Italia: un gobierno que pendía de un hilo

El gobierno de Romano Prodi no cayó por su política exterior, como puede parecer a simple vista. Colapsó porque comenzó con el pie izquierdo y pendía de un hilo debido a su estrechísima mayoría de dos bancas en el Senado.

Por Elisabetta Piqué

Compartir:

ROMA.- El gobierno de Romano Prodi no cayó ayer por su política exterior, como puede parecer a simple vista. Colapsó porque comenzó con el pie izquierdo y pendía de un hilo debido a su estrechísima mayoría de dos bancas en el Senado -fruto de una ley electoral engañosa- y por las continuas y desgastantes peleas internas de su heterogénea alianza.

Muchos analistas consideraban que el revés en el Senado que llevó a la caída del gobierno de Prodi era una cuestión de tiempo y que su derrumbe podría haber ocurrido también por decenas de otros temas que han generado serios disensos en su coalición, llevándola a una virtual parálisis legislativa.

En los 281 días que gobernó, la alianza de Prodi se mostró dividida en casi todos los temas: en política económica, en políticas sociales y familiares, en el candente tema de los impuestos y cuando se discutió la ley de presupuesto.

Aunque la legalización de las parejas de hecho, incluso homosexuales, estaba en el programa electoral de La Unión -nombre paradójicamente desacertado para la coalición de Il Professore -, el vía libre a un tímido proyecto de ley sobre el tema también ha causado últimamente gravísimas fracturas en la variopinta coalición de Prodi. Es sabido que si se hubiera votado en el Senado el proyecto de ley de los denominados “dico” -derechos y deberes de los convivientes- el gobierno de Prodi también habría sufrido un duro revés, debido a la oposición de los denominados teodem , los grupos de católicos ex demócratas cristianos de su coalición.

Es lo que muchos analistas definen como una crisis “atípica” y de las más paradójicas de las varias que ha tenido Italia desde la posguerra: el ministro de Relaciones Exteriores, Massimo D Alema, detonante de una crisis anunciada, era el ministro más popular del Ejecutivo de centroizquierda, según los sondeos.

Y más allá de la oposición de pequeños sectores de izquierda extrema y pacifista, su política exterior era vista con buenos ojos por la mayor parte de los exponentes de la mayoría, e incluso de la oposición, y había devuelto gran credibilidad internacional al país.

No por nada el discurso que D Alema pronunció ayer ante el Senado antes de la clamorosa votación fue considerado “excelente” por buena parte de los legisladores y observadores.

D Alema destacó el cambio que hubo en la política exterior de Italia desde que la centroizquierda asumió el poder. Criticó el unilateralismo norteamericano y la decisión del gobierno anterior de apoyar la guerra de Irak, recordó que el gobierno retiró las tropas italianas que habían sido enviadas a ese país y diferenció la actual misión en Afganistán de la de Irak.

“Hay una profunda diversidad entre la operación en Afganistán, aprobada por la ONU, y la de Irak, basada en la mentira de la existencia de armas de destrucción masiva”, dijo el ex líder comunista, que explicó que era importante no retirarse de Afganistán “porque sólo estando allí se puede trabajar para la paz”.

D Alema, uno de los políticos más prestigiosos de la península, también destacó el nuevo protagonismo de Italia en el escenario internacional con la asunción del comando de la misión Unifil en el Líbano, tras la guerra del año último.

Una clase distanciada

Si bien algunos sondeos de última hora indican que si hubiera elecciones hoy el ex premier y líder de centroderecha Silvio Berlusconi podría ganarlas con sus increíbles dotes mediáticas y poder económico, nadie considera viable semejante escenario. También en la centroderecha hay divisiones y, por más que parezca más compacta, existe un consenso generalizado de que antes de cualquier cita con las urnas es necesario cambiar la ley electoral que provocó la ingobernabilidad actual, con una virtual paridad en el Senado.

Así las cosas, se cree que si no se dan las condiciones -y los números- para lograr un “Prodi-bis”, otra opción podría ser un gobierno “técnico-institucional” que debería comprometerse a cambiar la fatídica ley electoral (inauguró un sistema proporcional, pero con premio a la alianza que conquista la mayor cantidad de votos) y convocar a elecciones en un año. Habrá que esperar para ver cómo la clase política italiana, cada vez más alejada de la gente de la calle, resuelve el problema.

Fuente: diario La Nación, Buenos Aires, 22 de febrero de 2007.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *