Frank La Rue: la hora de las sutilezas

Superadas las dictaduras, América latina se enfrenta ahora conformas menos directas de control sobre la prensa. Así lo señala el flamante relator ante la ONU sobre libertad de expresión.

Por Sebastián Lacunza (Buenos Aires)

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América latina supo durante décadas de periodistas asesinados, arrojados al mar, encarcelados o exiliados por responsabilidad de fuerzas estatales o paraestatales. Superadas mayormente las prácticas dictatoriales, desde Ciudad Juárez a Tierra del Fuego se afronta un nuevo paradigma en cuanto al respeto al derecho humano de informar y ser informado. Tal es el proceso que describe el guatemalteco Frank La Rue, flamante Relator Especial ante Naciones Unidas para la Libertad de Opinión y de Expresión, quien visitó Buenos Aires invitado por la ONG Asociación por los Derechos Civiles.

“El tema en el continente no es que un país sea o no democrático, sino si es más o es menos democrático”, dice La Rue. Según él mismo reconoce, el menor dramatismo de los conflictos políticos o religiosos en América latina colaboró para que, por primera vez, un representante de la región ocupara esa silla clave de la ONU desde el 1 de agosto pasado.

A la hora de enumerar los alertas más graves, La Rue menciona países de Africa, Europa central y Asia sometidos a conflictos armados. Las amenazas a la prensa desde los estados latinoamericanos aparecen de forma menos directa. La sutileza en nuestra región, sumada al accionar del narcotráfico y la delincuencia en países como México, la concentración informativa y el retroceso en derechos civiles por el pánico desatado en Europa y EE.UU. por atentados terroristas son algunas de las luces que enciende La Rue en cuanto a libertad de expresión en el mundo.

-La libertad de expresión ha ganado un espacio ineludible como derecho humano. ¿Qué implica ello en cuanto al deber de los estados?

-En el tema de libertad de expresión hay un debate filosófico muy serio. Muchos países, especialmente los desarrollados, ven que el Estado tiene un compromiso pasivo. Es decir, que el Estado debe permitir que funcione la prensa y se exprese; cuanto menos intervenga mejor, porque cuando actúa lo hace con fin limitante o de censura.

-¿Esa sería la visión clásica?

-Sí. La visión de los derechos humanos es que el Estado debe jugar un rol proactivo y dinámico. Especialmente cuando la libertad de expresión va más allá de la libertad de prensa. El riesgo es que el Estado se queda corto. Los países desarrollados tienen una tradición de prensa muy abierta, pero uno podría preguntarse dónde está el acceso a la información de los sectores más empobrecidos. Y ello tiene que ver con transparencia, con auditoría social comunitaria de los presupuestos municipales. Vengo de un país, Guatemala, donde imperaba la cultura del sigilo y el secreto. Los funcionarios públicos nunca querían que nadie los vigilara. Este secretismo de la función pública lo debemos romper. Hablamos de participación ciudadana de los pueblos indígenas. ¿Dónde está la posibilidad de expresar su ciudadanía, su idioma, su cultura? Esto tiene que ver con los medios alternativos, incluso electrónicos. Queremos trabajar para ver qué principios se deben establecer a nivel mundial para establecer, por ejemplo, las frecuencias de radio, cable, televisión y difusión digital.

-¿Cuál es el parámetro que debe tener el Estado en distribución de frecuencias?

-Los estados tienen diferentes formas de dar frecuencias, y tienen derecho siempre y cuando conserven un espectro pequeño para las radios comunitarias.

-¿Qué tan pequeño?

-Ese es el dilema de siempre. La BBC de Londres, la NPR de Estados Unidos, Radio Netherlands o Radio Francia son nacionales, de información pero públicas y no lucrativas. En nuestros países también es importante el espacio local.

-En América latina hay una concepción histórica del medio público como sinónimo de gubernamental. ¿Cree que un modelo de gestión en la senda de la BBC es posible en nuestros países?

-Por la manipulación política de nuestros propios sistemas, es más difícil. En el caso de NPR, es un ente privado de gestión pública. Son más importantes las radios comunitarias, ya que el gran aparato nacional requiere mucho financiamiento. Los medios locales, que pueden abarcar más de un municipio, eventualmente pueden ser administrados por el gobierno municipal siempre y cuando lo haga como un servicio público. Lo más importante es que sean no lucrativas y que no tengan fines de proselitismo.

