Hace falta tiempo

En medio de un largo e irresuelto conflicto con el campo, los datos nos hablan de lo pernicioso de esta situación. En los primeros cuatro meses del año, las exportaciones bajaron un 22 por ciento y las importaciones disminuyeron un 38 por ciento. Argentina viene perdiendo participación dentro del comercio internacional.

Por María Herminia Grande (Rosario)

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La política argentina se muestra como la selección argentina dirigida por Maradona. Con individualidades interesantes que cuando entran juntas a la cancha, demuestran la falta de un trabajo que las respalde. El denominador común más claro es la necesidad de ganar. Para algunos, más que para otros, a cualquier precio. En la cancha se los ve sin entendimiento, sin estrategia de equipo. Sólo expectantes del error o debilidad del otro para sobre eso, llegar. Maradona sabe que con este esquema será difícil el 2010. Los protagonistas políticos de la Argentina del 2009 parecen ni siquiera cuestionarse, como sí lo hace Maradona, que con este esquema el 2011 les resultará absolutamente difícil. Para quienes les guste mirar los procesos a través de la historia, Argentina se sigue repitiendo. ¿O acaso Sarmiento y Alberdi no se unían por su rechazo a Rosas para luego ambos enfrentarse descarnadamente? Aquellos hombres discutían el poder a través de ideas y proyectos. Hoy sólo se discute poder. Si el juego político actual fuese como la «mancha venenosa», todos estarían con «tiña». Hasta los dirigentes más lúcidos, cuando se los invita a hablar sobre los grandes temas. muestran que la mediocridad y pobreza de esta campaña electoral los condiciona. Es un momento, en Argentina, donde una vez más está todo por hacer, sus protagonistas no muestran cómo, ni cuándo, ni dónde, ni con quién, ni para qué. Sólo se quedan en el por qué… Ya vivimos épocas en las cuales la política se guardaba «in pectore». Hoy es obligación de los políticos mostrarla, debatirla, confrontar y consensuar ideas, trabajar en equipo, para luego llevarla a la casa del diálogo: el Parlamento. Nuestro país siempre se caracterizó por grandes individualidades. Y en muy pocos períodos supo encontrar un «armador» de la cosa pública para lograr calidad de vida en su gente. Hay algo positivo, se advierte a dieciocho días de las elecciones un despertar del interés ciudadano. Si esto es así, podría indicar el inicio del fin a tanto manoseo institucional. Quien firma esta columna viene expresando sin tapujos su concepto político sobre los presidentes Kirchner. Esta aclaración vale a los efectos de lo que se menciona a continuación. Ayer el jefe de la oposición, el senador Gerardo Morales, declaró que «para el 2011 vamos a tener un proyecto de país también…». Es verdad, como dice el eslogan del kirchnerismo: «Mientras ellos hablan, nosotros hacemos»… Que la alternativa opositora diga sin ruborizarse que para el 2011 también va a tener un proyecto de país, la empareja en la gravedad de lo que implica al que hace, cómo lo hace, y al que quiere llegar, cómo quiere hacerlo. A propósito de la realidad y los temas que siguen en agenda, más allá que los mismos no obtengan el tratamiento correspondiente desde la política, no es un dato menor el viaje de la cúpula de la Unión Industrial Argentina a Estados Unidos, ni la agenda que desarrolla allí. Con la ausencia del embajador argentino y con la consabida aclaración de la central industrial («Esta visita estaba pactada hace tiempo»), lo cierto es que los empresarios encontraron oídos más comprensivos en el gobierno de Obama sobre la inconveniencia del ingreso de Venezuela al Mercosur que en el gobierno argentino. En medio de un largo e irresuelto conflicto con el campo, los datos nos hablan de lo pernicioso de esta situación. En los primeros cuatro meses del año, las exportaciones bajaron un 22 por ciento y las importaciones disminuyeron un 38 por ciento. Argentina viene perdiendo participación dentro del comercio internacional, está en este momento en 0,438 por ciento de participación cuando una década atrás estaba en cerca de 0,5 (0,484 por ciento específicamente) y en los 80 y 90 llegamos a 3 por ciento o 4 por ciento. Un reciente estudio de Confederaciones Rurales Argentinas asegura que la merma del sector agropecuario para el 2009 será aproximadamente de 43.811 millones de pesos, es decir menos dinero circulante para todo el interior productivo. Esta baja equivale al valor de 43.000 cosechadoras, 140.000 tractores, 350.000 camionetas 4×4, 150.000.000 rollos de alambre o el sueldo anual de 1.200.000 empleados de comercio. El estudio finaliza con la disminución equivalente a la construcción, según las últimas licitaciones suscriptas por parte de los gobiernos provinciales y el nacional, de 30.000 escuelas, 8.600 hospitales de alta complejidad, 43.000 kilómetros de rutas o 430.000 viviendas… A todo esto, Brasil, nuestro principal socio del Mercosur, reconoció oficialmente su recesión económica. Por otra parte, no sólo desoimos las conclusiones del último informe de Kofi Annan denominado «El impacto humano», en el cual aparece en sus capítulos centrales un principio nuevo, cual es la ética del Cambio Global, sino que además las autoridades políticas de nuestro país se mantienen indiferentes ante las consecuencias que ya operan y que no sólo se evidencian en el dengue, la leshmaniasis, la enfermedad de Lyme o el Chagas: también en la modificación de especies animales y vegetales que están desapareciendo por el defasaje térmico y de humedad. Existen hechos concretos, como nos recuerda el doctor Osvaldo Canciani, que no son atendidos y cuyas consecuencias son inconmensurables. Dos años atrás el INTA Castelar realizó un trabajo en el cual demuestra que la productividad de los cultivos en la pampa húmeda disminuirá entre el 15 y el 20 por ciento por cambio en los balances hídricos. Las autoridades nacionales no cumplen con la acción número uno para impedir esto: medir. Si no medimos no sabemos dónde estamos hoy y hacia donde vamos mañana. Tampoco se puede orientar, en combinación con el Cambio Global, la posibilidad de una genética que adecue nuestros cultivos a la nueva realidad de la zona donde hoy se siembran. Canciani nos cuenta que hace más de treinta años Brasil, adecuando su producción al sistema climático, cultiva el café de Santos en Minas Gerais. Tal vez en el caso argentino más allá de los trabajos que la Universidad de la Plata ha realizado junto con el Conicet sobre cultivos de trigo en la Patagonia, de lo que se trate sea más de adecuaciones genéticas que de traslaciones. Toda esta planificación no se hace sólo con el esfuerzo de individualidades. Los resultados se consiguen con planificación política.

María Herminia Grande

Fuente: www.mariaherminiagrande.com.ar/articulo.php?id=0000000397

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