Historia de cheques y delirios

Por Miguel A. Morra.- Había una vez un instrumento de pago que se llamaba cheque. Era una orden de pago librada contra un banco, para que a su presentación, abone el monto estipulado, previamente depositado en una cuenta corriente por el emisor. Si el emisor no tiene fondos puede ir preso por estafador.
Una institución que funciona perfectamente.
Alguien con poco trabajo pero bien remunerado por medio de impuestos obligados a pagar a los emprendedores, dijo: “es demasiado sencillo y ya que no tenemos nada que hacer, inventemos algo” y apareció el cheque de pago diferido, que en realidad es un híbrido llamado cheque pero es un pagaré a cobrar en un banco.
Pasó el tiempo y otro dijo “sigue siendo demasiado fácil” e inventó el cheque cancelatorio, que en realidad es un cheque prestado y complicado de obtener.
Esta vez, se pasaron de vuelta; Fue tan complicado que hubo que hacerlo optativo para algunas operaciones y por lo tanto prácticamente quedó en desuso.
Y luego apareció el cheque financiero, que es un cheque prestado, parecido al cancelatorio pero, aparentemente más sencillo.
A todo esto al cheque original coherente y que funciona como se debe, tuvimos que llamarlo Cheque común para poder diferenciarlo, aunque sea el único que es un verdadero cheque.
Todos estos son inventos de funcionarios y legisladores que dificultan la operatoria normal de la economía pero aparentemente sirven para recaudar impuestos que también sirven para asegurar el pago de sus propios sueldos, hagan las cosas bien o mal.
Que interesante sería hacer alguna vez al revés:
Podríamos proponer la creación de otro tipo de cheques: El cheque de pago condicional: Sería como el cheque diferido, utilizable únicamente para pagar el 80 % de los impuestos. El estado los utilizaría para el pago de los sueldos de funcionarios, legisladores y jubilados estatales que superen un determinado monto.
Estos cheques se harían efectivo solamente en proporción a los indicadores del crecimiento de la economía de acuerdo a una meta determinada.
Si la economía no crece, perderían su valor.
Por ejemplo: meta de crecimiento del año 5 %. Crecimiento real 0 %, no se pagan, crecimiento real 1 % (o sea el 20 % de la meta de crecimiento) Se pagarían el 20 % de los cheques de pago condicional y lo demás se perdería.
Si en el sector público hacen las cosas bien, cobran, si hacen las cosas mal no cobran y la rebaja impositiva sería automática.
Es una idea un tanto delirante, pero muy cercana en su calidad a leyes propuestas y aprobadas por nuestros funcionarios y legisladores argentinos, ya que en los últimos 70 años con sus delirios mentales intervencionistas para intentar arreglar las consecuencias provocadas por sus delirios anteriores han logrado arruinar todas las instituciones que te puedas imaginar.
No hay peor consecuencia para la gente trabajadora y emprendedora que el delirio intervencionista de gobernantes que siempre intentan restringir las libertades individuales y decidir por otros.
Haber arruinado una institución útil y centenaria como el cheque es un buen ejemplo de delirio y por lo tanto de falta de capacidad y razonamiento. Y solo analizando lo cotidiano nos daremos cuenta de todas las demás que se han pervertido por esos delirios.
La solución; simplemente liberalismo.
Un abrazo, y buena lectura.

Se trata del editorial la edición virtual “Amo la libertad” Nº 33. El autor es CPN independiente, liberal y editor.

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