Juntos todos por la vida

Con motivo del Día Internacional de la Enfermera, la Comisión de Desarrollo Humano Integral Diócesis de Rafaela difundió un mensaje.

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La vida humana necesita ser protegida y promocionada en todas sus etapas y dimensiones. Recordando este derecho fundamental, y movidos por el dolor que atraviesan tantas familias queremos expresar nuestro reconocimiento a muchos cireneos y buenos samaritanos de nuestro tiempo. Agradecemos en este día la labor cotidiana, oculta y sacrificada que las enfermeras y enfermeros (y por extensión, todo el personal de salud) hacen por el cuidado de la vida[1]. Esta entrega generosa nos motiva a crecer en el esfuerzo conjunto, en la compasión que se hace compromiso y en la búsqueda de salidas hacia adelante, juntos y fortalecidos.

Las palabras de este breve mensaje son pobres en relación a aquello que merecen y que debemos garantizar como Estado, sociedad e Iglesia buscando que los trabajadores de la salud reciban una remuneración digna, el debido descanso, contención y acompañamiento humano y espiritual. El reciente relevamiento hecho con referentes del presbiterio, laicado y profesionales de la salud de nuestra Diócesis[2] muestra una realidad de extrema tensión en el sistema sanitario en general y de desborde y fragilidad en los equipos de salud en particular[3].

En casi todos los lugares consultados hubo muy recientemente picos importantes de contagios y en su mayoría queda en evidencia la afectación de franjas etarias más jóvenes (incluso niños) en comparación con el año pasado[4]. Esta realidad sumada a una particular acción agresiva de los nuevos contagios vuelve más complejos y prolongados los procesos de internación, lo que lleva a una escasez crítica de camas disponibles. Esto implica, en casi todas las localidades pequeñas y medianas, la necesidad de traslados[5]. Las ciudades más grandes y mejor equipadas reciben pacientes de otros pueblos, lo que genera un peligroso cuello de botella llevando al sistema a un punto de saturación[6].

Una forma importante de  valorar la tarea que realizan los profesionales de la salud consiste en que, como ciudadanos, sepamos cuidarnos y cuidar a los demás, ejerciendo una libertad responsable que no dependa sólo de aquello que indiquen las autoridades sino que, capitalizando madura y positivamente la experiencia ganada en todo este tiempo, nos haga protagonistas de un discernimiento maduro y de las opciones que sabemos que debemos tomar[7]. Éste es un llamado fuerte, no sólo como expresión de nuestra responsabilidad individual,  sino también de la solidaridad y la caridad cristiana que se compromete concretamente en el amor al hermano.

Así también, y descontando que serán necesarias medidas de restricción, el mismo discernimiento sabio requieren las autoridades para preservar al máximo posible, dentro del cumplimiento de los protocolos, la vida económica y el desarrollo educativo, físico y espiritual de las personas, que hace al resguardo de la salud desde una perspectiva integral[8]. En este sentido, nos hacemos eco de un llamado urgente a atender las realidades críticas de pueblos, comunas y colonias que muchas veces han quedado al margen de la planificación, las directrices o los suministros de insumos médicos y vacunas en relación con los grandes centros urbanos.

Creemos, en consonancia con la propuesta de los obispos de nuestro país[9], que este tiempo nos llama a seguir tendiendo puentes generando espacios de diálogo sincero; a sanar, recrear y fortalecer los vínculos humanos (especialmente dentro de las familias); a la articulación eficiente y generosa (desprendida de intereses económicos y cálculos políticos) entre el sector sanitario privado y público; al diálogo y consenso entre las agrupaciones políticas; a un pacto de responsabilidad ciudadana que nos revincule a todos en la búsqueda del bien común[10] .

De este modo los signos de los tiempos (parafraseando a Pablo VI[11]) nos regalan la posibilidad de ser testigos del Reino, protagonistas en la construcción de una nueva civilización de la vida.


