La “casa común” que nos hermana

Se trata de homilía pronunciada por el obispo Carlos María Franzini, en la misa celebrada en la Iglesia Catedral con ocasión de la Fiesta Patronal de la ciudad, el 24/10/11, con motivo del 130º aniversario de Rafaela.

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La “Casa común” que nos hermana

(Homilía pronunciada por el Señor Obispo, Mons. Carlos María Franzini, en la misa celebrada en la Iglesia Catedral con ocasión de la Fiesta Patronal de la ciudad, el 24/10/11; 130º aniversario de Rafaela)

Queridos hermanos:

1) Una vez más nos reunimos en esta iglesia Catedral, “la casa común” que nos cobija y nos hermana, para celebrar al Santo Patrono San Rafael y un nuevo aniversario de la Solemne Dedicación de este templo. Además celebramos con todos los rafaelinos un nuevo aniversario de la formación de la ciudad.

2) Este año añadimos a la celebración de nuestro centésimo trigésimo aniversario, el aniversario de los hermanamientos con las ciudades de Sigmaringendorf y Fossano, a las que nos ligan vínculos entrañables desde hace muchos años.

3) La fe, que está en la raíz de nuestra historia y de nuestra cultura, nos aporta su luz para penetrar en el significado profundo de cuanto estamos celebrando.

4) Este hermoso edificio es expresión material y plástica del templo espiritual que formamos los creyentes. Como la casa de la familia expresa el “hogar” que la habita, así también esta iglesia manifiesta la vida, la fe, la pujanza y los valores fundantes de nuestra comunidad rafaelina. Mucho más hoy, finalizada su puesta en valor gracias al esfuerzo de toda la comunidad.

5) Los gringos pioneros, reconociendo que la dimensión religiosa es esencial a las personas y las comunidades, quisieron contar desde los inicios con un espacio material donde celebrar su fe en el Padre de todos, para tejer desde allí vínculos sólidos de fraternidad. Como toda familia tiene derecho a una vivienda digna, en la que puedan crecer cotidianamente los vínculos familiares, así también la familia cristiana necesita su espacio físico donde cobijarse para afianzar vínculos de filiación, fraternidad y servicio.

6) Es un escándalo y un desafío para nuestra ciudad y nuestra patria que todavía hoy haya hermanos nuestros que no puedan acceder al derecho a una vivienda digna. Así también es penoso constatar que en algunos lugares haya hermanos que no puedan contar con el espacio físico y espiritual necesarios para vivir su fe, celebrarla y manifestarla, o –peor aún- que algunos pretendan que los signos religiosos puedan ser ofensivos o discriminatorios en algún sentido.

7) Pero de poco sirve la casa material si en ella no se construye día a día la familia. De poco sirve este hermoso templo, y cuanto se ha hecho para embellecerlo, si no crecen cotidianamente los vínculos comunitarios. De poco sirve festejar nuestro aniversario como ciudad si no sentimos anhelos genuinos de habitar la “casa común” como hermanos, como familia. Por ello esta fecha es una nueva oportunidad, una nueva llamada para renovar nuestra vocación a la fraternidad; a ser y vivir como hermanos; a reconocer que los lazos que nos vinculan son más fuertes que ocasionales diferencias; a hacer una nueva opción por una convivencia fraternal en la ciudad. Opción que se hará concreta y manifiesta en el ejercicio constante y sincero del diálogo; en el respeto mutuo y la capacidad de disenso, que enriquece y complementa. Opción que supone superar la crispación, la agresión verbal y la denuncia ligera o infundada, la descalificación mutua o la sospecha como estilo de convivencia.

8) Hoy nos acompañan estos apreciados hermanos venidos de lejos. El “hermanamiento” no debería ser un mero acto protocolar o folklórico sino una expresión concreta del deseo de crear siempre nuevos vínculos de fraternidad a todo nivel. Los “hermanamientos” con Sigmaringendorff y Fossano nos estimulan a reconocer que la fraternidad nos abre más allá de nosotros mismos: con estas ciudades y estos hermanos que nos visitan; con las ciudades y pueblos vecinos y de la región, abiertos a la provincia, a otras provincias e incluso a países limítrofes. Pero también abiertos y acogedores con los que llegan a nuestra ciudad en búsqueda de trabajo y progreso, sin distinción de raza, color o credo, para construir una ciudad grande, progresista y solidaria.

9) Así también a nuestros hermanos procedentes de Alemania e Italia esta experiencia les invita a llevar este mensaje a sus tierras de origen, para que en ellas se cultive este mismo espíritu de apertura y acogida para con quienes hoy llegan a Europa en búsqueda de nuevos horizontes, como en siglos pasados los europeos fueron acogidos generosamente en estas tierras, ayudándolas a ser lo que hoy son.

10) En definitiva, a cada uno de los que hoy estamos aquí, la celebración que compartimos nos llama volver a optar por la fraternidad allí donde vivimos cotidianamente: la familia, el ámbito de estudio o trabajo, el barrio, la ciudad, la patria. La vocación filial y fraterna anida en el corazón de toda persona; no dejemos que la puedan frustrar la indiferencia, el egoísmo o la comodidad. No dejemos que el localismo, la mirada estrecha, ni mucho menos la discriminación o la xenofobia sean obstáculos en la construcción de un estilo fraterno y solidario de convivencia.

11) San Rafael, a quien la tradición bíblica y espiritual reconoce como “medicina de Dios” y “compañero de camino”, nos cure de toda tendencia individualista y nos acompañe en el camino de la vida para recorrerlo junto a los hermanos, construyendo cotidianamente una auténtica familia.

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