La creación, fundamento para el diálogo entre creyentes y no creyentes

Entrevista a un teólogo premiado por las Academias Pontificias

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 20 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- La creación puede ser un buen punto de partida para el entendimiento entre creyentes y no creyentes, y entre creyentes de otras religiones. Es una de las sugerencias de Santiago Sanz, joven teólogo que recibió una mención especial del Premio de las Pontificias Academias, entregado el 16 de noviembre en el Vaticano ante la presencia de Benedicto XVI, por su tesis doctoral sobre creación y alianza (Cf. Zenit, 17 de noviembre de 2005). «Creo que la verdad de la creación puede constituir un válido punto de arranque» para «ponernos de acuerdo» sobre algunos «valores éticos fundamentales que estén en consonancia con la dignidad de la persona», ha dicho en esta entrevista concedida a Zenit. Este sacerdote secular, incardinado en la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, nacido en Talavera de la Reina (España), en 1972, enseña teología en la Universidad Pontificia de la Cruz, donde se doctoró en Teología Dogmática en el año 2003. -¿Qué es lo que las Academias Pontificias han subrayado de su trabajo? -Sanz: Realmente no lo sé. Por lo que me dijeron, nos han dado este premio porque tanto el vencedor [el doctor Giovanni Catapano] como los otros dos que nos hemos llevado una medalla pontificia [el otro es el doctor Massimiliano Marianelli] somos jóvenes, y con ello han querido animarnos en nuestra dedicación a la investigación. Por mi parte, quizás les ha interesado mi trabajo porque el tema tiene bastante que ver con cuestiones de actualidad relacionadas con el humanismo cristiano. -¿Cómo se siente un joven sacerdote y profesor de teología al recibir una medalla de parte de un Papa teólogo? -Sanz: No es fácil describirlo. He pensado en el Papa tan estupendo que hemos tenido, Juan Pablo II (que instituyó este premio), y del que creo que todos nos sentimos herederos de tantas cosas buenas que ha hecho por la Iglesia y la humanidad. En cuanto a Benedicto XVI, me he sentido agradecido de un modo muy especial, pues quien me ha concedido este honor además de ser el Papa, que es lo más importante, es también un teólogo cuyas obras me han ayudado mucho a madurar mi pensamiento sobre el tema de mi tesis. Si a esto añadimos la coincidencia, sin duda providencial, con el hecho de que el día anterior a la concesión del premio se cumplía el cincuenta aniversario de bodas de mis padres (mi padre está ya en el cielo, y mi madre estaba feliz acompañándome en este momento tan emocionante para mí), se podrá imaginar que sólo tengo motivos para estar muy contento y agradecido a Dios. -Creación y alianza son conceptos que hoy se prestan a muchas interpretaciones. ¿Cuál es la visión que usted ha querido presentar en base a un humanismo cristiano? -Sanz: He querido contribuir a resaltar la importancia que tiene la verdad de la creación en el contexto actual, donde la Iglesia se encuentra en medio de retos y problemas acuciantes y a la vez apasionantes. Pienso sobre todo en el diálogo, no sólo con los creyentes de las diversas religiones del mundo, sino también con los no creyentes. En una sociedad que navega a la deriva del relativismo –como el mismo Benedicto XVI recuerda con frecuencia–, muchos, incluso entre quienes no comparten una creencia religiosa, se están dando cuenta de que necesitamos ponernos de acuerdo sobre algunos valores éticos fundamentales que estén en consonancia con la dignidad de la persona. En este sentido, creo que la verdad de la creación puede constituir un válido punto de arranque, pues es compartido por tantas religiones y a la vez se mueve en el horizonte de la búsqueda que la razón humana emprende de modo natural al preguntarse por el origen y sentido de nuestra existencia y de toda la realidad. -¿Es capaz de resumir en pocas palabras su tesis doctoral? -Sanz: Pienso que el debate sobre creación y alianza debe relacionar dos exigencias fundamentales: por una parte, que la creación es ante todo un misterio de la fe, y por tanto se ha de entender en profunda conexión con la alianza que Dios nos ofrece en Jesucristo; esta es la exigencia teológica principalmente destacada en la segunda mitad del siglo XX. Por otra parte, que el anuncio cristiano siempre ha considerado la verdad de la creación como un punto de contacto con la razón humana, pues se trata de una verdad que, hasta cierto punto, puede ser captada por la inteligencia de quien todavía no cree; esta exigencia, puesta de relieve de nuevo más recientemente, aboga por una cierta autonomía de la idea de creación. Si se tienen en cuenta ambas exigencias, puede entonces hablarse, en lenguaje teológico, de una relación de circularidad entre creación y alianza.

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