-Hay algunos gobiernos de América latina que, por el contrario, impulsan medios públicos nacionales y poderosos del tipo de los que usted mencionaba de Europa.

-Es más complicado por nuestra trayectoria. Lo ideal sería tener un medio nacional plural y abierto, prescindiendo de quién esté en el poder. Lo que hay que hacer es garantizar el profesionalismo, la independencia y la diversidad de quienes lo dirigen.

-¿Puede rescatar algún ejemplo al respecto en América latina?

-Desde el punto de vista cultural, México tiene importantes espacios por televisión, pero desde el punto de vista político, no tanto. Nuestra visión política es un poco maniquea, creemos que quienes llegan al ejercicio del poder deben ser quienes dominan la línea editorial de un medio. Es un error. No podría citar una experiencia exitosa todavía en América latina.

-Si bien su visita no es oficial. ¿Puede evaluar el estado de la libertad de expresión en el país?

-Yo diría lo mismo que para toda América latina. Cuando vivimos los períodos autoritarios en dictaduras militares, el tema de la libertad de expresión era blanco o negro. Los periodistas eran vistos como conspiradores de la oposición y eran perseguidos violenta y físicamente con asesinatos, desapariciones y amenazas. Con la transición a la democracia, el problema es acostumbrarnos a la democracia. El tema no es que un país sea o no democrático, sino si es más o es menos democrático, y la medida es el respeto por los derechos humanos. Eso es algo que muchos gobiernos no quieren pensar. Hoy los mecanismos de censura son otros: ya no la amenaza, persecución, violencia, sino el uso de los mecanismos y recursos del Estado, tanto en los gobiernos centrales como provinciales y municipales. Otro fenómeno que va muy de la mano es la consolidación de los monopolios que confunden la libertad de prensa con la de empresa y que son en el fondo un atentado a la libre expresión. Se van consolidando intereses económicos y medios grandes que van absorbiendo a los pequeños y eso diluye la posibilidad de tener pluralidad.

-¿Ambos riesgos los percibe en la Argentina?

-Hay intereses económicos que están absorbiendo medios no a nivel de un país sino de toda la región.

-¿Está de acuerdo con que los estados pongan límites a la propiedad extranjera de los medios, como el 30% que rige en Argentina?

-Estoy de acuerdo. En Centroamérica se da que grandes inversores extranjeros van ocupando más espacios. Para preservar la cultura y las tradiciones del pueblo sí pondría un límite sobre lo que pueda tener un propietario extranjero.

-¿Qué países constituyen los principales alertas en cuanto a libertad de expresión?

-Debo decir que los alertas principales últimamente han venido de otras regiones del mundo. Los países en conflicto, como Zimbabwe, Sri Lanka, Georgia o Filipinas, donde han asesinado a tres periodistas. Voy a pedir ir a algunos de esos países. En América latina los problemas son más legales. El problema de más violencia contra periodistas se da en México.

-¿Puede especificar los problemas legales?

-El tema de [el presidente venezolano Hugo] Chávez, donde se puede ir creando o no ciertos espacios por vía legal pero usando artificiosamente las leyes, o el tema de Ecuador, que es un poco más light . Allí se dio una confiscación de un canal de televisión por deudas con el Estado, lo que es legítimo, pero puede tener implicancias en cuanto a libertad de prensa si cambian al director y se convierte en un medio del gobierno.

-¿En los países centrales se ha registrado una involución en cuanto a libertad de expresión desde la irrupción de Al-Qaeda?

-Hay una lucha contra el terrorismo en el mundo que ha generado actitudes restrictivas por parte de los estados en cuanto a circulación de migrantes, derecho a la privacidad y a la libertad de expresión. Hay un retroceso hacia el cierre de fronteras que marca cierta tónica de racismo. Vamos a un período más tenso.

-¿Las nuevas tecnologías son un puente de salida para los problemas que mencionó?

-Pueden ser un elemento democratizador si las manejamos correctamente. Unicef está haciendo radios comunitarias por teléfono, de manera que la persona puede oír un noticiero por celular. Se están desarrollando computadoras a prueba del mal clima para acceso público. Si realmente lográramos abaratar la tecnología para hacer llegar Internet a todo el mundo, sería una revolución como fue la radio.

Por Sebastián Lacunza

Fuente: suplemento Enfoques del diario La Nación, Buenos Aires, 24 de agosto de 2008.

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