La revolución radical de 1893 en el departamento Castellanos

El cobro del impuesto a la producción de trigo y lino había creado un gran malestar en las colonias agrícolas. En septiembre de 1891 vecinos de Rafaela y Lehmann elevan al gobernador Cafferata una nota firmada por 263 personas. Los movimientos revoluciones se produjeron el 30 de julio y el 24 de setiembre de 1893.

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Por María Inés Vincenti.- En 1853 se había sancionado la Constitución Nacional, de neto corte democrático, pero la realidad de los años 80 mostraba que la fórmula política era “libertad política para pocos y libertad civil para todos”.

Frente a esta situación 1890 marca, con la denominada Revolución del Parque, el hito inicial de un proceso en pro de la vigencia efectiva de la democracia, que culminará en 1912 con la sanción de la Ley Sáenz Peña.

En 1893, gobernaba Santa Fe Juan Cafferata, perteneciente al autonomismo, tendencia que controlaba el poder provincial desde 1868. Esa presencia estuvo sustentada en la violencia contra los opositores y el fraude electoral.

En las elecciones nacionales y provinciales sólo votaban los varones argentinos, pero las constituciones santafesinas de 1872 y 1883 otorgaron a los extranjeros el derecho de elegir y ser elegidos en los comicios comunales. En 1890 se suprime el derecho al sufragio a los extranjeros que en 1887 representaban el 38,3% de la población provincial y en 1895 la cifra se había elevado al 41,9%.

Demetrio Iturraspe Freyre.

La cuestión relativa al régimen municipal fue una preocupación constante en el centro provincial de los años 90. Pero un motivo de índole económica fue primordial para crear el clima de revuelta que, culminó en los sucesos del año 1893.

Para solucionar el déficit del erario el gobierno provincial había creado un impuesto a la producción de trigo y lino que determinó el pago de 10 centavos por cada 100 kilogramos de cereal vendidos en la provincia. Este impuesto era recaudado por concesionarios particulares que, en muchas oportunidades, utilizaron métodos violentos para su percepción.

El cobro de este impuesto había creado un gran malestar en las colonias agrícolas. En septiembre de 1891 vecinos de Rafaela y Lehmann elevan al gobernador Cafferata una nota firmada por 263 personas, donde solicitaban que vete la ley del impuesto a los cereales, sancionada por la Legislatura.

Las cuestiones mencionadas -régimen municipal e impuesto a los cereales- eran dos reivindicaciones que coincidían con las que levantaba la recientemente creada Unión Cívica Radical.

En esos años surgieron en Rafaela periódicos opositores al régimen autonomista: “El Radical”, “El Liberal” y “La Unión Provincial”.

“El Liberal”, en su edición el 27 de diciembre de 1892, describía la situación del siguiente modo: “Nuestra desgraciada provincia está de un tiempo a esta parte sin gobierno… El Gobernador a cargo del erario provincial sigue en la Capital Federal su ininterrumpida vida de placeres y de orgías… Los ministros siguen ocupados… reclutando y armando apresuradamente a sus partidarios, como si tuviéramos el enemigo a las puertas de la ciudad… El pueblo contribuyente sigue pagando los impuestos con mengua de los ahorros, para que cuatro zánganos los aprovechen”.

Estancia El Porvenir.

El escenario descripto culmina en 1893. El epicentro de las revueltas fue Esperanza, pero el punto de partida fue la colonia Humboldt en febrero de ese año. El 29 de julio se produce un estallido revolucionario en las provincias de San Luis y Buenos Aires; el 30 es el día en Santa Fe.

En Rafaela, a las tres de la madrugada estalló el movimiento. Tomaron la Jefatura de Policía y depusieron al jefe político José María Aragón.

Las autoridades destituidas fueron remitidas a Santa Fe. “La Prensa” de Buenos Aires dio cuenta que “el Departamento Castellanos está pronunciado por la revolución” y luego señalaba: “El levantamiento de las colonias es el golpe decisivo: es posible que no aclare el día de hoy sin que la revolución no haya asentado sus reales en la capital santafesina sobre la cual se movían fuerzas considerables de esas colonias que las más importantes como Esperanza, San Carlos, Gálvez, Rafaela, San Gerónimo y Pilar. Los ciudadanos hijos de extranjeros son una juventud animosa: cada uno es poseedor de un rifle de precisión cuyo manejo conoce”.

