Kapuscinski dejó un vacío en el Tercer Mundo

Se trata del editorial “Sábado 100” por radio Mitre Rafaela (FM 91,9), que conduce Emilio Grande (h.).

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Hace unos días falleció el periodista nómade de Polonia Ryszard Kapuscinski a los 74 años, quien era un cronista del Tercer Mundo, de prosa vívida y atrapante, hizo de la crónica un arte literario. Maestro de periodistas, Kapuscinski utilizó los recursos de la literatura para hacer mejor periodismo, en definitiva calidad periodística. En sus crónicas supo combinar el relato de los grandes acontecimientos como revoluciones, independencias, dictaduras y guerras, con las vidas pequeñas y cotidianas con las personas que atravesaba. Sus obras fueron traducidas en 30 idiomas y se vendieron más de un millón de ejemplares en el mundo. Su primer libro de relevancia fue “El emperador” (en 1978), “El sha o la desmesura del poder” (1987), “Lapidarium” (1990), “La guerra del fútbol y otros personajes” (1992), “El imperio” (1993), “Ebano” (1998), “Un día más con vida” y “Viajes con Heródoto” (2006). Kapuscinski había nacido el 4 de marzo de 1932 en la ciudad polaca de Pinsk y estudió historia y arte en la universidad. Se inició en el periodismo a los 17 años. Entre 1959 y 1981 trabajó en la agencia de noticias polaca PAP. Era un viajero infatigable y fue testigo de infinidad de acontecimientos en Africa, Asia y América Latina: presenció 27 revoluciones, vivió 12 frentes de guerra y fue condenado cuatro veces a ser fusilado. Cubrió los procesos de descolonización en países africanos, la caída del gobierno democrático chileno de Salvador Allende en 1971 y la revolución iraní. A partir de los años 80 empezó a colaborar con diarios y revistas internacionales como “The New York Times” y “Frankfuter Allgemeine Zeitung”. Kapuscinski practicó un periodismo que incluía la vida cotidiana de aquellos cuyas vidas debía contar: aprendía su lengua, se instalaba entre ellos, intentaba entender sus experiencias para relatarlas con fidelidad. Se había dedicado a reflexionar sobre el ejercicio del periodismo. Publicó “Los cínicos no sirven para este oficio” (2000) y “Los cinco sentidos del periodista” (2003). Dio seminarios como docente y visitó la Argentina en 2002. Su ética inconmovible la definía al decir que “el verdadero periodismo es intencional: se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible”. En su libro “El mundo de hoy” (2004) dice que “la buena fe y la voluntad de comprender al otro triunfen sobre todos los odios y conflictos que sacuden a la familia humana”. Y fue más allá en sus fe y esperanza sobre este mundo conflictuado por guerras sin sentido: “Rezo para que la paz sea lo más duradera posible. Escribo sobre la guerra y sueño con la paz”. Que se cumpla este deseo alguna vez…

Emilio Grande (h.)

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