La palabra y la comunicación, de Nora Didier

El 25 de setiembre de 2009 se presentó el libro en la Biblioteca Sarmiento de Rafaela.

Por Liana Friedrich (Rafaela)

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    La sociedad mediática actual, inmersa en esta llamada “era del conocimiento o de la tecnología”, calificada también como “post-industrial” y “postmoderna” (con la carga de pesimismo que este último epíteto conlleva, porque inmediatamente remite a conceptos tales como: “muerte de las utopías”,  estado de confusión y de caos), implica todo un desafío: desentrañar la intrincada madeja de signos, comprender su estructura, y en definitiva, develar el trasfondo semántico que existe detrás de todo proceso comunicativo. Sumergidos en ese universo sígnico, expresamos nuestras ideas, creamos discursos, sin pensar siquiera en los sentidos que estamos diseminando. Reímos, nos enojamos, cantamos, bailamos, trabajamos, modificamos nuestras costumbres… en suma: vivimos continuamente emitiendo signos que a veces pueden transmitir una imagen distorsionada de la realidad, distinta de lo que somos o de lo que sentimos. Es entonces cuando aparece en escena la semiótica, queriendo exorcizar los fantasmas que subyacen en los lenguajes humanos... 
    Semiótica: otra palabra que despierta extrañas connotaciones… su sola mención parece remitir a una disciplina enigmática, críptica, absolutamente teórica, alejada del apasionado debate de los medios y de la dinámica social de la comunicación. Sin embargo, no dejemos que el temor nos invada (“el miedo paraliza”…), porque no nos hallamos en presencia de una novela de Stephen King, sino del texto “La palabra y la comunicación”, de la escritora, investigadora y educadora santafesina Nora Didier, quien nos guiará, paso a paso, para realizar el abordaje de cuestiones básicas relacionadas con el estatuto científico de la semiótica, e ir desentrañando esa “madeja de señales” en la que estamos involucrados. Mediante una clara y didáctica exposición conceptual, se irán resolviendo los interrogantes que todo docente y estudiante de comunicación social se planteen acerca de la gestación y evolución de la teoría de los signos, proponiendo para ello un recorrido amplio –y no por ello poco exhaustivo- a través de los principales postulados teóricos, que fueran marcando hitos en la tradición científica de esta disciplina, los que aunque divergentes, se van imbricando para confluir en una aproximación holística al lenguaje. Como manifestara el investigador y ensayista Victorino Zecchetto, …en la transmisión de las ideas se da siempre una congruencia entre las nuevas propuestas y los saberes heredados…Lo que en un momento dado podemos concebir como un nuevo avance de la semiótica, posee ya cierto anclaje en las reflexiones anteriores…
   En su “Introducción”, N.D. despierta la curiosidad de sus potenciales lectores, al describir el mundo…como un inmenso libro en permanente disposición: para descubrirlo, decodificarlo, interpretarlo…, para luego destacar la importancia de la Palabra (reforzando lo dicho gráficamente con el uso de la mayúscula), como condición esencial del ser, citando entonces a Heidegger: “El habla no es un instrumento disponible entre otros, sino aquel acontecimiento que dispone de la más alta posibilidad para el hombre de ser hombre”. Se permite luego reconvenirnos acerca del uso y abuso que los medios –y la sociedad en general-  hacen de la palabra, “bastardeándola” hasta volverla tan liviana que ya parece vacía de contenido (aquí no se trata de “La insoportable levedad del ser”, como planteara Milan Kundera, sino de “la insoportable levedad de la palabra”), característica propia de esta cultura “light”, líquida, en la que nos hallamos inmersos.  A esa descarnada  deshumanización que actualmente sufre el lenguaje, contribuye también la supercomunicación que distorsiona la personalidad, seduciendo al destinatario de la palabra + imagen + efectos especiales + toda la telaraña de signos que nos rodea, con sus “cantos de sirena”, para terminar condenándolo al “exilio” de sí mismo, es decir, a la despersonalización y el autismo. N.D. se instala así en el debate semiótico actual que planteara Humberto Eco, al reflexionar sobre los signos como fuerza social, su rol intelectual en los medios y el análisis de temas de circulación masiva, al calificarlos de   “apocalípticos e integrados en la cultura de masas”, en una  “cultura de masas (que) es la anticultura”…, pero también considera  que…”estamos viviendo una época de ampliación del campo cultural”…(desde el punto de vista sígnico).
