Juan Pablo II: “Déjenme ir a la casa del Padre”

Fueron sus últimas palabras, según un relato del Vaticano. Un informe sobre los días finales del Papa.

Por Elisabetta Piqué

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ROMA.- “Déjenme ir a la casa del Padre.” Pronunciadas con un hilo de voz, en polaco, éstas fueron las últimas palabras de Juan Pablo II, según un documento que el Vaticano hará público en los próximos días, que reconstruye la historia oficial de su agonía e intenta eliminar cualquier controversia sobre su muerte. En el Acta Apostolicae Sedis, una suerte de Boletín Oficial vaticano, podrá leerse la crónica del final de uno de los papas más queridos de los últimos tiempos. Según anticiparon ayer las agencias ANSA y AP, se trata de un documento de más de 200 páginas que recorre minuciosamente la frágil salud de Karol Wojtyla desde la primera internación en el policlínico Gemelli, el 1º de febrero pasado, hasta el día de su muerte, el 2 de abril, a las 21.37. En esta reconstrucción, la Santa Sede cuenta detalles del inexorable deterioro del papa difunto, y despeja varias dudas que en su momento se vieron reflejadas en varios medios internacionales, que llegaron a decir que el Vaticano ocultaba la verdad y que Juan Pablo II ya había muerto (o entrado en coma) la mañana del 2 de abril, pese a las desmentidas de la Santa Sede. El documento, en efecto, sostiene que Karol Wojtyla, con voz muy débil, a las 15.30 pidió en su idioma natal, el polaco: “Déjenme ir a la casa del Padre”, y que sólo poco antes de las 19 entró en coma; entonces, “el monitor documentaba el progresivo agotamiento de las funciones vitales”, según anticipos del texto. En su momento, La Nación había podido corroborar la versión vaticana al publicar una nota con el testimonio del cardenal argentino Jorge Mejía, que contaba que ese mismo 2 de abril, a las 11 de la mañana, había ido a despedirse de Wojtyla, que había sido su compañero de estudios y estaba consciente. El 3 de abril, cabe recordar, varios diarios italianos afirmaron que Juan Pablo II había expirado un instante después de haber mirado hacia la ventana de su habitación del Palacio Apostólico, tras pronunciar con muchísimo esfuerzo “amén”, según las declaraciones hechas entonces por un sacerdote polaco. En un intento por demostrar que optó por una política de transparencia, el documento vaticano brinda muchísimos detalles. Un pequeño cirio prendido -tradición polaca- y cantos religiosos acompañaban a Juan Pablo II en sus últimas horas. Su médico personal, el italiano Renato Buzzonetti, confirmó su muerte con un largo electrocardiograma, que duró 20 minutos. El acta revela, además, que hasta el miércoles 30 los médicos aún creían posible una recuperación del “atleta de Dios”. Ese miércoles, de hecho, el mundo vio a un sufriente Wojtyla -deteriorado por el mal de Parkinson y una traqueotomía-, asomarse a la ventana de su estudio con una sonda nasogástrica, mientras intentaba desesperadamente decir algunas palabras; el acta define ese momento como la “última estación pública de su penoso vía crucis”. El documento señala que al día siguiente, el jueves 31, “poco después de las 11, el Papa, que había sido llevado a la capilla, fue sacudido por un fuerte temblor, al cual siguió una fuerte subida de la temperatura, hasta 39,6 grados centígrados”. “Se había puesto en marcha un gravísimo shock séptico, con colapso cardiocirculatorio, debido a una verificada infección en las vías urinarias.” Durante la misa, que “el Papa concelebraba con los ojos semicerrados”, el cardenal Marian Jaworski le administró la extremaunción.

Elisabetta Piqué

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 18 de setiembre de 2005.

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