“La democracia es muy valiosa, pero se convirtió en prostituta”

Lo afirma el profesor iraní Hossein Nasr. “Para el mundo, la peor catástrofe sería un ataque de EE.UU a Irán”, dice.

Por Elisabetta Piqué

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ROMA.– “La democracia es algo muy valioso, pero, por desgracia, en nuestros días se ha convertido en una prostituta.” Con barba blanca y hablar pausado, Seyyed Hossein Nasr, uno de los máximos expertos en ciencia y espiritualidad islámica, tiene el aspecto de un apacible sabio oriental.

Sus palabras, sin embargo, son como lanzas. Este reconocido intelectual iraní que dirige el Instituto de Estudios Islámicos de la Universidad George Washington considera que la democracia se ha transformado en un eslogan. Dice que es democrático quien es bien visto por los poderosos (léase Estados Unidos) y antidemocrático quien no lo es.

Sostiene, además, que hoy, debido a intereses políticos, “se llama terroristas a aquellas personas que lo único que hacen es defender sus derechos”. Agudo, critica duramente la famosa teoría del choque de civilizaciones, de Samuel Huntington, que considera “muy peligrosa”.

Nacido en Teherán en 1933, Seyyed Hossein Nasr, hijo de un médico de la familia real persa, se educó desde pequeño en Estados Unidos. Estudió matemática y física en el MIT, de Boston, e historia de la ciencia y de la filosofía en Harvard. Después de especializarse en ciencias islámicas, regresó a Irán, donde fue rector de la Facultad de Letras y de la Universidad de Teherán, y fue presidente de la Academia Iraní de Filosofía. En 1979, la revolución islámica de Khomeini lo forzó a emigrar a Estados Unidos.

Autor de más de cincuenta libros -publicados también en su país natal-, además de enseñar en Estados Unidos, Seyyed Hossein Nasr viaja por el mundo para enseñar y dar conferencias; fue uno de los 138 líderes musulmanes que les escribieron recientemente una carta al Papa y a los demás jefes de iglesias cristianas para proponer la instauración de un diálogo entre las dos religiones monoteístas.

-Usted es uno de los mayores expertos en el Corán. ¿El libro sagrado de los musulmanes autoriza la jihad , la guerra santa?

-Sí, pero depende de lo que entendamos por jihad . Significa esforzarse por seguir las enseñanzas de Alá. Además, siempre se utiliza en un sentido positivo, en el sentido de tratar de cumplir la voluntad de Alá, de exhortar a alguien a trascender sus propios intereses y ayudar a los demás.

-Desde el 11 de septiembre de 2001, en muchas partes de Occidente los musulmanes son sistemáticamente asociados al terrorismo. ¿Cree que esa percepción está creciendo o disminuyendo?

-Ni una cosa ni la otra. Lo que creo es que esa percepción está ayudando a muchos políticos occidentales a mantener a sus poblaciones sumidas en un estado de miedo. La ocupación de países musulmanes ha dado lugar a muchísimas más muertes que las que provocaron los atentados de Nueva York, Londres y Madrid. En segundo lugar, con frecuencia se llama terroristas a aquellas personas que lo único que hacen es defender sus derechos. Imagínese que alguien atacara Italia y los italianos trataran de contraatacar: según la definición actual, serían terroristas. Ese es el calificativo que se da a la gente del sur del Líbano, a los palestinos y a muchos otros grupos que no están atacando a ningún país, sino que se están limitando a protegerse. A los musulmanes que cometen actos terroristas en Cachemira, en Gaza o en otros lugares se los puede comprender desde el punto de vista psicológico. Pero desde el punto de vista religioso, esos ataques terroristas son inaceptables para la ley islámica.

-Pero no parece que sea casualidad que se cometan esos atentados en nombre del islam y no de otras creencias religiosas, como el cristianismo

-La respuesta es que el islam sigue siendo muy poderoso en el mundo musulmán. Cuando el cristianismo era fuerte en el mundo occidental, todo se hacía en su nombre. Cuando se conquistaba una ciudad o se lanzaba una cruzada, se hacía en nombre de Cristo. Numerosas masacres se cometieron en nombre del cristianismo. Cuando los conquistadores españoles, por ejemplo, mataron a miles y miles de indios sudamericanos, lo hicieron empuñando la cruz. El hecho de que Occidente ya no cometa ese tipo de matanzas en nombre de Cristo se debe a que el cristianismo se ha hecho muy débil, no a que la gente ya no esté interesada en matar. De hecho siguen matando, sólo que en nombre de otras cosas: nacionalismo, petróleo, economía Esos son los nuevos dioses de Occidente.