     En la primera parte, cuando N.D. inicia sus Aproximaciones a ciertas cuestiones relacionadas con la lengua y la comunicación, ya se ocupa de establecer el estatuto semántico de su planteo: …la lengua es el sistema más perfecto de comunicación que posee el hombre; el sistema  primario y central que da forma y determina a todos los otros sistemas… Ya Saussure, a comienzos del siglo pasado, postulaba la existencia de una ciencia general de todos los lenguajes (hablados y no hablados) cuando consideraba que: “Se puede concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social… la llamaremos Semiología”, de lo cual, hoy inferimos que el alcance de la Semiótica, como Ciencia del Lenguaje o Lingüística, subsume a todos los demás sistemas, porque la palabra es el más complejo y abstracto de todos: puede servir de anclaje o de relevo –de acuerdo con la concepción de Roland Barthes- al mensaje icónico, ya que el lenguaje verbal posee una función mediatizante, que logra “fijar la cadena flotante de los significados, de modo de combatir el terror de los signos  inciertos”. Por la razón expresada –siguiendo la exposición de N.D.- encontramos muchos lenguajes: el lenguaje de los gestos, las señales de tránsito, el  de los sordomudos, la música, la pintura, etc., pero todos son potencialmente traducibles a la palabra, y factibles de constituirse en enunciados lingüísticos portadores de la mayor significación.
    Pero no podemos desoír el legado chomskiano, cuando N.D. define…al lenguaje como la facultad que tiene el hombre de aprender y de utilizar la lenguas naturales… capacidad (que sólo es) inherente al hombre…
   Tampoco, en su marco teórico, deja de lado la óptica religiosa, que desde el texto bíblico le otorga a la Palabra, a partir del Génesis, el poder de instaurar vida y de ordenar el caos en  cosmos: …es en la religión donde la palabra, el nombre, tiene alto poder mágico, conjurante, y al mismo tiempo, creador.
  Establece con claridad las diferencias entre Escritura y Oralidad –tal como lo hicieran otras investigadoras sobre el fenómeno lingüístico, en sus aportes a la enseñanza de la lecto-escritura: Bravslasky, Marro y Borzone de Manrique, entre otras-  para luego poner al descubierto las concepciones de Halliday, en cuanto a las funciones del lenguaje. También alude a los actos de habla -que formulara Austin- respecto de la interpretación del enunciado, y se refiere a las dimensiones gráfica y fonológica –abordando con mayor especificidad el terreno de la fonología, enfocado por Hjelmslev- al indagar la estructura lingüística., para diferenciarla de la Semántica que se ocupa de …las posibles significaciones de una palabra y de la significación como proceso de construcción de sentido, ya que según afirmara Greimas: “el sentido está antes de cualquier producción discursiva; (entonces) la semiótica no produce sentido sino que reformula el sentido ya dado, procurando dotarlo de significación”.
  Los conceptos tomados de Kerbrat- Orechioni (con algunas modificaciones), sobre el circuito de la comunicación, coinciden con los vertidos en la bibliografía de Fernando Avendaño, relacionada con la didáctica de la lengua. El enfoque comunicacional que  N.D. sustenta, es el mismo que aparece en los D.C.J. (editados por las autoridades educacionales de esta provincia), el cual también coincide con las competencias mínimas a las que apuntan los N.A.P. para el área Lengua (provenientes del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación). Y hablando de “competencias”, no sólo alude a la textual (que remite a la “gramática del texto o también llamada del “discurso”), sino que además de las competencias de carácter ideológico y cultural, prioriza el logro de habilidades pragmáticas, que tienen que ver con la intencionalidad del emisor al emitir un enunciado, sin desconocer las implicancias filosóficas que se relacionan directamente con el “ethos”.
