La Inmaculada

Este año, en Lourdes, coincidiendo con el día de la Inmaculada, comenzarán las celebraciones con motivo del ciento cincuenta aniversario de las apariciones de la Virgen Inmaculada a Bernadette Soubirous.

Por Víctor Corcoba Herrero (España)

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¿Quién no tiene una Inmaculada en sus casas? ¿O quién no ha contemplado alguna vez la Inmaculada, aunque sólo sea como asombro artístico, en alguna de las plazas de pueblos y ciudades? Siempre bellísima. El mundo del arte y la literatura, invariablemente, se ha inspirado en sus cimientos para levantar la columna de la creatividad. Perennemente ha sido considerada como un soporte de vida, el reclinatorio perfecto donde sentirse amparado, comprendido y auxiliado. Benedicto XVI acaba de presentarla como apoyo en el camino de la vida. Leopoldo Panero la ha mirado como la miran los poetas, “… y que aún en mis pupilas tu presencia/ humanamente desvalida vive, / y que mi fe en tus ojos se recuerda”. Gerardo Diego, visionario, dice: “Era ella

y nadie lo sabía, /pero cuando pasaba/ los árboles se arrodillaban…” Dámaso Alonso también la concibe como esa gran ternura indescriptible, como “nieve en que Dios se posa”. Desde luego, de la poética española han brotado los versos más níveos, 1as estrofas más auténticas e ingeniosas en honor de la Purísima Concepción. Sólo hay que hacer silencio y escuchar: cantigas, cancioneros, donde Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón, y tantos otros cultivadores del verbo, atrapados por su pureza, escribieron los más logrados poemas injertados a la luz.

Si los poetas que han cantado a la Inmaculada son una legión que no cesa, tampoco en el momento actual, no digamos ya de los pintores que la han llevado a sus pinceles a través del tiempo, como Murillo, el Greco, Antolinez, Ribera, Valdés Leal, o Juan de Juanes…; o las incalculables esculturas realizadas por los grandes maestros de todas las épocas y lugares. Museos y catedrales de todo el mundo dan cuenta de ello, con una imagen que lo dice todo; y, que suele ser, aparte de una fiesta para la vista, un descanso para el alma. Es cierto que el pueblo nunca ha dejado de mirar a la Inmaculada, hasta llegar a ser un verdadero y propio corpus místico la mariología. Incluso, cuando la ciencia española llegó a la más alta cúspide, juraban los profesores universitarios defender hasta morir el privilegio rnariano.

Precisamente este año, en Lourdes, coincidiendo con el día de la Inmaculada, comenzarán las celebraciones con motivo del ciento cincuenta aniversario de las apariciones de la Virgen Inmaculada a Bernadette Soubirous. Se ofrece ya un intenso y extenso calendario de celebraciones previstas para todos los meses del año jubilar, que comenzará con el coloquio internacional “El mensaje de Lourdes, de ayer a hoy, de hoy a mañana”. Entender la Inmaculada como esa plenitud armónica que ha sido captada por poetas y artistas, en su verdadera pulcritud, será retornar a las raíces del pensamiento. Somos tierra de María. O sea, tierra de belleza. Ella nos habla en cada rincón. Su inmaculado rostro no deja a nadie indiferente, está dentro de la historia de las ciencias y las letras, del arte y de la poesía, en la historia de la cultura y en la cultura de la historia espiritual de cada ser humano, porque en ella despunta lo bello del espacio y el tiempo, se cruzan lo infinito y lo finito hasta entrecruzarse con lo divino y lo humano.

Víctor Corcoba Herrero corcoba@telefonica.net

El autor vive en Granada (España).

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