[1] El Papa Francisco, en la introducción de su carta apostólica Patris Corde, citando su meditación en tiempos de pandemia (27/03/2020 desde el atrio de la basílica de San Pedro), afirma que  «nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras […] y tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. […] Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad». 

[2] La Diócesis de Rafaela comprende los departamentos Castellanos, San Cristóbal, 9 de Julio de la provincia de Santa Fe. Las localidades de referencia son: Rafaela, Sunchales, Humberto 1°; Ataliva; Moises Ville; Constanza; Virginia; Villa Minetti; Gato Colorado; El Nochero; Santa Margarita; San Bernardo; Tostado; Esteban Rams; Pozo Borrado; Logroño; Villa Trinidad; El Bellaco; Colonia Ana; Arrufó; Curupaytí; La Campesina; San Rafael;  Ceres; Montefiore; San Guillermo; Suardi; Santa Emilia; Monte Oscuridad; Dos Rosas y La Legua; San Vicente; Angélica; Colonia Margarita; Los Sembrados; María Juana; Garibaldi; Eustolia; Plaza Clucellas; Estación Clucellas; Santa Clara de Saguier; Colonia Cello; Zenón Pereyra; Esmeralda; Roca; Egusquiza; Vila; Colonia Castellanos; San Antonio; Frontera; Josefina; Ramona, Pueblo Marini; Fraga; Bauer y Sigel; San Cristóbal; Aguará; Capivara; Huanqueros; Las Avispas; Santurce; La Cabral; Portugalete; Susana; Villa San José; Aurelia; Saguier.

[3] En la mayoría de las ciudades y en los pueblos relevados la sensación de los profesionales de la salud se describe como de cansancio, desamparo, incomprensión, desánimo e impotencia. Hay pocos recambios y no son muchos los profesionales que se dedican al tratamiento de los pacientes COVID.

[4] Según el informe diario del gobierno de Santa Fe, comparando la evolución del último mes (reporte del 11/4 con el del 10/5) los contagiados con domicilio en nuestra Diócesis pasaron de 18.990 a 25.535, un aumento del 34,46% (discriminando las cifras por departamento, 9 de Julio creció un 15,03%; San Cristóbal 48,29% y Castellanos 33,42%). En toda la provincia, en relación con las edades, hasta los 9 años hubo en un mes 549 casos (aumento del 17,03%); de 10 a 19 años, 3.512 (25,03%); de 20 a 39 años, 19.680 (18,74%); de 40 a 59 años, 16.513 (20,85%), y mayores de 60 años, 8.043 (19,84%); siendo la franja adolescente la de mayor porcentual de crecimiento.

[5] A la capital provincial, o incluso a otras provincias, como Córdoba.

[6] También a la posible activación de los comités de bioética, encargados de analizar casos de «última cama».

[7] En general, el muestreo hace ver un aumento en la conciencia y en los cuidados, pero persisten las reuniones sociales, e incluso casos en los que los contagiados, aún conociendo su situación, no se aíslan o no informan a sus trabajos (por temor a perder sus empleos).

[8] «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (22/07/1946,  Official Records of the World Health Organization, Nº 2, p. 100). Cf. Comunicado de los Obispos de Santa Fe ante las nuevas restricciones (11/05/2021)

[9] Cf. Salir juntos y mejores – Documento de la Conferencia Episcopal Argentina – Asamblea Plenaria Extraordinaria Virtual; Buenos Aires, 21 de abril de 2021.

[10] «Por Bien Común se ha de entender el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección» (CIC, n. 1906; cfr. GS, n. 26,1; 74, 1; cfr. MM, n.65; cf. PIO XII, Radiomensaje Navidad 1942 Con sempre nuova (24-XII-1942): AAS 35 (1943) 13).

[11] En relación al llamado a construir la «civilización del amor» (homilía de la Misa de Nochebuena; 24/12/1975).

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