   Para referirse a las “funciones del lenguaje”, remite al circuito multi-direccional elaborado por Roman Jakobson (proveniente del formalismo ruso), con el objeto de considerar el cariz de los mensajes y sus “efectos de significación”, sin desconocer los aportes de la Sociolingüística, que tienen en cuenta las variaciones que experimenta el lenguaje, de acuerdo con el contexto situacional en el que se produce la comunicación.
   En cuanto a la constitución del “signo lingüístico”, parte de la concepción saussureana de “significado” vs. “significante”, para continuar con la visión semiótica tripartita elaborada por Peirce.
   En el nivel léxico, N.D. establece claramente las divergencias entre “denotación” y “connotación”. También tiene presente las relaciones sentido-referente-contexto, y los problemas que, en consecuencia, debe afrontar el destinatario de la comunicación,    condicionantes de los enunciados textuales, de orden contextual y co-textual. Aprovecha a  definir los términos  texto y discurso (que aunque suelen ser usados indistintamente, remiten a conceptos diferentes). Luego remite a Van Dijk  para referirse a las macro, micro y superestructuras textuales, puntualizando los fenómenos de coherencia y cohesión. 
   Apartándose de la concepción tradicional de “géneros literarios” (que deviene de la “Poética” de Aristóteles), N.D. citando a Bajtin, se refiere a los llamados “géneros discursivos”, al adherirse a la multivocidad de los actuales modelos textuales: los llamados  tipos o géneros discursivos (tantos como las actividades humanas, que a su vez incluyen numerosos subgéneros, e ir  adentrándose luego en las características distintivas de algunos de ellos:  la argumentación, la explicación, la narración, la descripción, textos instructivos, prescriptitos e instrumentales, informes, monografías, tesis y ensayos.
 Finalmente, N.D. no puede dejar de efectuar un acercamiento a lo literario, como fenómeno particular, ya que esta faceta del lenguaje es capaz de crear un mundo ficticio, un universo propio…(que define como autosemántico, con todas las claves para su comprensión adentro), concluyendo sus reflexiones con una cita del mexicano Alfonso Reyes: “La literatura no es una actividad de adorno, sino la expresión más completa del hombre”.
 El lenguaje, en conclusión, es indudablemente el más refinado y rico instrumento de comunicación: gracias a la comunicación lingüística podemos relacionarnos con los demás y construir la noción de alteridad, a la vez que desarrollamos nuestra propia identidad –ya que se trata de una construcción social: somos “con los otros”-, accedemos a los valores culturales y logramos avanzar en todos los campos del conocimiento y de la ciencia. Sin embargo, la disciplina “Lengua y literatura” o “Comunicación social” ha planteado siempre problemas metodológicos y acalorados debates en torno al paradigma al cual adherimos, y en cuanto a estrategias y contenidos didácticos. Este libro, entonces, puede brindar respuestas a muchos de los interrogantes que los docentes (y estudiantes) del área se planteen, porque ofrece un amplio marco teórico, que recorre las principales corrientes lingüísticas, y fundamenta conceptos básicos no sólo semiológicos, sino literarios, de acuerdo con los diseños curriculares actuales, presentado con un lenguaje claro y accesible, de fácil lectura y comprensión. Es por eso que el libro “La palabra y la comunicación”, de Nora Didier es un material de consulta destinado a ocupar un lugar destacado en la biblioteca de todo educador, especialmente abocado a la enseñanza de la Lengua.

Prof. Liana FRIEDRICH

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