las funciones de padres y maestros.

-¿Esta situación se registra en algunos sectores sociales marcados o se da en todas las clases? -En la atención privada también se da y se ve por igual en todos los niveles sociales: bajos, medios y altos, y no hay diferencias. No están claras las funciones y los chicos tienen «otro lugar», incluso en educación, porque no todas las maestras se ocupan como debieran hacerlo. No solamente la estructura familiar tiene sus falencias sino también en el sistema educativo hay cuestiones a rever y entonces los chicos encuentran un vacío.

-¿Cuáles son las falencias más notorias en educación? -Comparto un artículo publicado («¡Y que no mastique chicle en clase!» en Página/12 del 20 de marzo último), donde por ejemplo hay una mala interpretación del respeto sobre la autoridad y se trata más que de educar en imponer a los chicos; cuando hay estos vacíos con falta de límites y encuadres no se puede imponer sino trabajar o estimularlos de otra forma, crear ideales, hay todo un fracaso. Antes uno admiraba a un maestro, se lo respetaba e idealizaba, ahora no se lo respeta y no se lo admira, es una figura que no genera esto. Hay algo que está fracasando y hay que implementar otras estrategias para que funcionen como ideales.

-¿Colaboran los padres para mejorar esta situación? -Cuando los chicos llegan a la consulta no es fácil trabajar con los papás, hay muy pocos que colaboran y pasa lo mismo que en educación, creen que la responsabilidad pasa por el psicólogo que tiene que resolver todo. Además de trabajar con los chicos hay que hacerlo también con la familia, pero si uno ve la falta de colaboración es imposible trabajar con el chico porque es un síntoma de lo que no está funcionando en la estructura familiar. Llegan a la consulta pero son pocos los que pueden sostener el tratamiento psicológico.

-¿Cómo llegan los chicos a la consulta en el Hospital? -La mayoría derivados por las maestras, en los últimos dos años por agresividad verbal y física (empujones, tirarse los pelos, cachetazos y patadas) entre los compañeritos sobre todo cuando empiezan el preescolar o primer grado, porque no tienen límites: no se sientan, no respetan normas ni a las maestras; son chicos que no tienen hábitos. Cuando la mitad de un grupo de 30 chicos no tiene hábitos es imposible trabajar. Esas actitudes las arrastran de la estructura familiar porque no hay un trabajo previo. También son derivados en menor medida por problemas de aprendizaje.

-¿Cómo se sale de esta situación? -Nosotros lo hacemos en el consultorio, pero en ciudades más grandes las dificultades son mayores, se implementan talleres en grupos para los docentes y también para padres, así pueden encontrar formas de trabajar con los chicos. Acá, a través del «Comité del maltrato» dentro del Hospital se va a empezar a trabajar sobre «buenos tratos» en talleres para padres en tres SAMCo periféricos a definir.

Emilio Grande (h.)

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