Hace 50 años Rafaela contaba con 6 salas de cine y el 50% de población

1958 fue el año de esplendor del séptimo arte en la ciudad, ya que en un fin de semana funcionaron seis salas de cine: Belgrano, Gran Avenida, Colón, 9 de Julio, Micro club (en los barrios) y Pueyrredón; esta última se incendió el 1 de noviembre. Las autoridades del Centro Ciudad de Rafaela estudiaban un proyecto para tener una sala propia.

Por Emilio Grande (h.)

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Mientras actualmente nuestra ciudad tiene solamente la sala del cine Belgrano (estuvo a punto de cerrarse en 1992) y algunas propuestas temporales en Faber Libros y en la Biblioteca Estrada (también organiza el Centro de Integración Américo Tosello), hace 50 años se contaba con cinco salas de cine sumado a un “Micro club” itinerante en algunos barrios que funcionó un fin de semana, pero en aquel momento la población era menos de la mitad actual: en 1970 había 44.363 rafaelinos y ahora se estima en unos 94.000 habitantes. Ciertamente, en 1958 el cine no tenía la competencia de la televisión abierta (empieza en 1959) y era otra la situación económica, sumado luego a las películas en VHS (casete) y DVD (CD) y algunos canales de cable que emiten películas durante las 24 horas, causales que incidieron en el cierre definitivo de más de 500 salas en todo el país durante las décadas de 1980 y 90. Hace cinco décadas Rafaela contaba con las salas estables del Belgrano (creada en 1957 bajo la inspiración del sacerdote José Marozzi, actualmente en manos del Municipio), Gran Avenida (bulevar Santa Fe 143 donde ahora está el Banco Hipotecario), Colón (creado en 1918 con techo corredizo para el verano en calle San Martín 141, luego cambió por Chaplin y Gran Rex; actualmente está La Ensaimada), Pueyrredón (funcionaba en la Sociedad Italiana) y en el Club 9 de Julio, como también la propuesta del “Micro club” que funcionó cuatro días en algunos barrios.

Reapertura del Gran Avenida

Con la presencia de autoridades locales, un numeroso grupo de exhibidores y distribuidores cinematográficos de la ciudad de Santa Fe, invitados especiales y público en general que llenaron la coqueta sala, el miércoles 23 de abril de 1958 se realizó el acto inaugural del Cine Teatro Gran Avenida. De esa manera, reabrió sus puertas bajo el patrocinio del conocido empresario Atilio Albanesi, quien también explotaba el Cine Pueyrredón (la sala se incendió el 1 de noviembre de 1958). La presentación de la modernizada sala, dotada de todos los elementos en materia cinematográfica en aquel momento sin descuidar el más mínimo detalle, fue elogiosamente comentada por los entendidos. Tras la presentación del recordado Antonio Terragni, el cura José Tacca (párroco de San Rafael) procedió a bendecir la sala y sus instalaciones. Seguidamente, Albanesi dijo unas palabras: “Se realizaron importantes modificaciones técnicas, de presentación y de comodidad. De esta manera, nos ponemos a tono con las exigencias del progreso incesante que tiene Rafaela en todos los aspectos, especialmente en lo referente a sus preferencias cinematográficas”. De inmediato se inició la función “Premier de Gala” con cortos y noticiosos, para ser exhibida finalmente la superproducción “20.000 leguas de viaje submarino”.

Cine en el “9”

Un público que colmó totalmente la amplia sala sirvió de un marco imponente a la función inaugural de la temporada de cine del Club A. 9 de Julio, que se realizó el sábado 14 de junio de 1958, la que funcionó hasta fin de año. En una emotiva ceremonia, el citado Tacca procedió a bendecir la nueva sala. Después, Beatriz Ada D’Intino se dirigió a la concurrencia en nombre de las asociaciones de la entidad juliense y, posteriormente, dos niñas hicieran entrega de ramos de flores a Juan García Puente, de la empresa que tuvoa cargo la dirección de los espectáculos, y al presidente del club José Amongero. Este último habló para reseñar el significado y alcance de la nueva actividad social que la entidad juliense iniciaba, que era posible tras la encomiable labor realizada por los directivos de todas las épocas y quienes concretaron esa hermosa obra del “monumental salón”. Seguidamente se exhibieron las películas “Curuzú, el terror del Amazonas” y “Falso orgullo”, donde se pudo observar una perfecta proyección, nitidez de la pantalla y una buena sonoridad.

Cine “Micro club”

No fue una empresa con fines comerciales sino que se había concretado con el fin de poder brindar cine en los barrios más alejados de la ciudad. Tampoco se perseguía competir con los cines ya establecidos, ya que se tratóde fomentar el cine en los sectores más carecientes desde lo socioeconómico. Además, las recaudaciones de todas las funciones que se realizaron fueron destinadas para instituciones de beneficencia como cooperadoras escolares y policiales, como así también sus servicios estuvieron a disposición de cualquier entidad con fines benéficos y culturales. En la práctica funcionó durante cuatro jornadas: el jueves 12 de junio en el club Independiente a beneficio de la entonces Cooperadora Policial seccional 3°, el viernes 13 en el club Atlético (para la capilla San Antonio), el sábado 14 en el club Estudiantes (para la Cooperadora de la Escuela Belgrano) y el domingo 15 en la Sociedad Rural (para la capilla San Pedro). En todos los lugares se proyectó “Mi perro fiel” y “Operadora a larga distancia”.

Sueño del CCR

“Los autoridades del Centro Ciudad de Rafaela (CCR) se encuentran trabajando para cristalizar en realidad un sueño acariciado por todos los que sienten agradecimiento hacia una institución que siempre ha sido apoyo y guía en el camino de elevar espiritualmente a los hijos de esta ciudad. Ese sueño consiste en la adquisición del local que significaría un lugar de inquietudes artísticas, y después vendrá la construcción de un teatro”, decía La Opinión en su edición del 17 de marzo de 1958. El proyecto se demoró unos años y el CCR contó con su sala propia a partir del 11 de octubre de 1969, pero previamente durante muchos años hicieron actividades culturales en la Sociedad Italiana.

Emilio Grande (h.)

Fuentes: La Opinión, 1958; La Opinión, revistas “75 años” (1996) y “Hechos y sucesos” (1999); suplemento “Tiempo de Hogar” de La Opinión, 1999.

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