Los sublevados entraron en la ciudad de Santa Fe y una Junta Revolucionaria presidida por Mariano Candioti y junto a Carlos Gómez, Martín Rodríguez Galisteo, Lisandro de la Torre y Manuel Cervera se hizo cargo del Gobierno. Se nombró a Ángel Caballero receptor de Rentas en Rafaela, juez de Paz a Pedro Avanthay, a Ventura Cardoso comisario del departamento Castellanos y a Federico Maurer jefe político. Estos nombramientos están encuadrados en las designaciones que el llamado “gobierno de los 21 días” realizó en toda la provincia.

En el caso de Rafaela y el departamento Castellanos los nombres corresponden a los revolucionarios de julio. A ellos podemos agregar: Demetrio Iturraspe -a quien La Prensa menciona como caudillo de las fuerzas revolucionarias-, Elías Altolaguirre, José y Fermín Avanthay, Federico y Francisco Maurer, Alfredo Fava, César Gauchat, Cristóbal Bollinger, Ángel Román, Vicente Báscolo, J. Barcos, Julio y José Cretón, Mateo Costamagna.

En toda la provincia aproximadamente 6.000 civiles tomaron las armas, de los cuales 2.000 eran colonos.

Sobre la participación de los extranjeros no quedan dudas después de leer una nota, aparecida en La Unión acompañada por 600 firmas y transcripta, a mediados de agosto, por La Prensa de Buenos Aires. La misma expresaba: “Es un hecho innegable que el elemento extranjero de las colonias de esta provincia ha apoyado vivamente la revolución del 30 de julio, quien, yendo personalmente a ponerse a las órdenes de los jefes revolucionarios, quien trabajando en su círculo a fin de reforzar la revolución y darle cuerpo…”

Y agrega: “Si la revolución del 30 de julio hubiese sido tan solo un movimiento político en que las banderías se disputaban el dominio de seguro que, en las colonias, ni una mosca se habría movido a no ser en defensa legítima. Pero la revolución ha sido más que eso. Ha sido una cruzada libertadora que ha dado por tierra no con una situación o un sistema político, sino con un sistema de inicua expoliación, cuyas principales víctimas han sido exactamente los extranjeros…”

Los revolucionarios en Rosario.

La renuncia del ministro Aristóbulo del Valle al gobierno de Luis Sáenz Peña tuvo repercusiones en el contexto provincial y el 27 de agosto se hizo cargo de la administración de Santa Fe el interventor federal Baldomero Llerena, quien arribó con un tono conciliador; dos días después Maurer entregaba la Jefatura Política de Castellanos.

A los dos meses -el 24 de septiembre- vuelve a estallar un segundo movimiento revolucionario dirigido, nuevamente, por la Unión Cívica Radical. Posiblemente dos elementos más se conjugaron para este nuevo estallido: la continuación de las prácticas revolucionarias de los radicales y el reemplazo del interventor Llerena por Zapata, de claras simpatías autonomistas.

En Rafaela unos 250 hombres se unieron a los revolucionarios, pero la revuelta fue reprimida por las tropas nacionales. Un parte oficial del 23 de septiembre expresaba que “en la colonia Rafaela ha aparecido una fuerza revolucionaria a las órdenes del señor Demetrio Iturraspe. He mandado batirla con una fuerza del 10 de Infantería de Línea que dejó el señor General Bosch en ese punto”.

A Demetrio Iturraspe Freyre le cupo un papel significativo en la revolución radical de 1893. Firmó el Manifiesto de la Junta Revolucionaria que instauró el llamado “gobierno de los 21 días” y, como caudillo del departamento Castellanos, asumió el liderazgo en las revueltas de julio y setiembre, comandando, en esta última, la vanguardia revolucionaria. Las armas, almacenadas en la estancia “El Porvenir” en Galisteo, fueron entregadas a los colonos quienes descarrilaron un tren a la altura de Lehmann y dinamitaron las alcantarillas para impedir el paso de las tropas nacionales.

Fracasada la rebelión, los cabecillas provinciales debieron huir a Montevideo y regresaron luego del indulto de 1894. Los periódicos de Rafaela El Liberal y La Unión Provincial fueron suspendidos, como aconteció con otros órganos de prensa, opositores al gobierno.

El fraude continuó siendo moneda corriente. A pesar de ello, los radicales seguían trabajando en forma abierta o clandestina. Y, tanto antes como después de la revolución, las fuentes dan cuenta de episodios de protestas en distintos puntos del centro provincial.

El derecho al sufragio a los extranjeros se les restituyó en el año 1900; fue necesario esperar hasta el Gobierno de José Bernardo Iturraspe para ver reducido el impuesto a los cereales y las primeras elecciones democráticas se realizaron en 1912.

La autora es especialista en Historia Social y miembro de la Junta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe.

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