La Iglesia, un hecho irreductible

El movimiento eclesial “Comunión y liberación” de Argentina emitió un comunicado. “Hemos encontrado en Cristo y en la Iglesia una realidad viviente que no envejecerá nunca”, cuya fuerza es una fuerza presente”.

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Según el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, “la Iglesia debe ocuparse de temas espirituales”. Así opinó en público ante versiones periodísticas que se referían a supuestas críticas provenientes de fuentes eclesiales a la instrumentación de la “Asignación universal por hijo” implementada por el gobierno nacional.

¿Por qué nos resulta extraño –y más aún durante este tiempo de Encarnación, de Adviento y Navidad- cuando se dice que la Iglesia debe ocuparse apenas de temas espirituales?

Porque la fe es una experiencia sólo cuando tiene que ver con toda la vida; la fe se hace carne sólo cuando llegamos a reconocer el Misterio bueno dentro de las circunstancias que vivimos: la familia, las relaciones, el trabajo, el afecto, la política. La alternativa a esta experiencia es la de soportar -lo mejor posible- las circunstancias que nos tocan, relegando la fe a la ritualidad de lo privado. Desde siempre ésta ha sido la pretensión del poder frente al Cristianismo y la Iglesia, reduciéndolos a factores sentimentales o éticos, sin incidencia en la vida real de los hombres y de los pueblos.

Pero ¿cómo es posible que la fe tenga que ver con todo y no se limite a ser un mero soporte espiritual? Esto resulta evidente y atrayente para vivirlo al encontrarnos con testigos apasionados por la realidad que dan su vida por Cristo, como Juan Pablo II, Madre Teresa de Calcuta, Don Giussani, Benedicto XVI y tantos otros con los que nos encontramos hoy. Porque el Cristianismo no es sólo un acontecimiento histórico que comenzó en el pasado, sino un hecho actualmente presente en esa realidad llamada Iglesia, sociológicamente Pueblo de Dios, ontológicamente Cuerpo de Cristo. Como tal, involucra la totalidad de la vida de la persona y no sólo un aspecto de ella.

Por eso nos ocupamos y opinamos sobre todo lo que afecta a nuestra vida, no por un deber de conciencia o postura ética, sino por el interés de que la realidad que vivimos sea plasmada cada vez más por la presencia de Cristo Resucitado. Porque hemos encontrado en Cristo y en la Iglesia “una realidad viviente que no envejecerá nunca”, cuya “fuerza es una fuerza presente.” (John Henry Newman). Un hecho presente que es un gusto de vida nueva.

COMUNIÓN Y LIBERACIÓN Argentina – diciembre 2009

Colaboración de Luis Antonio Ferrero de Rafaela.

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