“La escuela debe construir un laboratorio de pensamiento”

Es la visión de Silvia Duschatzky en una entrevista. Ofreció un módulo sobre “La relación entre jóvenes y escuela en condiciones de vulnerabilidad social” en el proyecto de mejora institucional del Profesorado N° 2.

Por Emilio Grande (h.) – Rafaela

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“¿Qué puede la escuela? Nace de dos supuestos, verificamos que lo que podía no puede y la segunda hipótesis porque estamos convencidos de que algo puede. Uno no se haría esa pregunta si las cosas funcionaran sin ninguna dificultad y está dando cuenta de que hay alguna posibilidad. Vemos que la escuela no es la que era antes y esto no es porque se han caído los valores y los chicos no vienen como antes. Si la escuela insiste en ser lo que era hace tres o cuatro décadas seguro que no va a encontrar un interlocutor porque las condiciones históricas y sociales han cambiado, vivimos en un mundo tecnológico, en una infoesfera que cambia los lenguajes, los modos de percepción. Entonces la escuela tiene que pensar cómo hace para construir un valor social y público en estas condiciones de velocidad y nuevas tecnologías, fragmentación social y fragilidad de los vínculos”. Es el punto de vista de Silvia Duschatzky en una entrevista con este cronista. La citada ofreció un módulo sobre “La relación entre jóvenes y escuela en condiciones de vulnerabilidad social” en el proyecto de mejora institucional del ISP N° 2. Es investigadora en FLACSO, coordina un diploma en gestión educativa y magister en sociología de la cultura. Los dos últimos libros: “Chicos en banda” con Cristina Corea y “Maestros errantes”.

-¿Cuáles son las causas sobre si la escuela puede o no? -La escuela siempre va a poder algo, si es capaz de pensar que lo que puede hacer ahora no es lo que podía hacer antes cuando hace cuatro o cinco décadas existió un Estado-nación y de bienestar, un desarrollo industrial con pleno empleo; todo eso ya no está porque el capitalismo ha virado, es financiero, no necesita los recursos humanos de antes y se mueve con otra lógica. Por lo tanto, las instituciones van a entrar en crisis porque las coordenadas sociales y económicas son otras, al igual que las demandas sociales, los malestares y padecimientos. La escuela tiene que repensar en esta nueva configuración social.

-¿Qué experiencias recogieron en las investigaciones? -Por lo observado en el conurbano bonaerense y en la provincia de Córdoba la escuela necesita construir nuevos dispositivos, por ejemplo laboratorios de pensamiento y gestión más que plantearse que los chicos tienen déficit de atención conocido como ADD, se los medica porque aparentemente tienen un exceso de movimiento y es una pésima lectura. Los chicos son los más hábiles para operar con los estímulos que existen en la sociedad, la escuela ve que estos pibes están dispersos y operan con un montón de estímulos simultáneamente; no es una enfermedad sino la condición de la época que les impone estar atentos a cosas veloces que cambian todo el tiempo. Frente a esto un laboratorio de pensamiento se preguntaría qué vemos en los chicos: capacidades, poderes y cómo organizar una experiencia educativa a partir de lo que ellos nos muestran es otra cosa: no es un déficit sino otro modo de estar en el mundo, procesar el tiempo, relacionarse con los estímulos. Desde nuestra investigación, una escuela gana en productividad si es capaz de pensar eso no con los signos negativos sino potenciar una posibilidad.

-¿Cómo interactúa el docente ante esta nueva realidad? -En cada lugar es diferente. Por ejemplo estamos haciendo una radio en una escuela del conurbano bonaerense y la idea no es hacerla para que los alumnos estén más calmos, atentos y contentos sino a partir de esta experiencia existe la posibilidad que tanto los chicos como los maestros expresen sus propios modos de vida, quiénes son, qué les pasa, cómo viven el mundo. Hay escuelas que encuentran condiciones para potenciar posibilidades y avanzar en formatos nuevos y distintos y hay otras que se resisten. La idea es cómo pensamos en una nueva relación educativa donde no es menor el problema del docente como tampoco del alumno. ¿Qué hacemos entre todos para que valga la pena estar en la escuela?

Emilio Grande (h.)

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