La libertad de Ingrid Betancourt

Se trata del editorial del programa radial “Sábado 100” por Mitre Rafaela (FM 91,9), que conduce Emilio Grande (h.). “Le pido a Dios que esto les permita a todos los colombianos pensar que la paz es posible”, dijo con la voz entrecortada la ex candidata a presidente de Colombia.

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En un impresionante operativo de inteligencia, que provocó sorpresa y conmoción en el mundo, la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, un símbolo mundial de los secuestrados, fue rescatada sana y salva por las fuerzas de seguridad de Colombia, junto con otros 14 rehenes, después de seis años de cautiverio de las FARC en la selva. “Esta es una señal de paz para Colombia”, dijo entre sollozos una emocionada Betancourt, aparentemente en buen estado de salud, en sus primeras declaraciones tras ser liberada. El audaz rescate, en el que no se disparó un solo tiro, fue posible después de que agentes de inteligencia lograron infiltrarse en la cúpula de la guerrilla y engañar a los rebeldes para que entregaran los rehenes al ejército. La liberación de Betancourt supone uno de los peores golpes a las FARC en sus más de 40 años de historia y ocurre después de que la guerrilla sufriera duros reveses en los últimos meses, incluida la muerte de por lo menos cinco de sus líderes. La ex candidata era considerada por la guerrilla su principal moneda de cambio en las negociaciones. El incruento rescate representa el mayor éxito de la estrategia de seguridad del presidente Alvaro Uribe, al que fortalecerá políticamente en momentos en que la justicia colombiana está cuestionando su reelección, ocurrida en 2006. Junto con Betancourt, de 46 años y quien también tiene la ciudadanía francesa, fueron rescatados tres contratistas norteamericanos secuestrados por las FARC en 2003 y siete militares y cuatro policías colombianos. Desde el papa Benedicto XVI hasta el presidente George W. Bush, líderes de todo el mundo celebraron la inesperada noticia. Incluso el presidente venezolano, Hugo Chávez, que mantiene una ríspida relación con Uribe, llamó a su par colombiano para felicitarlo. Betancourt, secuestrada durante la campaña presidencial de 2002, fue la primera en bajar del avión que trasladó a los liberados, y se fundió en un emocionado abrazo con su madre, Yolanda Pulecio, y su esposo, Juan Carlos Lecompte. “Le pido a Dios que esto les permita a todos los colombianos pensar que la paz es posible”, dijo con la voz entrecortada la ex candidata a presidente de Colombia. Betancourt llamó a crear un liga de países para impulsar la liberación de los secuestrados y llamó a Chávez y a Correa a recomponer las relaciones con Uribe, tras el emotivo reencuentro con sus hijos y su hermana, quienes viajaron desde París en un avión oficial junto a su ex marido, Fabrice Delloye, y el ministro de Exteriores galo, Bernard Kouchner. Como dice Morales Solá, Uribe colocó contra las cuerdas a la organización guerrillera más antigua de América latina, pero sus ideas no son las que profesan muchos líderes actuales de la región. Los episodios relatados prueban que quienes aman a la humanidad suelen tener problemas con las personas concretas y cercanas que la componen.

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