Jesús vuelve a resucitar entre los muertos

Se trata del editorial del programa “Sábado 100” que se emite por radio Horizonte (FM 99,5) de Rafaela, a cargo de Emilio Grande (h.).

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Este domingo los cristianos celebramos la Pascua, en la que el Hijo de Dios después de haber vivido la pasión y la muerte fue resucitado en el tercer día, como estaba anunciado en las escrituras, para la salvación de los hombres y mujeres de todos los tiempos. La Cuaresma fue la preparación para esta fiesta y se intensificó durante la Semana Santa, la semana mayor de la cristiandad, donde misterio del amor por la humanidad se hizo palpable, llevando Jesús a la cruz nuestras debilidades y pobrezas, no solamente de hace más de dos mil años sino que también carga los problemas actuales de la humanidad. Recientemente, se conoció otra versión de aquella época según un supuesto evangelio de Judas, el mismo que lo entregó a Jesús el Viernes Santo, cuyo objetivo es confundir a la gente y además generar un negocio editorial. En el Triduo Pascual, al revivir la pasión, muerte y resurrección de Jesús, los cristianos comprenden que el mal no tiene la última palabra. Al respecto, el Papa Benedicto XVI afirmó que “en el misterio del Crucificado se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical”. En su carta pastoral de Cuaresma 2006 titulada “Caminando con Jesucristo hacia la Pascua”, el obispo Franzini señala que “el Señor Resucitado, que ha caminado y camina con nosotros, nos seguirá ayudando a reconocer su Presencia y a anunciarlo con gozo a los hermanos. De cada uno de nosotros depende ir abriendo el corazón para darle cada día más espacio a esta Presencia y vivir con creciente hondura su cercanía. Sólo así podremos ser de verdad sus testigos y servidores”. Para poder vivir una provechosa celebración de la Pascua, “la Iglesia pide a los fieles acercarse en estos días al sacramento de la Penitencia, que es como una especie de muerte y de resurrección para cada uno de nosotros. El perdón, que Cristo nos da en el sacramento de la Penitencia es manantial de paz interior y exterior y nos hace apóstoles de paz en un mundo en el que por desgracia continúan las divisiones, los sufrimientos, y los dramas de la injusticia, del odio y de la violencia, de la incapacidad de reconciliarse para volver a comenzar de nuevo con un perdón sincero”. Esta noche abramos nuestros corazones como las mujeres que fueron al sepulcro y quedaron sorprendidas: “No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Vayan ahora a decir a sus discípulos” (Mc. 16, 6-7), fue la respuesta que escucharon. Hay que tener en claro que desde esta muerte absurda se abre la esperanza prometida, porque para Dios la muerte no mata, sino que da luz a una vida en plenitud.

Emilio Grande (h.)

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