La Resolución 2065: un éxito de la diplomacia argentina

Por Virgilio Jiménez Grotter.- Este 19 de diciembre se cumplen 55 años de la adopción de la Resolución 2065 (XX) sancionada en 1965 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esta normativa significó un gran triunfo para la política exterior del presidente Arturo Illia, quien dirigió los destinos de la República Argentina entre 1963 y 1966.
Esta fue la primera resolución que se ocupó puntualmente del diferendo que Argentina mantiene con Reino Unido sobre Malvinas, representando un indudable avance en el conflicto del Atlántico Sur porque se trató del primer reconocimiento internacional al reclamo de soberanía argentina en las Islas en disputa.
La Resolución 2065, que fue adoptada por una amplia mayoría, encuadra a Malvinas como una disputa de soberanía de carácter bilateral que debe resolverse pacíficamente respetando el Derecho Internacional.
Además, sostiene que en el tratamiento del tema habrá de tenerse en cuenta los “intereses” de los isleños, en contraposición a la postura inglesa que propiciaba que en las negociaciones se introdujera la necesidad de considerar los “deseos” de los habitantes de las islas, a los efectos de poder poner en marcha los mecanismos establecidos en el principio de autodeterminación de los pueblos.
Este derecho significa que los pueblos tienen la posibilidad de elegir libremente su sistema político, su desarrollo económico, social y cultural. Pero en el caso Malvinas este principio no es aplicable porque el pueblo que actualmente habita ese territorio, no responde al concepto de pueblo autóctono y no se diferencia de la metrópoli que lo administra ya que no solo habla su lengua, sino que posee sus costumbres, comparte su cultura y su historia.
La citada resolución está basada la exposición realizada por el entonces representante argentino ante las Naciones Unidas, el embajador José María Ruda, el 9 de septiembre de 1964 conocida como “Alegato Ruda”. Allí se exponen los derechos históricos, geográficos y jurídicos de nuestro país, probando que la ocupación británica constituye un anacronismo propio de los grandes imperios coloniales mediante el uso de la fuerza.
Ruda, al igual que Luis María Drago y Carlos Saavedra Lamas, son todos destacados juristas nacionales que han sobresalido por haber hecho importantes aportes al Derecho Internacional. En el caso de Drago ayudó a la construcción del principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados, mientras Saavedra Lamas fue el autor del Pacto Antibélico que lleva su nombre teniendo un rol central en el proceso que llevó a la paz en la Guerra del Chaco (1932 1935) entre Bolivia y Paraguay. Todo esto, sin duda, sirvió para construir una política exterior de prestigio, lo que autores como Joseph Nye denominan “Soft Power” o poder blando, en contraposición al poder duro que se identifica con la capacidad militar de un Estado.
Volviendo al tema Malvinas, este ocupa un lugar central en la agenda política y los distintos gobiernos que se sucedieron desde 1983 hasta el presente han implementado diversas estrategias para su recuperación. Por otra parte, las Naciones Unidas han dado apoyo legal al reclamo argentino a través de la Resolución 2065 y otras posteriores que se fueron aprobando en el ámbito de la Asamblea General.
Sin embargo, el Reino Unido ha ignorado -y por cierto continúa haciéndolo- todos estos instrumentos jurídicos mostrándose intransigente con respecto a cualquier negociación de la soberanía, tema central del conflicto que se originó en 1833 con la ocupación británica de las islas.
Recientemente la ONU cumplió 75 años, lo que demuestra que ha sido una institución superadora de su antecesora, la efímera Sociedad de Naciones. En este lapso ha experimentado importantes logros en tanto dicho organismo multilateral ha servido para asegurar la paz, la seguridad y la cooperación internacional frente a distintas situaciones de conflicto que se fueron presentando en las Relaciones Internacionales a lo largo del siglo XX. Aunque durante estos años también ha mostrado no pocas debilidades.
En Malvinas (algo similar ocurre con Gibraltar y las Islas Chagos, estas últimas un grupo de islas ubicadas en el océano índico), Reino Unido muestra una actitud de desprecio hacia Naciones Unidas al no acatar las directivas emanadas de este organismo internacional -un desprecio por omisión, en palabras del ex vice canciller Roberto García Moritán-.
Esto es particularmente grave si se tiene en cuenta que Inglaterra es uno de los cinco miembros permanentes que componen el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y como tal tiene una especial responsabilidad en el cumplimiento de las disposiciones legales que dicta la organización multilateral con sede en Nueva York.

El autor es licenciado en Relaciones Internacionales, abogado y profesor de Derecho Internacional Público en la UCSF y en la UCSE DAR.

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