Franzini: “Seguimos viviendo en una sociedad profundamente inmoral”

El Obispo de la diócesis de Rafaela consideró que el hecho de que el 50% de los asalariados del país trabajen “en negro” es “una afrenta a la dignidad humana”. Y solicitó que no falte trabajo digno, en un claro mensaje a la dirigencia pública y privada. “No se trata simplemente de dádivas, que nos tiran como migajas sobre la mesa”, precisó.

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“Muchos de nosotros, la mayoría, sino todos, llegamos hasta esta Iglesia de San Cayetano porque, seguramente, tenemos muchas cosas que agradecerle a Dios, por la intercesión de San Cayetano. Es propio de gente noble saber reconocer los dones recibidos de Dios y de los demás, y reconociéndolos, dar gracias a Dios y a los demás. Es muy lindo que en este día vengamos a darle las gracias a Dios”. Las palabras del obispo de Rafaela, Monseñor Carlos María Franzini resonaron ayer con fuerza en la Parroquia de San Cayetano, y se expandieron por la plaza del barrio Amancay, durante la cuarta de las cinco misas dispuestas en el marco de la celebración de San Cayetano. Apenas pasadas las 17, y ante una numerosa y atenta feligresía, la máxima autoridad de la Iglesia en la ciudad reconoció en su homilía que también la gente se acerca a la casa de Dios para pedir. “Los santos son amigos nuestros que desde el cielo piden e interceden por cada uno de nosotros. La fe católica sabe reconocer esta intercesión de los santos, y hace y mueve a los creyentes para que pidan con confianza. Pidan y se les dará, golpeen y se les abrirá. No teman pedir, es bueno y propio de gente humilde y creyente, el pedir”, definió. Tras repasar la tradición argentina, en la que suele ligarse la figura de San Cayetano al pan y al trabajo, y resaltar el hecho positivo de que “todos pidamos para nosotros, y para todos, sobretodo para quienes no tienen un trabajo digno, que realiza y hace más persona a las personas”, Franzini consideró importante “que en este día no nos olvidemos que hay muchos hermanos que no tienen trabajo, y por tanto les cuesta mucho tener su propio pan, ganado por su digno trabajo”. Si bien destacó que “es cierto que las estadísticas nos hablan de cifras más alentadoras respecto a años pasados”, el Obispo pidió no engañarse. “Todavía es muy alto el número de hermanos y hermanas nuestros que no tienen un trabajo digno. Que tienen que vivir de la ayuda de los demás, cuando no de planes oficiales que pretenden ser un paliativo, pero que por cierto no pueden ser la solución a quien no tiene un trabajo digno”, expresó, al tiempo que aseguró que el trabajo “no sólo es un medio para tener un sueldo, el trabajo es un modo de realizarse como persona. Quien no tiene trabajo no sólo carece de lo necesario para la vida: realiza menos su condición de persona. El hombre se realiza por su trabajo”. Al pedir una oración “para que no falte trabajo en ningún hogar del mundo”, Franzini solicitó, en un claro mensaje a la dirigencia, “que no falte trabajo digno, porque no se trata simplemente de dádivas, que nos tiran como migajas sobre la mesa. Sino un trabajo que dignifica, que hace más digna la persona, y que le permite realizarse como tal”. Volviendo al tema de las cifras económicas, mencionó que pese a que en los últimos tiempos ha disminuido el índice de desocupados, “sigue siendo altísimo el índice de subocupados y de ocupados, como suele decirse, en negro”, algo que constituye “una afrenta a la dignidad de quien trabaja. Quien no puede públicamente ser reconocido como trabajador, de alguna manera se ve disminuido en su dignidad”. El Obispo se mostró conciente de que “no siempre es fácil solucionar una problemática legal muy compleja”, entendiendo además que “no siempre las leyes, que debieran estar al servicio del bien común, favorecen la promoción de trabajo digno y en blanco para todos”, pero a su vez remarcó que “mientras haya un índice cercano al 50% de ocupados en negro seguimos viviendo en una sociedad profundamente inmoral”. Luego de invitar a todos los presentes a pedirle a Dios “que no falte trabajo para todos los que hoy no lo tienen”, y que ese trabajo “sea digno, legal, reconocido socialmente, y promovido por todos, sobretodo por quienes tienen responsabilidades dirigenciales”, Franzini pidió “para que en nuestra patria haya acceso a una educación que permita acceder en el futuro a los niños y jóvenes a un trabajo digno”, ya que “hoy mucha gente está desocupada porque no puede acceder a las demandas propias del trabajo, porque no ha recibido la educación que ese trabajo reclama”. Y llamó a que nadie, “pero sobretodo quienes tienen responsabilidad y han tenido recursos, niegue lo que se pueda poner para que efectivamente crezca la posibilidad de trabajo para todos”.

Ser santos, hoy

Al hacer mención de San Cayetano, Carlos María Franzini lo calificó como un “gran hombre de Dios que hace 5 siglos vivió de manera radical, de manera total, esto de que la palabra de Dios nos enseña”, enfatizando que “supo encarnar en su vida, esta invitación que Jesús nos hacía en el Evangelio: poner nuestro corazón, allí donde están los verdaderos valores. No vendernos a muchos proyectos puramente humanos, expectativas y horizontes chatos, que pueden darnos una felicidad pasajera, pero que no son capaces de darnos la más profunda y segura felicidad, que sólo Dios ofrece. “En este día queremos mirar a San Cayetano para que nos enseñe, nos ayude, nos aliente con su intercesión en este camino de la propia santidad”, prosiguió el Obispo, para quien ser santo “no es ser una especie de bicho raro con los ojos en blanco y la mirada perdida, que caminan unos centímetros por encima de la tierra”, sino “vivir todos los días de cara a Dios, en función de los demás. Postergando, olvidando nuestro propio interés, nuestro propio provecho, anteponiendo siempre la gloria y voluntad de Dios, y el bien de los que están a nuestro alrededor. Si así lo hacemos, seremos santos de verdad, y estaremos respondiendo a esta vocación fundamental que todos hemos recibido en nuestro bautismo”.

Fuente: diario La Opinión de Rafaela, 8 de agosto de 2006.

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