-¿Qué piensa de la teoría de Samuel Huntington sobre el choque de civilizaciones?

-Me opongo totalmente y considero que es muy peligrosa. Lo positivo de Huntington es que asegura que existen diferentes civilizaciones y que no van a desaparecer. Por muchas hamburguesas que se vendan en Italia, los italianos no van a renunciar a su italianidad, y lo mismo se puede decir de las otras culturas.

-¿Cree que el modelo occidental de democracia puede exportarse a los países islámicos?

-Creo que el modelo occidental de democracia no se puede exportar a ningún lado, porque es algo que tiene que nacer del interior de la sociedad, como ocurrió en Occidente. Estados Unidos no exportó la democracia a Alemania tras el nazismo. Fue la sociedad alemana la que la abrazó, la que aceptó a Eisenhower y el nuevo orden político tras sufrir una dictadura despiadada y una tremenda derrota militar que causó la muerte de millones de alemanes. En la historia no hay un solo caso en el que la democracia haya sido exportada y aceptada.

-¿Pero es compatible la democracia con el islam?

-Depende de lo que entendamos por democracia. En la actualidad la palabra democracia se ha convertido en un eslogan: quien nos gusta es democrático y a quien no nos gusta lo tachamos de antidemocrático. El pueblo palestino, en elecciones libres supervisadas por la ONU, eligió a Hamas para que lo gobernara. Pero Occidente rechazó ese resultando y alegó que era antidemocrático. En Egipto, Mubarak gana las elecciones con el 99,9% de los votos y es obvio que no es democrático, pero dado que es pro norteamericano, nadie dice nada. La democracia es algo muy valioso, pero, por desgracia, en nuestros días se ha convertido en una prostituta. Lamento decirlo, pero es así. Si entendemos la democracia como la participación libre de la gente en su propia vida, creo que es algo que todos los seres humanos desean. No es que a los españoles y a los ingleses les guste y que los birmanos la odien. Eso es una estupidez. Pero para que las instituciones democráticas crezcan, deben hacerlo desde el interior de una sociedad.

-¿Es necesario que un Estado sea secular para que pueda haber democracia?

-No creo que sea necesario. El propio Alá ha permitido a los musulmanes gobernar muchos aspectos de sus vidas. Es verdad que la ley islámica prohíbe comer cerdo, pero no me parece que la democracia se base en poder comer cerdo o no. Los cristianos también tienen sus prohibiciones religiosas y, en teoría, no pueden cometer adulterio.

-Pero la diferencia es que en los países de tradición cristiana el poder político y el poder religioso están separados

-Los países islámicos no tienen por qué secularizarse para ser democráticos, a no ser que por democracia entendamos sólo el modelo occidental.

-¿Cree posible una reconciliación entre Estados Unidos e Irán?

-No hay ningún motivo por el que Irán y Estados Unidos deban tenerse animadversión. Irán no supone ningún peligro para Estados Unidos. Algunos consideran que Irán supone un peligro para sus intereses, no para los propios Estados Unidos, lo cual es muy diferente. Irán no es un país poderoso. Lo que no puedo entender, como iraní que lleva 30 años viviendo en Estados Unidos, es por qué Estados Unidos e Irán no se sientan y discuten sus problemas, como cuando el presidente Nixon lo hizo con China. Yo creo que desgraciadamente se debe a que también en este caso hay ciertos intereses en juego, sobre todo por parte del lobby israelí en Estados Unidos. Odio decir estas cosas y sé que me van a costar muchos ataques, pero creo que es así. Y, en segundo lugar, algunos de los ricos países petroleros tienen miedo de Irán, de su discurso. Pero, más allá de eso, no hay motivo en realidad para que Irán y Estados Unidos tengan malas relaciones. Todo cambiaría completamente si los dos países se sentaran juntos a discutir. No digo que se fuera a resolver el ciento por ciento de los problemas, pero la situación cambiaría. Así que recemos para que se imponga la sabiduría y no haya una guerra. La peor catástrofe sería un ataque de Estados Unidos a Irán. Creo que una acción así supondría el fin de Estados Unidos como superpotencia.

Por Elisabetta Piqué

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 16 de enero de 2008.

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