De todos los conocimientos, el de la belleza es la niña de los ojos.
Belleza que ha de ser mirada y mimada con los labios del alma.
Roto el poema, adiós a la vida.
Una vida, reflejo de luz, canto bello, encanto de vivir.
Cada aire tiene su belleza y cada brisa su abecedario de versos.
Dios es el cenit del poema: nos llama a la llama que estremece, abriéndonos las puertas del cielo, con el beneplácito de la tierra.
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