La Argentina que queremos

Es hora de actuar. Mañana será inútil. La búsqueda no puede hacerse en la soledad de los sectarismos. Nuestra voluntad de ser debe expresarse a través de un anhelo común de mejorar al hombre y a las estructuras actuales. Y debe fundarse también en el reconocimiento sincero de que sin fraternidad nada será posible.

Por Pedro J. Frías (Córdoba)

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En 1971, hace treinta años, la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), nos encargaba la confección de un documento a Basilio Serrano, ya fallecido, al ingeniero Pablo Verzini, Presidente de la Bolsa de Comercio de Mendoza y a mí. El título era “La Argentina que queremos”. Lo encuentro tal actual, que en cierto modo ese manifiesto nos está diciendo que tenemos que arrancar de nuevo…Cambiar lo que no funcione bien -falta de valores y de cultura del trabajo- para asegurarnos un futuro. Subrayamos ante todo, al inicio del documento, que todo debe pensarse en beneficio de la dignidad humana. Transcribo el párrafo inicial. “Cualquier modelo socioeconómico y político que se adopte deberá haber sido construído para el hombre como protagonista central en un encuadre referido básicamente al bien común ya que sin este no existen los bienes particulares.” Desde luego decimos bastante más. En Economía, reclamamos la eficiencia del sector público y la responsabilidad social del sector privado, pedimos subsidiariedad, y reproduzco sólo tres párrafos. “Consideramos que la concurrencia económica y tecnológica es una forma frágil y activo de lograr el desarrollo, pero debe eliminar la violencia, el fraude, los monopolios, acuerdo de precios, etc. Propiciamos por lo tanto que el Estado genere las condiciones adecuadas para que las actividades competitivas de los participantes económicos se regulen con vistas al bien común, protegiendo a los cosumidores para que sean los auténticos árbitros de la actividad económica. “Las medidas de las contribuciones impositivas no pueden desvincularse de la capacidad contributiva de los ciudadanos. En una sociedad ordenada, de hecho, los miembros participan del beneficio social, no porque pagan sino por lo que una vida humana digna requiere. Por lo tanto, propiciamos una reforma en este aspecto que teniendo a estimular la inversión y siendo económica en su gasto de recaudación y control estimule la creación de riquezas, el ascenso social, procurando también una mejora real de los ingresos familiares a nivel de los estratos socio económicas más débiles. “Se trata por último de realizar una economía nacional realista, realismo que entendemos se dará si se aspira a construir un país industrial (preferentemente teniendo en cuenta las potencialidades naturales del asiento de su economía), con economía agropecuaria altamente tecnificada (dado que las características físicas de nuestro territorio origina una obligación natural de propiciarla), con todos los sectores integrados y sin renunciar a los beneficios de la incorporación de capitales, créditos y tecnología extranjera, sujetos estos al modelo nacional que se adopte y todo valorando más el desarrollo de lo humano que sólo el crecimiento de los consumos. Tales criterios son perfectamente compatibles con el criterio llave de la productividad, tanto en el sector privado como del público, que asegure un respaldo real a la estabilidad económica que consideramos necesaria”. Desde luego, previmos la inserción de la Argentina en el mundo, que todavía no se llamaba “global”, pero que podría resumir en este párrafo que reproduzco. “Tener política internacional significa para la Argentina participar activamente en la comunidad internacional. La promoción de sus intereses, la defensa de sus derechos y la legítima aspiración de influir en la marcha de la historia se pueden desarrollar sin dificultades en el marco de las relaciones bilaterales, regionales, multinacionales e internacionales que nos señalan la geografía, la condición humana, los antecedentes históricos, los programas de cooperación y desarrollo y los objetivos de los organismos en los cuales participamos”.

Una Argentina unida

La exhortación que sigue terminaba con nuestro mensaje de la ACDE: “La meta de nuestra búsqueda de un tipo de sociedad que asegure la igualdad y la participación de todos, debe encontrarse en un anhelo común de unidad y de expresar una auténtica voluntad nacional en discernir e imaginar nuevas formas para la democracia que deseamos”. Cada argentino es hoy responsable de su país. Del destino que este va marcando en la historia. Cada argentino tiene sobre sí la “culpa” de la situación general actual. Unos por hacer esto o aquello. Otros por no hacerlo. Todos, por no deponer sus propias convicciones, frenen a la Patria misma. Está en juego la grandeza y el futuro de nuestra Argentina. Más que esto, están también el juego el destino y la forma de vida de nuestros hijos en el país que queremos. Nuestra generación, confundida acaso por el desarrollo explosivo de los nuevos tiempos, debe sin embargo ser capaz de dar las soluciones que nuestra propia dignidad requiere. Es hora de actuar. Hoy, aquí, ahora. En la medida de la posibilidad de cada uno. Con el realismo que adquiere la suma de pequeños esfuerzos. En reconocimiento de que no existen pequeños esfuerzos, que son todos grandes si van unidos. Es hora de actuar. Mañana será inútil. La búsqueda no puede hacerse en la soledad de los sectarismos. Nuestra voluntad de ser debe expresarse a través de un anhelo común de mejorar al hombre y a las estructuras actuales. Y debe fundarse también en el reconocimiento sincero de que sin fraternidad nada será posible.

El autor es presidente honorario de la Academia de Derecho de Córdoba y de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional.

Fuente: diario La Opinión, Rafaela, 26 de abril de 2007.

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