La vida y la muerte

Los testimonios de Héctor, Liliana, Lita, Eduardo, no admiten duda alguna sobre la necesidad de cambiar el eje de las prioridades en nuestra sociedad o tal vez, la necesidad de volver a abrazar desde la acción política aquella definición de Juan Pablo II : “la política está en la sociedad para cambiar lo que en ella duele”.

Por María Herminia Grande (Rosario)

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Por María Herminia Grande.- “La vida y la muerte bordada en la boca”…La vida y la muerte, principio y fin. Esta semana tuve el triste privilegio de penetrar por un rato en la profundidad del dolor. Cuatro padres mostraron sin tapujos ante una cámara de televisión el desierto de sus vidas luego del asesinato de sus hijos. Nunca más habrá vida en ellos, sí fuerza para buscar Justicia. Justicia ausente por lenta e inepta. Justicia ausente porque no enmienda, ni corrige, ni ejemplariza. Justicia en minúsculas, porque donde hay cobardía no hay equilibrio. Ninguno de los cuatro padres pensó jamás en hacer justicia por sus propias manos. Ninguno de estos cuatro padres anda blandiendo un arma por la vida. Uno de ellos, Héctor Zini, el papá de Leandro dijo “fuimos formados con otros valores” y tiene resto y fortaleza para pensar en el asesino de su hijo. Dice “lo van a tener encerrado tal vez unos meses. El problema es que sólo lo van a tener encerrado, sin intentar cambiar su realidad”. También el poder político está ausente. Los bien intencionados, porque demuestran flaquezas e ineptitud al no actuar sobre el vínculo perverso de la desigualdad y la inseguridad. Porque no ponen más énfasis en combatir la corrupción. Los mal intencionados, porque construyen su poder con sangre inocente.

Liliana Vezza nunca terminó de lavar la ropa que Juan Pablo Fadus trajo el día anterior de Brasil. Tampoco pudo conversar con él lo suficiente para impregnarse de la alegría que percibió traía como saldo de esas vacaciones; dado que el timbre y el grito de las vecinas le interrumpieron todo futuro. Juan Pablo murió en sus brazos. Ella dice “igual que cuando le di la vida, lo fui acariciando, tratando que le doliera menos…”.

Hay un desorden que nos penetra, hay un Estado que lo propicia o cuanto menos no lo impide. Y hay una sociedad que reacciona de acuerdo a las vivencias personales. Casi como en aquellos tiempos perversos, donde nos íbamos anoticiando de la realidad cuando desaparecían nuestros amigos o familiares. Hoy la violencia hace esfuerzos (y tal vez ya lo ha logrado), para pasar al estatus de cultura de la violencia… Replica en mis oídos lo dicho por el papá de Leandro “a nosotros nos formaron con otros valores” .

Lita Gómez, la mamá del “Mono” Suárez, cuenta que Claudio trabajaba con otros chicos en una agrupación barrial. Sólo observé un pequeño brillo en su mirada cuando contaba sobre las empanadas que hacía Claudio para el emprendimiento que tenían dentro de su agrupación, “querían hacer una rotisería, entre otras cosas, y que los pibes no estén en las esquinas”. En la madrugada del 1ro. de enero, tiros y fuegos artificiales compitieron por igual. Lita fue al encuentro del Mono que estaba mal herido. Camino al hospital le dio su último aliento, el Mono le dijo “mamá no puedo respirar” y Lita no dudó, le dio su aire en la boca, no alcanzó…

Es cierto que hoy muchos están preocupados por una economía que muestra sus dientes. Tal vez la radiografía de esta fractura social se hubiera evitado si en los años de bonanza económica los dirigentes hubieran priorizado el bienestar de la gente en lugar de apostar a la acumulación de poder personal.

Paradojas del destino si las hay… envuelven al pastor Eduardo Trasante, papá de Jeremías. El “Jere” quien junto a Adrian “Patom” Rodriguez y a Claudio “Mono” Suárez, fueron asesinados el primer día de esta año 2012. Eduardo es capellán penitenciario, en su oficio de fe asistió en la cárcel a Maxi Rodriguez, cuyo padre fue el asesino de su hijo. El pastor Eduardo fue el único de los cuatro padres que confesó con voz entrecortada “si no fuera por mi fe, por mis creencia y por Dios, no hubiese podido refrenar el instinto inicial de revancha”.

Quienes hacemos análisis político muchas veces dudamos sobre la justicia de nuestra mirada al reflejar nuestra opinión. Los testimonios de Héctor, Liliana, Lita, Eduardo, no admiten duda alguna sobre la necesidad de cambiar el eje de las prioridades en nuestra sociedad o tal vez, la necesidad de volver a abrazar desde la acción política aquella definición de Juan Pablo II : “la política está en la sociedad para cambiar lo que en ella duele”.

Fuente: diario La Capital, Rosario, 17-03-12.

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