Jugar más con los pequeños

Un reciente informe de la “American Academy of Pediatrics” subraya la necesidad que tienen los niños de jugar con sus padres.

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Muchos padres, señala el informe, preparan apretadas agendas para sus hijos desde que son pequeños, a fin de que los niños tengan actividades complementarias al colegio, o clases particulares que los ayuden en sus estudios. En muchos casos, estas actividades implican sacrificar tiempo para jugar con los niños, y los pediatras no se refieren a sofisticados “juegos educativos”, sino a los más sencillos y comunes: hacer construcciones con tacos de madera, jugar con muñecas, cazar mariposas o simplemente corretear y revolcarse por el suelo.

Preciada parte de la infancia

La Academia señala que los niños, para desarrollarse bien, necesitan que los padres dediquen tiempo a jugar con ellos. Los juegos simples y tradicionales ayudan a los niños a ser creativos, descubrir sus aficiones, relacionarse con los demás, desarrollar habilidades para resolver problemas etc. “Quizás, sobre todo, jugar es una sencilla alegría que constituye una preciada parte de la infancia”, dice el informe, presentado en el congreso anual de la Academia (Atlanta, 7-10 de octubre). El informe señala además que la falta de estos juegos sencillos entre padres e hijos puede favorecer el estrés tanto en unos como en otros. Y si, como sucede a menudo, el niño que no juega en su tiempo libre pasa horas adelante del televisor, aunque sea viendo programas o videos formativos, bien escogidos, corre peligro de padecer obesidad. Los autores añaden que la presión social para criar “súper niños” ha contribuido a que falte tiempo de juego en muchas familias. Las actividades extraescolares complementarias pueden ser beneficiosas, pero a condición de que no priven de tiempo para jugar. Los niños hiperprogramados “pierden la oportunidad de tener sueños, de fantasear, de crear mundos imaginarios, lo que a mi juicio es una parte muy importante de la infancia”, ha declarado el célebre pediatra T. Berry Brazelton al Washington Post (9-10-2006) a propósito del informe .

Fuente: American Academy of Pediatrics-Aceprensa

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