La música de Barenboim unió a chicos de distintas creencias

El Centro Islámico reunió al concertista con niños judíos, musulmanes y católicos. “Este es el milagro de la Argentina”, dijo el director de orquesta. Destacó que el país valora la integración. El público infantil disfrutó de la jornada.

Por Jorge Rouillon

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“No hay otro sitio en el mundo donde esto sea posible. Este país valora la integración. Este es el milagro de la Argentina.” Así se expresó Daniel Barenboim, el director de orquesta argentino-israelí, ante algunos periodistas, poco antes de comenzar un concierto en el Centro Islámico de la República Argentina para chicos judíos, musulmanes y católicos de varias escuelas. Barenboim hizo muy buena conexión con los chicos reunidos ayer. “Cuando era chico, siempre me aburría ante los discursos”, les dijo. Y dio paso al concierto: un quinteto de Schubert, que los chicos, sentados en el suelo sobre alfombras persas, escucharon con toda atención. “Generalmente, uno escucha música rock o pop, y ésta es una opción nueva para escuchar”, comentó luego, muy seria, Stephanie Doño, de 9 años, de la escuela judía Bet-El. Y Nicolás Blufstein, de la misma escuela y edad, fue más allá, al sentido del mensaje: “Me gustó la idea de compartir con otras escuelas, y que Israel se junte con los árabes y puedan ser todos amigos de todos”. Junto con ellos, asistieron al acto alumnos del Colegio Argentino Arabe, los anfitriones; del colegio judío Arlene Fert (de la Nueva Comunidad Israelita Emanuel), y del colegio católico San Bartolomé. Luego compartieron juegos y danzas, muy entretenidos. Abrió el acto el secretario de Cultura del Centro Islámico, Omar Abboud, quien destacó el ejemplo de Edward Said, intelectual palestino residente en los Estados Unidos, ya fallecido, que, junto con Barenboim, ideó la creación de una orquesta que reuniera a jóvenes músicos israelíes y palestinos. Su viuda, Marian, estaba en la ceremonia, y el nuevo titular del Centro Islámico, Helal Massud, le entregó una bandeja en homenaje a su esposo, que destaca su “compromiso con la verdad”. Marian se excusó de no poder responder en español y, en inglés, dijo que esperaba que se continuara el legado de su esposo, de respetarse unos a otros. En una gran pancarta podía leerse un pensamiento de Said, junto a su foto: “Tenemos que aceptar que Palestina no es la tierra de un pueblo, sino de dos pueblos que no pueden exterminarse y expulsarse el uno al otro, sino que deben vivir en paz y seguridad juntos”. El maestro Gabriel Senanes, ex director de Música de la Ciudad, recordó cómo en 2001, en plena crisis, se hicieron 18 conciertos de homenaje a San Martín en sinagogas, iglesias y centros islámicos, iniciativa que continuó en los años siguientes. Jorge Telerman, que era entonces secretario de Cultura, recordó también esa experiencia. Y Abboud, al elogiar a Barenboim, dijo que “las personas que tienen música en las palabras llegan más fácilmente a los demás”. A su vez, el rabino Daniel Goldman señaló que “cuando suena mal un instrumento toda la orquesta suena mal”. Barenboim recordó que nació aquí, como sus padres, un país donde se estaba contento de recibir a gente de culturas diferentes. Una chica musulmana, Rayis Jarse, de 10 años, se le acercó y le dijo: “Maestro, la paz es posible”. Al final todos compartieron un almuerzo, de pie. El rabino Sergio Bergman conversaba con Massud. “Es un gesto fuerte, un gesto de Dios -dijo-. Los chicos van a contar esto en sus casas. Ellos son el futuro; que lo hagan mejor que nosotros”. Massud concordó: “Vos sabés que es una tarea dura, pero hay que seguirla, si Dios quiere”. Y se despidieron con un abrazo.

Reconocimiento

“La Argentina le enseña al mundo a tener identidades múltiples y a convivir con paz en la diversidad”, digo ayer Barenboim al recibir la mención de honor Domingo Faustino Sarmiento de manos del vicepresidente Daniel Scioli, en el Senado. “Aunque culturalmente no sea nada nacionalista -porque quiero penetrar en la música de otras naciones-, me siento profundamente argentino”, agregó. En el acto estuvo presente, entre otras personalidades de la cultura y la diplomacia, la presidenta del Mozarteum, Jeannette Arata de Erize.

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 11 de agosto de 2005.

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